lunes, 15 de diciembre de 2014

Capítulo 16: Toshi vs Devil.

El año 1995 no empezó con buen pie. Laura estaba muy inestable emocionalmente y yo cada vez me desesperaba más en mi trabajo. Naide en Nismo veía que el R33 GT/LM no era un coche ganador. Recuerdo que poco después de comenzar la temporada, cerca de abril, tuvimos una reunión de trabajo.
- Debemos mejorar la competitividad del R33, ¿qué proponen? -dijo el jefe-.
- Su retirada de la competición y el desarrollo de un nuevo modelo de motor central -contesté-.
- No sea tan drástico. En principio, empecemos a trabajar en mejorar el modelo existente de cara a esta temporada y la siguiente. El nuevo prototipo de motor central podría debutar en 1997.
En ese momento me levanté de la sala haciendo aspavientos y jurando en arameo ante aquella situación. Me habían metido en dos proyectos de desarrollo, uno de ellos abocado al fracaso.
Al llegar a casa, la situación no era mejor. Laura estaba llorando cuando llegué, intenté tranquilizarla abrazándola. Después de mucho rato, ella empezó a sentirse mejor. Ella seguía al pie de la letra la medicación, pero debido a que no era muy agresiva, no podía evitar que ella tuviese esas recaídas. Mi válvula de escape, el garaje, en una situación así estaba vetada. Aprovechaba los momentos en que ella estaba mejor para hacer ligeros retoques en mi R32. Todavía no había instalado la suspensión del prototipo ni los frenos.
Los fines de semana en los que no había batalla los pasaba en casa, con Laura, viendo películas o simplemente estando con ella. Recuperé una de mis aficiones, tocar la guitarra eléctrica. Por navidades, Laura me regaló una. El fin de semana siguiente a la reunión, recuerdo que estaba tocando en el salón, con un amplificador comprado en una tienda de segunda mano. Laura llegó al salón, se detuvo y se apoyó en el marco de la puerta con su hombro izquierdo. Recuerdo que tocaba el riff de "Hotel California". La miré y ella sonreía, veía un brillo de emoción en sus ojos. Sin haberme dado cuenta, estaba tocando una de sus canciones favoritas.


Yo seguí tocando, ella se acercó y se sentó en el sofá, a mi lado. Cuando acabé de tocar, apagué la guitarra y el amplificador. Ella seguía sonriendo.
- ¿Te ha gustado?
- Sí, esa canción me encanta. Hacía siglos que no tocabas. Me parece que la última vez que te vi tocar era en el colegio mayor, con aquel grupo en el que tocabas.
Podía ser cierto, en aquella época tocaba en un grupo tributo a AC/DC, nos llamábamos "TNT", en el cual yo imitaba a Angus Young con una Gibson SG como la suya, moviéndome como un gato epiléptico y dando un espectáculo, digamos, lamentable. Aunque la guitarra que me había regalado Laura era muy buena, mi SG era especial, la añoraba, pero por motivos obvios, era mejor dejarla en casa de mis padres y no traerla hasta Japón.
- Laura, ¿cómo recuerdas tus años en el colegio mayor?
- El primero, horrible hasta que te conocí a tí.
- No lo sabía.
- El mes de novatadas fue muy cruel. Conmigo y con Paula se cebaron. El primer día nos hicieron dormir en el balcón en bragas y sujetador. Recuerdo que otro día, en el comedor, dos chicas veteranas nos tiraron la comida al suelo. La peor de todas fue cuando me sacaron de la habitación dos chicos, por la fuerza, me llevaban a rastro hacia las duchas, querían darme una ducha de agua fría, entonces un chico salió de su habitación, también era un novato, pero empezó a decir que me dejaran en el suelo. Los amenazó, me dejaron allí tirada y aproveché para escapar, lo único que vi fue que aquel chico que quería defenderme se estaba peleando con dos veteranos, y que aquel año no volvieron a hacer ninguna novatada más. Cuando se acabó el primer mes, respiré tranquila. Lo único delo que me arrepiento fue de no fijarme en quien era el chico, me gustaría darle las gracias.
- Yo lo conocía.
- ¡Ah, sí! ¿Quién era? Tenía la habitación cerca de la tuya...
- Era yo.
- ¡Oh! Imposible.
- Sí, era yo. Ya te había visto antes, pero aquel día me dolió mucho ver aquello, por eso te defendí. No hablé contigo hasta que os llevé a dar una vuelta en mi coche. Si no llegas a hablarme aquella noche, me hubiera costado mucho dar el paso a mí.
- Vaya, ni idea...
Ella aún seguía sorprendida. Al hablar de aquella noche, no podía evitar recordar aquella escena. Un grito desgarrador de mujer rompía el silencio de los pasillos del colegio mayor. Al salir a mirar, veía como dos tipos llevaban a rastras a una chica que no dejaba de chillar suplicando que la dejasen en paz ni de patalear.Me hervía tanto la sangre oír a aquella chica indefensa que decidí ayudarla. Recordé mis lecciones de Karate y pude defenderla. Pensé que la iban a violar.
Laura me abrazó, parecía más contenta.
- No sabía que antes del día en que nos llevaste a dar una vuelta ya me conocías. Hubiese jurado que era la primera vez que te había visto.
- No sé qué me pasaba cuando te te veía, pero me retraía mucho. Pocos días después de que intentarán darte la ducha fría, intenté hablar contigo en el comedor, pero me parecías tan inalcanzable que me ponía nervioso y decidía pasar de todo.
- ¿Ya te gustaba de aquella?
- Sí, mucho.
- Vaya, te hice sufrir un poquito, ¿eh?
- Sí, pero valió la pena.
Ella me miraba sonriente, su mirada parecía recuperar el brillo que siempre marcó su mirada.
Aquella noche, antes de quedarnos dormidos, Laura volvió a hablarme.
- ¿Sabes una cosa? Antes de ti, yo no había estado nunca con ningún chico.
- Para mí también fuiste la primera, debería llamarte Eva...
- Fue una noche tan bonita... Ahora siento que estoy en deuda contigo, estoy haciéndote vivir una pesadilla.
- No, creo que el que no está dando la talla soy yo, no debería dedicarle tanto tiempo a mis aficiones y centrarme algo más en ti.
- Entiendo que muchas veces soy insoportable y que te dediques a arreglar tu coche como vía de escape, igual que quedes con tus amigos los viernes a medianoche. No debes aparcar tu vida por mi culpa.
En ese momento una sensación de vergüenza ajena empezó a adueñarse de mí, estuve tentado a decirle en que consistían esas reuniones los viernes a medianoche.
A la semana siguiente, tuve una de "esas reuniones a medianoche". Llegamos todos los miembros casi al mismo tiempo. Tenía una extraña sensación, no estaba cómodo. Al llegar fui a saludar a Toshi, pero me contestó de malas formas. Exploté.
- Estoy harto de que me trates así sólo por no ser japonés.
- Ya ves, para ganarte mi respeto no sólo llega con ser rápido. Al resto de miembros les pasa lo mismo.
- Eso no es verdad -dijeron varios de ellos, pero sólo diferencie las voces de Kenji, Hiro, Masao y Kazuma-.
- Toshi, no te pongas así -terció Smokey-.
- Es cierto, no es tan rápido.
- Toshi, te reto, una batalla, tu y yo.
- Acepto.
Ambos subimos a nuestros coches y arrancamos, Toshi me gritó desde la ventanilla el recorrido, ida y vuelta, era un bucle de la Wangan. Aceleré y salí disparado, en todo momento estuve por delante de Toshi. Pero mis peores augurios se cumplieron, tan pronto como acabó la batalla el motor se colapsó. Un nube de humo blanco y un charco de agua lo delataban.
Toshi se acercó a mí.
- Me has dado una lección. Por favor, perdóname.
- Todo olvidado. ¿Amigos?
- Claro que sí -dijo sonriendo-. ¿Es la primera rotura?
- Sí.
- Yo ya he fundido tres motores, es algo natural.
- Da lo mismo.
- ¿Quieres que te acerque a una parada de taxis?
- Te lo agradezco. Primero llamaré a la grúa.
La grúa apareció al cabo de una media hora, el conductor me acercó a casa. Al llegar, Laura vio la grúa y bajó preocupada.
- ¿Otro accidente?
- No, ha sido una avería.
- Menos mal.
Para el lunes siguiente había dado orden en Nismo de que recogiesen mi coche. Encargué un paquete denominado Sport Resetting GT, en el que aligerarían un poco más el coche usando más piezas de carbono, mejorarían su aerodinámica e instalarían un capó delantero de fibra de carbono con tomas de aire más generosas. Al motor le instalaría una nueva electrónica más moderna, un sistema de refrigeración, intercooler y turbos del R33 GT/LM. Lo pintaría de blanco, una pintura algo más ligera que el negro.
Tardaron unos dos meses en tenerlo listo. En ese tiempo devoré muchos vídeos de Best Motoring o Hot Version, en los cuales probaban muchos de mis futuros rivales en batallas. Uno de ellos era un R32, conocido como Blue Devil, cuyo propietario deseaba retar al Mid Night Club, en especial a mí.


Me sabía de memoria sus datos técnicos, pero no lo temía. Sobre todo desde el día en que me entregaron mi R32. Lo probaron en un banco para medir su potencia máxima. Cuando el mecánico salió con la hoja de papel que contenía las curvas de potencia, no podía ser más feliz.
- Su coche entrega una potencia máxima de 825 caballos a 8500 rpm. El par está cercano a 80 kgm a algo más 10000 rpm. Los diferenciales han sido mejorados también. Las llantas son más anchas que las originales.
Al llegar a casa instalé todo el sistema de frenado y suspensión del R33 GT/LM. Miré a su alerón trasero, con un añadido curvo al estilo del alerón del M3 e30 del DTM, eso aumentaría su agarre.
Estaba preparado para todo. Mi R32 ahora sería imbatible, ni siquiera Hiro o su Z podrían hacerme sombra

martes, 9 de diciembre de 2014

Capítulo 15: La batalla más esperada.

Por fin había llegado el momento de conocer a uno de los hashiriya más famosos de Japón. Ahí estaba, el Kuroi Inazuma estaba repostando su coche en la estación de servicio. De pronto un grupo de personas se acercó a mí.
- Somos de la revista Option, hemos venido a cubrir esta batalla. ¿Va a aceptar el reto propuesto por Kuroi Inazuma?
- Claro que sí -dije-, los Mid Night Club no tememos absolutamente a nadie.
El periodista me miró con confusión. Otro de los periodistas allí presentes se afanaba en sacar fotos de mi R32. Toshi y los demás se acercaron a mí. Mi mirada se centró en aquel impresionante Porsche, parecía recién sacado de un circuito, pintado de negro, parecía confundirse con las sombras y la oscuridad de la noche.


Me parecía impresionante. Su conductor se bajó, sería un hombre de unos cuarenta años. Toshi se apresuró a hablar.
- La batalla consistirá en llegar a la última cabina de peaje antes del área de servicio en primer lugar.
- Vale -constestó Kuroi Inazuma-. ¿Quién es Devil?
- Yo -contesté haciendo una reverencia-.
- Un placer conocerte -dijo antes de hacer otra reverencia-. Tenía muchas ganas de conocerte.
- Lo mismo digo.
- Será la segunda derrota de los Mid Night, sólo que yo no quiero ser miembro.
- Estás muy seguro de tu victoria...
- Tanto que apuesto mi coche a que no me vencerás.
En ese momento me di cuenta de que los periodistas nos estaban rodeando. Pude oír un "oh" de sorpresa entre los presentes que hizo que mi sangre hirviese y me creciese ante aquel auditorio. Dibujé una sonrisa y en tono fuerte hice mi réplica.
- Muy bien, hay muchos testigos que lo han oído. Acepto el desafío.
En ese momento, Toshi se interpuso entre los dos estaba muy enfadado.
- Devil no es un veterano como nosotros, rétanos a Masao o a mí.
- No me interesa una batalla contra nosotros, sí contra Devil. ¡Empecemos!
En ese momento todos los periodistas se pusieron en marcha. Masao se acercó a mí.
- Mucha suerte.
- Gracias.
Toshi apenas me miraba, Hiro y Kenji me hacían señas con sus pulgares levantados. Smokey, a quien no había visto antes, sería el encargado de darnos la salida. Me subí a mi R32 y me puse el casco. Podía oír a mi espalda el ronroneo del motor bóxer del Porsche. Solté un suspiro, y en ese momento una imagen de Laura apareció en mi cabeza. Su imagen parecía triste. En ese instante, el miedo parecía apoderarse de mí. El claxon del coche de Smokey hizo que saliese de mis pensamientos. El Kuroi Inazuma ya estaba a mi par. La batalla comenzaría en el momento en que entrásemos al carril de incorporación de la autopista. Cuando lo vi empecé a hundir el pie sobre el acelerador, subí una marcha y, de repente, me vi abrumado por el sonido de una válvula de descarga de turbo, el Kuroi Inazuma iba exactamente a mi par. De reojo podía ver a aquel piloto a mi derecha, ya que su coche conservaba el puesto de conducción a la izquierda. Seguí acelerando y subiendo marchas, pero despegarse de él parecía imposible. Tuve que esquivar a un par de camiones, cuando vi que aquel 935 estaba a mi estela. En el momento de esquivar a los camiones pude notar un defecto de mi R32, el eje trasero, en los cambios de apoyo a alta velocidad, parecía descolgarse un poco. Tenía aún reciente el accidente y para no perder el control levanté un poco el pie. Aquel Porsche detrás de mí me daba una sensación de desasosiego muy incómoda. Miraba al cuadro de mandos, iba a 300 km/h. Volví a hundir el pie sobre el acelerador, llegué incluso a abrir un pequeño hueco sobre Kuroi Inazuma, pero el sonido de su motor aún lo notaba muy cercano.
Llevábamos unos veinte minutos de batalla, faltaba poco para llegar a la cabina de peaje, estaba temiendo que mi rival preparase su ataque en el último tramo de batalla, pero lo único que vi por el retrovisor fue la matrícula de aquel Porsche que ahora parecía quedarse atrás. Llegué al área de servicio pactada, los periodistas me miraban asombrados. Debo decir que en aquella época, las revistas de coches preparados en Japón, seguían las batallas como si fuesen auténticos Grandes Premios. Me bajé del coche y los periodistas me rodearon. Kuroi Inazuma apareció detrás de mí.Se bajó del coche con cara de pocos amigos. Los miembros del Mid Night Club aparecieron poco después, se bajaron de sus coches y empezaron a aplaudirme. Me acerqué en ese momento a Kuroi Inazuma, que en ese momento debería sentirse como yo cuando perdí contra Hiro.
- Buena batalla, de las mejores.
- Gracias, has sido muy rápido. Es mi primera derrota. Toma, las llaves de mi coche. Acéptalas, por favor.
Él me estaba haciendo una reverencia mientras me alargaba las llaves de aquel espectacular Porsche.
- No es necesario. Sólo he defendido el honor del Mid Night Club. Sigue pilotando.
- No. Aprovecho esta derrota para dejar de ser un Hashiriya. No necesito este coche para nada.
Tomé las llaves de aquel Porsche. Un periodista de la Option se acercó a mi a preguntarme si podían hacer un reportaje de mi R32 en un circuito cerrado para probar su velocidad máxima. Acepté la propuesta. Me fijé como todo el mundo, mientras hablaba, se marchaba. Masao miraba con atención mi nuevo coche. Kuroi Inazuma aún seguía allí. Me libré de los periodistas y le hice un gesto de que se acercara. Vino con paso lento hacia mi. Masao levantó la cabeza y nos miró.
- Perdón -dijo-, ¿qué preparación lleva este coche?
- Es un chasis de 935 modificado. El frontal está basado en el del 935 "Baby" y la trasera es la del 935 sin modificar. El motor es de la última generación de 911 Turbo, aumentado de cubicaje y reforzado. Los turbos son TAG, proceden del McLaren de Fórmula 1 que pilotó Ayrton Senna.
Estábamos a finales de 1994, la muerte del astro brasileño estaba aún muy presente.
Dejé mi 935 en un aparcamiento cercano. Volví a casa y me metí en cama, con cuidado de no despertar a Laura. No fue suficiente, ella se despertó.
- Uhmm, ¿qué hora es?
- Las tres de la madrugada.
- ¿Dónde has estado?
- Con los chicos de la escudería. Mañana tengo que recoger un Porsche en un área de servicio, lo he comprado.
En ese momento ella se incorporó como accionada por un resorte.
- ¿Cómo que has comprado un Porsche? ¿Cómo?
- Pues estaba barato. Lo revenderé.
- Estás loco. A ver que haces con él.
- Por cierto, también vamos a ir con unos periodistas que quieren probar mi coche a un circuito, si quieres venir...
- Ya hablaremos mañana, me caigo de sueño.
Le dí un beso y me tumbé, esperando caer dormido lo antes posible.
A la mañana siguiente, tras desayunar, Laura fue la primera en preguntar por ese Porsche. Llamamos a un taxi que nos llevó hasta el aparcamiento dónde la noche anterior había dejado el coche. Lo que me sorprendió era que estaba intacto. Si un Porsche así lo dejasen aparcado en una gasolinera en España, es muy posible que apareciera vandalizado o que lo hubiesen robado.
Recuero que Laura al subirse tuvo un pequeño problema con la altura del coche y su vestido. Se subió completamente ruborizada.
- ¿Qué ha pasado?
- Que el vestido se me ha enganchado y se me ha visto todo.
- Supongo que llevarías bragas, no pasó nada.
Ella me dio un golpe en el brazo y refunfuño poniendo morritos. Parecía una adolescente enfadada.
Arranqué el coche, ella se asustó por el ruido de aquella bestia. Pude ver una pequeña placa dorada junto al contacto. ponía "Modified by RWB. Japan". Por aquel entonces, apenas había oído hablar de aquella empresa, pero por todo Japón, proliferaban los preparadores al mismo ritmo que las setas.
Mientras conducía aquel coche, me daba cuenta del retraso con el que entraba el turbo, pero cuando entraba, lo hacía de manera contundente.
Al llegar a casa, observamos el Porsche, a mí me parecía espectacular, pero quería conocer la opinión de Laura.
- ¿Qué te parece?
- No me gusta, me gustan más los Porsche normales.
- Entonces lo venderé, a mí tampoco me entusiasma.
- Aparte, cuando te den el coche nuevo, ¿dónde meterías éste?
- Tienes razón, lo venderé.
- ¿Cuánto puede valer?
- Si se vende a la persona adecuada, en yenes, el equivalente a unos veinte millones de pesetas. La preparación de este coche valió en su día un millón de dólares.
Pude ver una reacción de sorpresa en Laura. Su gesto era una afirmación de que quería que me deshiciese de aquél coche.
Unas semanas después volvía  a celebrarse otra batalla, yo no participé, por lo que aproveché para hablar con Masao.
- Masao, a tí te gustaban los Porsche, ¿no?
- Sí, ¿qué vas a hacer con el Kuroi Inazuma?
- Te lo vendo.
- Pídeme lo que sea.
Le pedí la cifra que había pensado y aceptó sin negociar. Concertamos la cita y me dio un fuerte apretón de manos. Aparecieron los periodistas de la Option también me dieron fecha para el día del reportaje. También irían Masao, Hiro y Kenji.
El día de la prueba,llegamos a un circuito oval, no recuerdo su nombre, pero es poco conocido fuera de Japón. Consistía en alcanzar la velocidad más alta. Era cerca de las navidades, aunque no nevaba hacía mucho frío y un viento que ofrecía resistencia al avance de los coches. Laura insistió en subir conmigo durante la prueba. Teníamos mucho tiempo disponible y la sensación de velocidad se veía mitigada dado el peralte y la exagerada anchura de la pista. Volví a notar esa escasez de adherencia del coche en la parte trasera. No quisieron darnos los datos, los publicarían para el número de febrero.
Cuando volvimos a casa, Laura se acercó a mí y me besó, le devolví el beso agarrándola con fuerza por la cintura. Ella tomó impulso y rodeó mi cintura con sus piernas. Subimos al dormitorio, donde ella se desnudó y me tumbó sobre la cama.
Las fiestas pasaron, llegó el nuevo año, Laura y yo dimos largos paseos por parques nevados y la esperanza de un embarazo volvió a desvanecerse mientras la sombra de la depresión volvía a aparecer. Laura volvía a recluirse en la habitación y a llorar abrazada a la almohada. Era desesperante la impotencia que sentía al no poder hacer nada para calmarla y consolarla.
A principios de enero, me entregaron mi flamante R33 GT-R, de color plata. Ese día Laura me acompañó a recogerlo. La alegría duró poco, Laura recaía una y otra vez en una espiral depresiva. Me pareció mucho más banal el hecho de que mis peores temores en el ámbito deportivo/profesional se confirmaran: un equipo del campeonato de GT se había inscrito con un par de McLaren F1 GTR. El reinado del GT-R se había terminado, lo tenía muy claro.
Lo único que sacó una sonrisa de mi boca fue el número de febrero de la revista Option, con mi R32 a su máxima velocidad.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Capítulo 14: De vuelta en la Wangan.

Desperté en una habitación de hospital. Entre el personal médico me pareció oír gestos de alivio al ver que abría los ojos.
- ¿Se encuentra bien?
- Estoy algo mareado...
- ¿Sabe dónde está? ¿Recuerda lo que pasó?
- Creo que estoy en el hospital. Recuerdo que estaba probando un prototipo de Nissan y perdí el control.
- Parece que está bien. Avisaré a su esposa.
Aquella doctora salió con paso rápido de mi lado. Había una enfermera a mi lado, notaba mi cuerpo entumecido, quise estirar el brazo para llamarla, pero fue imposible, era como si lo tuviese dormido, notaba ese hormigueo, pero apenas podía moverlo unos centímetros. Ella se dio cuenta y se acercó a mí.
- ¿Necesita algo?
- Sí, tengo la boca seca. ¿Podría darme agua?
- Claro que sí.
Vino con un vaso de plástico y una pajita, bebí un poco. Volví a mover el brazo y pude agarrarme al antebrazo de la enfermera.
- Disculpe, ¿Es muy grave lo que tengo?
- La verdad es que estamos sorprendidos. Teniendo en cuenta la velocidad a la que chocó, nadie contaba con que sobreviviese. No tiene ninguna lesión grave, pero por precaución, deberá estar unos días en observación. Dentro de poco lo subiremos a planta, ya tiene una habitación para usted.
- Gracias.
Pasó muy poco tiempo hasta el momento de subirme a planta. No pude ver a Laura por ningún sitio. Antes de que hiciese pregunta alguna, un celador me dijo que ella estaba esperándome. Ya me encontraba bastante mejor, no estaba tan mareado y la sensación de entumecimiento iba desapareciendo. Al llegar a la habitación, Laura estaba dentro. Le hice un gesto con la mano y ella la agarró. Cuando me instalaron, al salir los celadores, Laura se abalanzó sobre la cama y me abrazó. Empezó a llorar.
- ¡Dios mío! Pensé que habías muerto. Cuando te sacaron del coche no reaccionabas. No me dejaron ir contigo en la ambulancia...
- No te preocupes, ahora estoy bien.
En ese momento alguien llamó a la puerta, Laura la abrió, era mi jefe.
- Buenos días, ¿cómo está?
- Bien.
- Me alegro. 
- ¿Se ha salvado el prototipo?
- No es momento de preocuparse por eso.
- Dígamelo, por favor.
- Los elementos mecánicos sí. La carrocería no. Sacaremos lo aprovechable para un despiece. La carrocería irá al desguace. No sé cómo podemos agradecerle este sacrificio.
- ¿Podría quedarme con el despiece? El motor no me interesa, pero sí la suspensión, caja de cambios, el eje de transmisión...
- Deja de pensar ya en coches -dijo Laura-.
- No te preocupes, eso me distrae...
El jefe sonrió antes de contestar.
- Claro que puede quedarse con él. Veo que su mujer tiene razón. Déjese cuidar por ella, ha pasado un muy mal trago. Tanto yo, como sus compañeros le deseamos una pronta recuperación.
- Gracias.
Hasta ese momento no había preocupado, pero no sabía qué hora era.
- Laura, ¿qué hora es?
- Las ocho de la mañana.
- ¿Has desayunado?
- No. He llamado al trabajo y a tus padres. Saben que estás bien. 
- Ve a tomar algo. Yo estaré bien. 
- No quiero dejarte solo.
- No te preocupes por mí. Anda. ve.
En ese momento llegó una enfermera y un médico para hacerme unas pruebas de reflejos, obligaron a Laura a salir. Cuando salieron, Laura entró apresurada a la habitación. La enfermera se dirigió a mí.
- ¿Qué quiere desayunar? ¿Café?
- Si pudiese traerme un café con una tostada le estaría muy agradecido.
- Faltaría más.
- Espere, ¿podría traerle uno a mi esposa? De lo contrario hoy no desayunará...
- Claro -dijo sonriente, la enfermera-. Volveré pronto.
Aquella enfermera tan amable dejó la habitación cerrando la puerta sin hacer ruido.
- ¿Para qué le dijiste nada a la enfermera?
- No quiero que pases hambre. Tienes cara de cansancio, por lo menos toma algo caliente para asentar el cuerpo.
- No te preocupes por mí.
- Laura, siempre lo haré.
Ella se echó a llorar de nuevo y se abrazó a mí.
- Dime que no me dejarás sola.
- Claro que no.
- He pasado tanto miedo.
- Me pondré bien, ya verás como pronto volveré a casa y volverá a reñirme por pasar tantas horas arreglando el coches.
- No, eso si que no. ¿No tienes miedo?
- No. Y he de superar lo del accidente. Soy capaz de controlar un coche a alta velocidad, perdí el control por un aquaplaning. Tengo que volver a hacerlo.
- No. ¡Por favor!
- No me pidas eso...
- Entonces, si vuelves a hacerlo, quiero ir contigo en el coche. Si nos pasa algo, que nos pase juntos.
- ¡Laura!
- No es una opción, ni estamos negociando. Si quieres volver a hacer esas cosas, tendré que ir yo.
- Vale, acepto.
En aquel momento, aunque no lo parezca, era totalmente consciente de la locura que acababa de cometer. Si algo salía mal, me llevaría conmigo a una inocente, a Laura.
La enfermera regresó con dos humeantes tazas de café y tostadas.
- Le ayudo a incorporarse -dijo-.
- Déjeme intentarlo.
- Perfecto, estaré a su lado para ayudarlo.
Me incorporé con esfuerzo. La enfermera se apresuró para colocar la almohada de manera que no molestase.
- Gracias, ¿cual es su nombre?
- Me llamo Ryoko. Encantada.
- Gracias por todo.
- De nada. Por cierto, me he cruzado con el doctor Yoshida. Ha dicho que ha visto a su esposa y preguntó si había pasado algo. Le dije que estaba aquí usted. Ha dicho que quiere venir a verle.
- Gracias Ryoko, muy amable.
- De nada. Buen provecho.
Desayunamos con calma. Laura se apuraba en ayudarme, aunque no era necesario. Estuvo mucho rato conmigo, hasta que logré convencerla para que fuese a casa a descansar un rato. Cuando ella se despedía de mí, desde la puerta pude oír su voz.
- Buenas tardes doctor Yoshida.
- Hola. ¿Está despierto?
- Sí. Pase, está deseando verle.
- Gracias.
Masao entró en la habitación. Me dio la mano, tomó la silla en la que se había sentado Laura y la acercó a mí cama.
- Me alegro de que estés bien. Ha sido un accidente muy serio. Hemos roto las normas del club,ahora ya sé cual es tu profesión, y tu también conoces la mía. No debemos desvelar nada.
- Tranquilo. No diré nada.
- Esto nunca se lo conté a nadie. Hace varios años yo también tuve un accidente en la Wangan.
- ¿Fue muy grave?
- Sí. Yo por aquel entonces tenía un 930 muy preparado. Tenía un amigo que llevaba un Z como el azul que llevaba antes Kenji. En una batalla, él perdió el control, no pude esquivarlo y choqué contra él.
Noté que la siempre tranquila voz de Masao y su aparente seriedad se rompían. Estaba visiblemente emocionado.
- Todo eso ocurrió antes de que entrase en el Mid Night Club. Nunca lo he superado.
- Fue un accidente. No fue culpa tuya.
- Lo sé. Pero eso no lo devolverá a la vida. Sé que tenía una hermana pequeña. El día de su entierro, aquella niña de cinco años, se acercó a mí e intentó pegarme. Gritó que yo había matado a su hermano, desgraciadamente tenía razón.
- Tuvo que ser muy duro.
- Sí, pero lo mejor para superarlo es volver a la Wangan. Tengo que dejarte, mis pacientes me reclaman. Mejórate.
Al oír las palabras de Masao, mis ganas de volver a tomar los mandos de mi R32 aumentaban exponencialmente. Pasé una semana en aquel hospital, bajo los atentos cuidados de Laura, la persona que mas sufrió mi estancia. El disgusto le valió perder peso innecesariamente y unas ojeras considerables. Mi vuelta a casa supuso tranquilidad y algo de descanso para la pobre Laura. Mi vecino también vino a verme. Todos, incluido yo, nos sorprendíamos al ver que tras semejante accidente salí ileso.
Unos días después, Nismo me envió el despiece del prototipo, salvo el motor. Lo primero que instalé fue la caja de cambios, el resto (suspensión, frenos...) lo dejé con la idea de instalarlo más adelante. Aquella caja de cambios secuencial tenía seis velocidades y soportaba potencias cercanas a los mil caballos. Además, era algo más ligera que la de serie. Por último, me hice con un indicador digital que incluía una luz que se encendía para indicar que era el momento ideal para cambiar de marcha y una pequeña pantalla que mostraba el número con la marcha engranda. El cuadro de mandos digital que había instalado también mostraba la marcha engranada, pero era más difícil de ver. El día que acabé de instalar todo, Laura apareció en el garaje.
- ¿Ya le has montado todas las piezas?
- No todas. Algunas las pondré más adelante.
- ¿Cuándo vas a probarlo?
- Seguramente hoy a la noche.
- ¿En la misma ruta del accidente?
- Sí.
- Voy contigo.
- No me pidas eso, Laura. Por favor.
- Quiero ir. Si pasa algo malo, que nos pase a los dos juntos.
La miré y parecía nerviosa, se acercó a mí y me abrazó. Me miraba a los ojos.
- Tuve tanto miedo. Te necesito más que nunca. No vuelvas a dejarme sola nunca más.
- Te lo prometo. Si para tí es tan importante venir conmigo, ven.
Al llegar la madrugada, salí a probar la nueva caja de cambios, le dí un protector de oídos a Laura. Mi corazón se disparó al encender el motor.


Puse rumbo a la ruta Daiba, empecé a acelerar, esquivaba a los coches y camiones que se metían en mi camino. Laura comenzó a chillar.
- ¡Dios mío! Frena, ¡nos mataremos!
Al llegar a la altura del Rainbow Bridge, hundí el pie en el acelerador. Al acercarme al punto donde perdí el control del prototipo grité un Tora! Tora! Tora! mientras aceleraba sin piedad. Pude ver como los guardarraíles habían sido cambiado donde el prototipo había chocado. Acabamos en un área de servicio. Laura temblaba, nerviosa. La abracé e intenté tranquilizarla.
- No entiendo qué ves de bonito en esto.
- Laura, tenía que hacer esto.
- ¿La caja de cambios ha funcionado bien?
- Perfectamente.
- Hace una noche preciosa, el cielo está despejado. Aunque tengo frío. ¿Nos vamos?
- Espera un momento, Laura. No sé por que, esto me recuerda a la noche en que nos conocimos.
- Puede ser, pero no hacía tanto frío. Vámonos, me estoy helando.
- Perdona, vamos.
Al regresar, nos metimos en cama. Laura durmió toda la noche abrazada a mí. Cuando llegó el fin de semana, el viernes, pude ver que se había programado una nueva batalla. Cuando llegué al punto de reunión, Kenji y Toshi habían llegado antes. Tras de mí aparecieron Hiro, Masao y Kazuma.
- ¡Qué bueno verte de vuelta Devil! -dijo Kenji-.
- Es cierto -dijo Toshi- ¿Estás recuperado?
- Sí, al cien por cien. Hoy quiero correr en la batalla.
En ese momento apareció el que sería mi rival. Mi sorpresa fue grande. Mi regreso no podía haber sido en un momento mejor.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Capítulo 13: Un beso en la boca con la muerte.

Las vacaciones en España no fueron tan relajantes como me había imaginado. Al menos a Laura le sirvieron de algo, recibiendo el cariño de familiares y amigas, sobre todo de Paula, que tanto echaba de menos. Yo, me pasé todo el tiempo tenso y encerrado en mis pensamientos. Laura me lo recriminó muchas veces.
Al regresar a Japón estuvimos unos días algo perdidos, necesitamos un período breve de aclimatación a las costumbres y horarios japoneses. Fui a casa de Kazuma, mi vecino, le había pedido que nos recogiese el correo, abriese la casa para que ventilase y otros recados. Le llevaba un trozo de jamón como regalo, para compensarlo por las molestias. Al llegar a su casa pude ver a su hijo, Naoto, jugando con un coche de radio control.
- ¡Naoto-kun!
El niño vino corriendo a abrirme el portal.
- ¡Bienvenido! Espera un momento, por favor, voy a llamar a mi padre.
Al cabo de un rato Naoto y Kazuma salieron por la puerta del garaje.
- Naoto, dile a tu madre que te de las cartas del vecino.
- Voy.
Mientras Naoto entraba en casa, Kazuma me invitó a entrar en el garaje.
- Estaba modificando los tarados de la amortiguación al RX-7.
- Veo que eres un enamorado de los motores rotativos.
- Sí, me encantan. Desde mi primer FC me enamoré de ellos. Oye Devil, pasó algo muy sorpendente poco después de marcharte de vacaciones.
- ¿El qué?
- Vecino, aquí tienes tu correspondencia -dijo la esposa de Kazuma-.
- Gracias, esto es para vosotros, un pequeño obsequio. Aceptadlo, por favor.
- ¡Oh! Jamón, huele de maravilla. No deberías haberte molestado.
- Es lo menos que podía haber hecho por vosotros, os habéis portado muy bien.
- ¿Cómo está Laura?
- Ahora mismo acostada, tiene jaqueca. De su depresión está mucho mejor.
- Me alegro, ya no os interrumpo más.
Observamos como Keiko -la esposa de Kazuma- y Naoto se alejaban del garaje.
- Kazuma, ¿cuántos años tiene Naoto?
- Seis. Volviendo a lo antes, en una batalla alguien preguntó por tí.
- ¿Quien?
- Kuroi Inazuma.
En ese momento me puse nervioso.
- ¿Qué quería?
- Había oído hablar de un Hashiriya del Mid Night Club que conducía un R32, quería desafiarlo. Toshi dijo que él y Masao eran los miembros más veterano del club, pero dijo que al que quería retar era a tí.
- Bueno, ya tendremos nuestra batalla.
- Él es de los mejores de Japón, es de los pocos que está a nuestro nivel.
Salí de su garaje y regresé a nuestra casa. No pude resistir la tentación de subirme a mi R32. No lo encendí por miedo a despertar a Laura. Subí al dormitorio, me acerque a Laura, tenía los ojos abiertos.
- ¿Has dormido?
- Sí, me acabo de despertar hace un poco, ¿ya tienes el correo?
- Sí.
Mientras pasaba los sobres por mis manos, apareció una carta del hospital a mi nombre. Los nervios me superaron y las cartas se cayeron al suelo. Laura se incorporó muy rápido y se puso a mi lado, visiblemente alterada.
- ¿Qué ha pasado? ¡Estás pálido!
- Es una carta... del hospital...
- Ábrela.
- No me atrevo...
- Tranquilo, ¿la abro yo? -dijo Laura acariciándome un hombro-.
Abrí la carta, al leerla pude ver cómo Laura cada vez se ponía más nerviosa. Al acabar volví a doblarla y miré para ella.
- ¿Qué pone?
- Estoy bien, no soy estéril.
Ella sonrió, aliviada. Me abrazó con fuerza y me besó.
- Bueno, ahora depende de la suerte.
- ¿Tanto deseas ser madre?
- Sí, aunque ahora mismo me aterra. Tengo un miedo increíble, necesito mucha ayuda para poder superarlo.
- No te preocupes, aquí estoy.
Aquella semana aún no teníamos que ir al trabajo, por lo que aprovechamos para estar juntos el mayor tiempo posible. Noté una sensación parecida a cuando conocí a Laura, como si volviese a descubrir por primera vez cada parte de su ser. Lo mejor de todo fue el hecho de no tener batalla, así podría pasar una noche de viernes con ella, cosa que provechamos para cenar fuera de casa, tras dar un largo paseo por Tokyo.
La vuelta al trabajo empezaba fuerte, Nismo había organizado una reunión acerca del R33 JGTC. Sería sobre el plan de pruebas. Durante mi ausencia habían probado el prototipo en el circuito Aida. Los pilotos de pruebas habían comentado ciertos aspectos que les llamaban la atención.
- Los turbos parecían entrar de manera secuencial.
- Sí, es lo que habíamos acordado.
- Verá, parece que se notaba un  pequeño vacío antes de que empezasen a funcionar conjuntamente.
- Ese problema se deberá a la electrónica, pero es solucionable, creo.
- Sí, los técnicos han modificado los mapas de motor para paliar ese efecto y lo han conseguido. La potencia se ha incrementado un poco.
En ese momento el jefe habló en tono muy serio.
- El principal problema ha sido que la carrocería del R33 JGTC todavía no ha sido finalizada, así que tuvimos que probar el conjunto de motor y transmisión en un chasis R32.
- Nosotros, los pilotos hemos visto que el motor responde muy bien, al igual que la transmisión.
- De todas maneras -dije- me gustaría probar el coche en condiciones de carrera, parecidas a las de Le Mans, es decir, de noche y en una larga recta, para ver como se desenvuelve.
- Ya lo hemos sometido a tests de Endurance en el banco y los resultados han sido buenos.
- Perfecto, pero el banco y la carretera pueden dar lecturas diferentes. Mi recomendación es pedir el cierre de algún tramo de autopista con una larga recta o curvas muy rápidas y probarlo de noche.
- Muy bien, ¿quién será el piloto de pruebas?
- Yo mismo -dije-.
- ¿Está usted loco? -dijo el jefe rompiendo el asombro de los presentes- ¡Podría matarse!
- Quiero comprobar en primera persona las prestaciones de ese motor.
- Está bien, nadie mejor que usted conoce ese motor. Tenga cuidado.
Unas semanas más tarde me confirmaron el día y hora exactos de la prueba. Serían un viernes a las tres de la madrugada, en la ruta Shuto 11, la ruta Daiba, atravesando el Rainbow Bridge.



Cuando llegué a casa y conté a Laura mi decisión de probar yo mismo aquel prototipo casi se muere de un infarto.
- ¿Cuándo es esa prueba?
- El viernes, a las tres de la madrugada. La autopista estará cerrada al tráfico. Un equipo de bombero y de emergencias estará allí por si pasa algo.
- Ya, si te estrellas a 300 km/h te van a servir de mucho...
- No pienses en eso, saldrá bien.
- Eso espero.
En ese momento me percaté de la locura que iba a cometer. Si me pasaba algo a mí, ¿que sería de Laura? Se quedaría sola en Japón. Su depresión mejoraba, pero de vez en cuando tenía algún pequeño revés. En ese momento había dejado la conversación en suspenso. Ella me miraba fijamente.
- ¿En qué piensas?
- En nada, Laura.
- Ten mucho cuidado.
- Lo tendré.
- ¿Puedo ir a esa prueba?
- Claro que sí.
- Mejor, prefiero estar presente.
Hasta el día de la prueba el tiempo pasó muy rápido, como cuando intentas resistirte a algo que no deseas pero sabes que pasará.
El viernes había llegado, había estado lloviznando gran parte del día, pero por la tarde el sol hizo acto de presencia y empezó a secar los miles de kilómetros de asfalto que hay en Tokyo. Pasada la medianoche, un Nissan Gloria apareció en mi casa para recogernos a Laura y a mí. Durante todo el trayecto ella iba asida de mi mano. Me miraba de manera nerviosa a cada instante. Llegamos al área de servicio pactada, allí estaba un camión de Nismo con el prototipo descargado. Era blanco, muy agresivo. El jefe me indicó que me acercase.
- ¡Buenas noches! Cámbiese en la autocaravana, hay un mono ignífugo y un un casco.
- Ya tengo casco propio, gracias. Mi esposa ha querido venir a ver las pruebas, espero que no le moleste.
- En absoluto, siempre y cuando sepa que no puede sacar fotografías.
- No se preocupe.
En ese momento tomé la mano de Laura y entré en la autocaravana. Laura me miraba en absoluto silencio mientras me cambiaba, sus ojos expresaban miedo. De repente, suspiró largamente.
- ¿Qué ocurre?
- Nada...
- Laura, dime que te pasa.
- Tengo un mal presentimiento...
En ese momento se abrazó a mí con fuerza.
- Tranquila, sólo haré un par de pasadas con el coche. Después volveremos a casa como si nada.
- No sé... tengo mucho miedo.
Salí de la autocaravana con el mono puesto. Uno de los mecánicos se acercó a mí.
- El coche monta slicks. Suba a él, le explicaré el protocolo de arranque y el funcionamiento de la caja de cambios.
Me puse el caso y me colé entre las barras antivuelco. Tomé asiento y apreté los arneses. El mecánico se acercó a mí y comenzó a darme instrucciones.
- La caja de cambios es de accionamiento secuencial, para subir marchas debe empujar la palanca hacia atrás, para reducir, hacia adelante. Sólo debe pisar el embrague para arrancar o para dar marcha atrás. La marcha atrás se inserta manteniendo el embrague pisado mientras mantiene la palanca en posición de reducir marcha estando en punto muerto. Para meter primera pise el embrague también. Un indicador en el salpicadero le indica la marcha que tiene insertada. ¿Entendido?
- Sí.
- Ahora active las bombas de gasolina y el sistema eléctrico, pulse ese botón rojo y habrá encendido el motor.
- Perfecto.
Hice todo el protocolo de arrancada, encendí el motor y lo mantuve al ralentí para subirlo un poco de temperatura. Miré a mi derecha, Laura me miraba preocupada. Le hice un gesto de que se acercase a mí,mientras venía, puse mi mano derecha abierta sobre el cristal, ella besó su mano antes de posarla encima de la mía por el otro lado del cristal. En sus labios pude leer un "Ten cuidado. Te quiero".
Me hicieron un gesto, inserté primera tal y como me había indicado aquel mecánico. El coche se movía de manera lenta, en la punta del gas, su acelerador no parecía tener ese efecto interruptor del que se quejaban los pilotos del R90CP. Cuando enfilé la salida del área de descanso,apreté el acelerador y noté un empuje salvaje, inserté segunda y ahí llegó la sorpresa. La caja de cambios era de accionamiento duro pero instantáneo, no había caída de revoluciones. Seguí acelerando, veía como las farolas de la autopista parecían caerse y mi vista sufría el efecto túnel. Podía ver con cada cambio de marchas como el escape escupía llamaradas. Notaba vibraciones, pero todo daba igual, iba a más de 280 km/h y me seguía sorprendiendo el funcionamiento de aquella caja de cambios, subía de marchas de manera tan rápida que apenas se notaba el salto de una marcha a otra.
La carretera se acababa y tocaba dar la vuelta en el lazo asignado para ello. Reduje la velocidad, la curva era larga y rápida, a su salida empecé a acelerar. Atravesé el Rainbow Bridge 306 km/h. Tan pronto como pasé el puente noté que las ruedas delanteras flotaban sobre el asfalto y que la parte trasera parecía superar a la delantera. El trompo era inevitable, corté gas y el coche empezó a trompear, perdí la cuenta de los giros que hizo, por fortuna, eso hizo que perdiese velocidad. Tras el desagradable sonido de los neumáticos arrastrándose por el asfalto, sólo pude oír un golpe seco y ver como el alerón trasero se desintegraba viendo como partes del mismo golpeaban el techo del coche. Tras eso sólo pude oír, el sonido de una sirena que parecía acercarse, pero la oía tan lejana que no creía que llegase a tiempo. Me dolía mucho la cabeza. Quizás la vida de aquel prototipo y la mía habrían nacido para acabar contra un muro de la autopista.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Capítulo 12: Doble vida.

Siempre que tenía batalla, acostumbraba a doblar los retrovisores, buscando un poco más de eficacia aerodinámica, así que sólo podía ver a aquel NSX patrulla por el espejo interior. Cuando me deshice de él, salía otro coche patrulla, en este caso un R32, por uno de los carriles de incorporación. Me asusté un poco, pero pronto comprobé que se quedaba atrás. Me había olvidado de la famosa ley de los 160 km/h.
Lo bueno de la Wangan es que tiene muchos túneles, algunos de ellos con ramificaciones interiores. Cuando llegué a uno de ellos, tomé una salida, sabía perfectamente dónde estaba, tendría que dar un pequeño rodeo para llegar a casa, pero estaba bastante cerca. Cuando llegué abrí con rapidez el garaje y guardé el coche, pude observar que Kazuma estaba llegando con su RX-7 a casa. Nos hicimos un gesto y miré hacia la ventana del dormitorio. Pude ver luz, Laura estaba separando las cortinas. Entre en casa. Laura estaba bajando las escaleras. Había puesto un albornoz sobre su camisón. Al verle la cara supe que me iban a someter a un interrogatorio digno de una película de espías.
- ¡A menudas horas llegas! ¿Dónde te habías metido? ¿No habrás bebido?
- No chilles, por favor.
- Los vecinos ya han debido de despertarse con el ruido de tu coche y el del vecino. ¿Has ido de bares con él?
Ella se acercó y me olió el aliento. De pronto se puso tensa y pude ver aflorar una pequeña lágrima en sus ojos.
- ¿Hay otra mujer? Es que lo sabía...
- ¡Pero cómo voy a estar con otra! ¿Tú estás loca o que te pasa?
Tan pronto como acabe de decir aquella frase, me di cuenta de lo desafortunada que era. La reacción de Laura fue darme una bofetada.
- ¡Pues hoy duermes en el sofá! O si eso vete a ver a dormir a casa de esa puta, a mi me da igual.
Ella se fue corriendo escaleras arriba, intenté seguirla hasta el dormitorio, pero ella cerró la puerta desde dentro. Tal como estaba la situación, bajé al salón y me tumbé en el sofá. A pesar de la tensión, me dormí enseguida. Al despertarme pensé que aquel sábado sería un infierno, quizás el fin de mi matrimonio. Lo que no había visto era que estaba tapado con una manta que yo no recordaba haber cogido.
Tan pronto como me levanté, Laura hizo acto de presencia.
- Buenos días -dijo ella, seria-.
- Buenas, me voy a la ducha.
- Espera, por favor, quiero hablar contigo.
- Tú mandas...
- Ayer me porté como una estúpida, lo siento.
- No, el culpable fui yo, aquel comentario fue muy desafortunado.
- Yo estaba muy nerviosa... No me dijiste a dónde ibas...
- Fui a una reunión de la escudería de la que soy socio, siempre quedamos los viernes a medianoche. Kazuma coincidió que también llegaba.
- ¿Cómo se llama tu escudería? ¿Mid Night Club?
En ese momento asentí, pero empecé a notar gotas de sudor frío recorriendo mi cuerpo.
- Perdona que ayer te pegase, no sé por que pensé que estabas con otra. Por cierto, me gustaría ir un día de estos al ginecólogo. Debería haber tenido el período estos días y tengo un retraso de varias semanas. Tengo miedo a que todo sea psicológico...
- No te preocupes, si estás más segura, el lunes pedimos cita.
- Vale.
Ella, al contestar, no pudo evitar poner una mirada nerviosa.
Unos días después acabamos en la consulta de Masao, el doctor Yoshida. Tras explorar a Laura, sus esperanzas de un embarazo se esfumaron. Masao llamó a la consulta de la doctora Temashita, que pudo atender a Laura ese mismo día. Mientras Laura estaba dentro de la consulta, Masao estuvo hablando conmigo.
- Creo que la próxima batalla será dentro de mucho tiempo.
- Sí, yo también. ¿Cómo ves a Laura?
- Bien, es una mujer fértil, sólo que hoy no ha sido el día en que pueda decirle que será madre. Espero que no sea muy duro. Lo siento, pero tengo que dejarte. Hasta otra, Devil.
- Hasta luego.
Al cabo de un buen rato, Laura salió de la consulta cabizbaja.
- ¿Qué tal te ha ido?
- La doctora ha dicho que no tengo un embarazo psicológico.
- Bien, ¿no?
- Sí... supongo.
- Tranquila, el doctor Yoshida me ha dicho que estás perfectamente y que podrás ser madre.
- Entonces, ¿por qué no me quedo embarazada?
En ese momento empezó a llorar. Me abracé a ella intentando consolarla.
- Laura, a lo mejor el problema soy yo.
- ¿Cómo?
- Es posible que yo sea estéril. Ahora pediré cita para unos análisis y así saldremos de dudas.
- Aún eres muy joven...
- Da igual, ¿y si no tengo ningún problema y tú no te has quedado embarazada por casualidad? Mis madre no me tuvo a mí hasta varios años después de casada, ninguno tenía problemas de fertilidad. Lo importante es que tu estés bien.
Ella sonrió ligeramente. Al bajar a recepción pedí cita para hacerme un test de fertilidad. Para mi sorpresa una enfermera me dijo que podía hacerla ya mismo si quería, a lo que accedí. Nos condujeron a primer sótano, la planta donde estaban las donaciones de semen y óvulos. La enfermera me abrió una puerta que daba a una pequeña habitación sin ventanas y en la que había una estantería y un televisor.
- Señor, si lo desea, tiene ahí unas revistas y vídeos para estimularse...
- No es necesario, toda la estimulación que necesito la tengo en ella -dije señalando a Laura-. Soy hombre de una sola mujer.
La enfermera cerró la puerta sonriendo.
- ¡Pero bueno! Yo no pienso ayudarte a... bueno... ¡eso!
- Vale, entonces cogeré una revista de estas...
- Toca una revista y te parto las manos.
- Era broma. Déjame un momento tranquilo.
Salimos a entregar la muestra. Nos dijeron que en unos quince días tendríamos los resultados.
Esto sucedía a mediados de 1994, en breve sería el cumpleaños de Laura. Al fin de semana siguiente a la consulta en el hospital, ambos fuimos en tren hasta el área comercial de Tokyo. Pasamos por el célebre paso de peatones de Shibuya y acabamos entrando en un centro comercial del que ya había hablado, uno que tenía en la azotea un parque de atracciones.
En esa época cualquier centro comercial japonés estaba años luz por delante de los españoles. Ni siquiera se presagiaba el éxito que posteriormente tendría alguna cadena española en Japón.
Aquella visita me suponía una ventaja, conocer que artículos le gustaría tener y regalárselos. Recuerdo que se probó un montón de vestidos y ropa, pero lo que de verdad le fascinó fueron unos zapatos de tacón. Por aquel entonces los tacones no alcanzaban las vertiginosas alturas que tienen hoy.


- ¡Dios mío! ¡Qué bonitos son!
- Y altos. ¿Por qué llevan la suela pintada de rojo? ¿Ahora Ferrari también hace zapatos?
- ¡Qué bruto eres! Son unos Louboutin, siempre llevan las suelas rojas... ¡Ay! Si no fueran tan caros...
Miré el precio, casi me desmayo al verlo. Con el dinero de aquellos tacones se podrían comprar varios pares de mis zapatillas favoritas, las Adidas de toda la vida o un buen escape inoxidable para mi R32. Aún así, pensé que Laura se merecía un pequeño premio después de tanto sufrimiento.
Días después tuve una reunión en Nismo. Aquel día probaríamos el primer prototipo del motor del R33 del campeonato de GTs. Sabíamos que los test del R33 se habían realizado con cierto éxito. El lanzamiento del R33 de calle sería para enero de 1995, así que a mediados de 1994 se estaban haciendo los últimos test de ajuste para corregir cosas como los tarados de suspensión y traspasarlos a la producción en serie.
Cuando llegué a la zona del banco de potencia la tensión que se palpaba en el ambiente podría cortarse con un cuchillo. Unos mecánicos estaban instalando el motor en el banco, nos hicieron un gesto con la cabeza para indicarnos que ya estaba listo. El jefe abrió las llaves de paso de la gasolina y de electricidad. Se hizo un fuerte ruido y el motor comenzó a girar. Hacía un ruido como el de un aullido, subía de revoluciones de una manera espectacular. No podía separar la mirada de la pantalla del ordenador. El primer test se había completado con éxito, más de quinientos caballos.
- Enhorabuena -dijo el jefe haciendo una reverencia-. Buen trabajo.
- Gracias -dijimos todos al unísono respondiendo con otra reverencia-.
- Estamos deseando probar ya el coche terminado, el problema es que los aerodinamistas aún no han terminado de diseñar ciertas partes. Tan pronto como esté terminado haremos un test completo. ¿Con qué potencia acabaremos?
- Señor -dije-, el sistema de transmisión nos hará perder algo de potencia. El soplido de los turbos estaba al máximo, así que en configuración de competición rondaremos los cuatrocientos caballos.
- Entendido, esperemos revalidar título.
En ese momento no contesté muy convencido, la noticia de que un McLaren F1 GTR iba llegar a Japón sobrevolaba mi cabeza y la amenaza era muy seria. Por mucho que fuese un coche derivado de uno de calle, la base de partida ya estaba orientada a las carreras. El R33 nacía derivado de un coche de calle, desgraciadamente, poco se podía hacer contra él. Nismo desoyó mi consejo de crear un prototipo de motor central, aprovechando la reglamentación que permitió el nacimiento del F1 GTR.
Todo era júbilo a mi alrededor, mientras tanto, yo sabía que aquel GT-R no había nacido para ganar. Me creía que el fin del reinado de Godzilla en los circuitos había terminado.
Ese mismo día, cuando salí de trabajar, apuré mis pasos y me metí en el centro comercial al que solía ir con Laura. Me acerqué a la sección de zapatería y compré esos zapatos que tanto le gustaban. En ese instante, mi jefe me llamó al móvil. Me confirmaba que mis vacaciones serían muy largas, debido a que el año anterior no las tomé. Podríamos volver a España en agosto, me reincorporaría al trabajo en enero.
Cuando llegué a casa, vi que todas las luces estaban apagadas. Guardé la caja de los zapatos dentro del R32, el único sitio en el que Laura no miraría.
Llegó el día de su cumpleaños, nunca olvidaré la cara de alegría que puso al verlos.
- Me los has comprado, gracias.
- Te los mereces.
- Gracias, eres el mejor.
En ese momento, con ella entre mis brazos, hizo que me sintiese especialmente repugnante, parecía que con esos zapatos estaba comprando un pasaporte que me permitía seguir ocultándole mi vida secreta como uno de los Hashiriya más temibles de Japón.
Cuando llegó la época de las vacaciones, recibí algunas llamadas desde Japón. A la vuelta de mis estancia en España, probarían el primer prototipo del R33 JGTC y yo debía estar presente. IHI estaba muy contenta con mi trabajo.
Tengo que reconocer que durante mi estancia en España, Hiro y su maldito R32 estuvieron muy, pero que muy presentes en mi cabeza. Era una pesadilla cuyo final no parecía vislumbrarse.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Capítulo 11: Bosozoku.

Desde la derrota con Hiro, estaba realmente obsesionado con su Z32. El sonido de su motor, el soplido de sus turbos y aquellas llamas saliendo del tubo de escape me perseguían. Soñaba con él, en todo momento se me aparecía aquella imagen y esa sensación de impotencia por no poder alcanzarlo.
Cambiando de tema, Laura cada día estaba mejor. Su sonrisa volvía a presidir su cara y su mirada volvía a desprender brillo. Cada vez que llegaba a casa la veía sonriente, asomada a la ventana. Tan pronto como abría la puerta del portalón de nuestra casa, ella salía corriendo a recibirme con los brazos abiertos, sonriente, dándome un beso de bienvenida. Había vuelto a trabajar, volvía a ser la Laura de siempre.
Cuando ella se reenganchó al trabajo, solíamos esperar el uno por el otro a la salida del trabajo, y desde allí, tomar el tren de camino a casa, salvo que hiciese mal tiempo, dónde siempre me las arreglaba para que me presentasen un Pulsar GTi-R negro para ir a casa. Recuerdo que un día en el que tuve que recoger a Laura, una moto bastante estrafalaria se paró cerca de ella. Era una moto negra, una mezcla entre chopper y café racer. Su conductor iba totalmente de negro, al igual que su montura, pero lo que más me sospechó fue ver que llevaba un bate de béisbol.


Aquel día llevaba el Pulsar de la empresa. Al ver a aquel tipo tan raro me bajé lo más rápidamente posible, pude que ver que se acercó a Laura empuñando su bate y haciendo ademán amenazante.
- ¡Dame tu bolso, puta!
- Sí... por favor, no me hagas nada...
En el momento en que ella extendía su brazo para dárselo, pude saltar sobre aquel tío y desequilibrarlo. Ambos caímos al suelo, recuerdo el sonido del bate cayendo al suelo mientras yo, aprovechando que su casco dejaba la parte de la cara abierta le clavaba mis dedos en su cara y ojos, defendiéndome como podía y agarrándolo con fuerza. Pude oír a gente que se acercaba.
- ¡Alto! ¡Policía!
Seguí agarrándolo hasta que dos agentes se lo llevaron. Laura se acercó a mí, muy nerviosa.
- ¿Estás bien?
- Sí.
- Disculpen, soy la agente de policía Nikahara. ¿Está bien señor?
- Sí.
- Verá, hemos visto como defendía a su...
- Esposa.
- Ah, entiendo -dijo sonriendo- y nos vemos obligados a tomarle declaración.
- Sí, venía a recogerla, cuando vi a ese motorista atracarla, me lancé encima y después llegaron ustedes. Nada más.
Otro agente llegó con el bolso de Laura en sus manos.
- Señora, aquí tiene su bolso. ¿Sería tan amable de revisarlo y verificar que no le falta nada?
Laura se apresuró a mirar el interior.
- No, todo está en orden.
- Muy bien, no se preocupen por ese Bosozoku, no es necesario que pongan denuncia. Nos encargamos nosotros de todo. Pero me temo que tengo que notificarle que su coche está mal estacionado, debemos multarlo.
- No se preocupe. Pagaré la multa.
A aquel suceso no le dimos demasiada importancia.
Días después volvimos a la consulta de la doctora Temashita, no es que Laura hubiese recaído, pero le había recomendado ir todos los meses a una consulta, según la doctora podría hacer un buen seguimiento, ya que en casos tan traumáticos como el de Laura era lo correcto. Al entrar en el hospital, Laura apretó mi mano con fuerza y me miró. Le devolví la mirada y seguimos andando. Laura le contó a la doctora su evolución, ascendente a pesar de pequeños altibajos. La doctora se mostró satisfecha, tanto que decidió alargar las consultas a períodos de tres meses.
Volvimos a casa. Allí nos encontramos con un pequeño camión de una empresa de mensajería. Era un paquete de mis padres. Al abrirlo nos encontramos una grata sorpresa: Jamón, chorizo, una lata grande de aceite de oliva... cientos de productos españoles que echábamos de menos en Japón.
Aquella noche Laura estaba mejor que nunca, desde que sus problemas habían empezado nunca la había visto mejor. Se había vuelto a maquillar, poco a poco se iba olvidando de aquella fase de dejadez provocada por la depresión. Cuando acabamos de cenar, ya en el dormitorio, ella se sentó en mi regazo y me besó, se puso de pie y empezó a desnudarse. Contemplé su bello cuerpo unos segundos, antes de que ella se acercase a mí y empezara a sacarme la corbata y a desabrochar mi camisa.
- ¡Oh, Lilí! -dije-.
- Hacía siglos que no me llamabas así -dijo ella, con un sugerente susurro-.
En ese momento ella me empujó hasta tumbarme en la cama, después me giré, invirtiendo nuestra posición, ella ahora estaba entre mis brazos. La besé, Nos dejamos llevar, hacía tanto tiempo ya desde la última vez...
Días después, por un anuncio en el periódico,me enteré de que había una nueva batalla. El tiempo hasta la medianoche del día de la batalla se me hizo eterno. Llegué puntual a la cita con los Mid Night. Toshi ya estaba allí, me acerqué a él para hablar y pasar el rato.
- Buenas noches Toshi.
- Buenas, Devil.
- ¿Contra quién es la batalla de hoy?
- Contra unos Bosozoku.
En ese momento me puse muy tenso. Esa palabra la había oído demasiadas veces en poco tiempo.
- Toshi, ¿qué significa Bosozoku?
- Los Bosozoku son pandilleros que van en moto. Sus motos no son rápidas, sólo hacen ruido y llevan pintas raras. Pero también se usa para pilotos serios, como nosotros, pero para diferenciarlos de los Hashiriya, les llamamos así. Los Bosozoku que puedes ver por ahí con sus motos raras son unos cobardes, unos ladrones. ¿En España hay bandas así?
- Sí, aunque suelen llevar ciclomotores y robar el bolso a las viejecitas. Les llamamos "quinquis".
Oír a un japonés pronunciar la palabra "quinqui" fue extraño y divertido a la vez.
En ese momento dos Suzuki GSXR negras hicieron acto de presencia, eran nuestros rivales.
Cuando la batalla comenzó estaba manteniendo un diálogo interior conmigo mismo, como los de las series manga. Me decía a mí mismo que tenía que ganar, yo era el defensor del honor del Mid Night Club. En breve me desembaracé de ellos, quizás debido a mi temeridad. No podía sacarme a Hiro de la cabeza. Adelantaba a los camiones a escasos centímetros, me daba todo igual. Les gané. Al llegar al final nos reunimos en el punto de encuentro que habíamos fijado, una gasolinera. Aquellos motoristas habían competido de manera limpia y parecían gente honrada, no gamberros como el que intentó atracar a Laura.
Llevábamos pocos minutos allí, cuando una voz procedente de un megáfono nos sacó de nuestras divagaciones.
- ¡Les habla la Policía! ¡Deténganse!
En ese momento corrimos despavoridos hacia nuestros coches. Por el retrovisor podía ver como un NSX de la policía me perseguía.

martes, 4 de noviembre de 2014

Capítulo 10: Hiro, una nueva obsesión.

Tomé aquella copa de vino mientras miraba a Laura a sus ojos. Me tomó de la mano y me hizo bajar al salón. Ella rebuscó en la estantería, al girarse tenía uno de sus vinilos en las manos. Sin dejar de sonreír, se acercó al equipo de música y abrió la tapa del plato de vinilo, colocó el disco y la aguja con gran delicadeza. A los pocos segundos empezó a sonar una canción que a ambos nos traía buenos recuerdos. Ella me hizo un gesto y me invitaba a bailar.


- ¿Te acuerdas de esta canción?
- ¡Cómo olvidarla, Laura! Fue la de nuestro primer beso.
- Sí, en aquella disco... que jovencitos éramos...
- Dieciocho añitos, pero, ¿sabes una cosa?
- Dime.
- Sigo viendo en tus ojos a aquella chica a la que llevé a dar una vuelta en mi Rover.
- Y yo a aquel chico un poco tímido que estudiaba ingeniería, que tenía la habitación llena de revistas de coches y discos de grupos de rock duro... Y a pesar de todo, sigo tan enamorada de él como el primer día.
- Lo mismo digo.
En ese momento le di un abrazo. En un año nos habían pasado tantas cosas. Lo importante es que Laura ya estaba mejor, era un alivio volver a ver su sonrisa.
Pocos días después celebre también otro aniversario, el de mi noviciado con los Mid Night Club. Me presenté a aquella batalla con una mezcla de miedo y emoción. Al llegar al punto de encuentro, alguno de mis compañeros todavía no había llegado. Pude ver algún coche con las pegatinas del club que no había visto nunca antes. Uno de ellos era un Ferrari 348tb, lo estaba mirando cuando un aullido de revoluciones desvió mi mirada, llegaban Kenji, Toshi y Masao al mismo tiempo, seguidos por un llamativo RX-7 fucsia. El conductor de ese Mazda era nada más y nada menos que mi vecino, Kazuma, que estrenaba en esa batalla el coche.
Todos nos acercamos a Toshi y Masao. Toshi empezó a hablarnos.
- Caballeros, tenemos que tomar ciertos cambios en nuestras reuniones. A partir de ahora nuestro punto de encuentro será en los alrededores de Yokohama, acabaremos en las cercanías de Tokyo, en una gasolinera. Nuestro territorio es la Wangan, aunque saldremos de vez en cuando a otras rutas de la autopista, si retamos a alguien o nos retan a nosotros a ir allí...
- Nadie se atreve a retarnos, Toshi.
- Kenji, no interrumpas. Hoy no nos ha retado nadie, pero sé que la semana que viene es posible que nos reten. Sé que los de ABR han preparado un Z32 para un hashiriya misterioso, más potente que el tuyo, Kenji.
- No  puede ser...
-Sí -dijo Smokey- he oído por ahí que ha traído un motor muy misterioso desde Estados Unidos.
- ¡Me da igual! -dijo Kenji-, mi Z será el más rápido de todo Japón.
- Tranquilos -terció Toshi-, hoy el protagonista será Devil.
Al decir esa frase me miró.
- Dime Toshi, estoy listo.
- Hoy es tu último día de novato. Dime, ¿Quieres seguir con esto?
- Sí. Estoy listo.
- Muy bien, te enfrentarás hoy a Ryunosuke.
Miré entre mis compañeros para ver quien era, entonces vi que un hombre me hacía una reverencia, a la que le contesté, y se subía en aquel Ferrari 348tb.
Me subí a mi R32, lo arranqué y puse rumbo hacia la salida, sería distinta, el ganador sería el primero en llegar al peaje del final de la Wangan, allí nos reuniríamos todos.
Cuando dieron la salida, pude ver como el Ferrari me adelantaba. Me pegué a él y seguí acelerando. Tuve que esquivar a un par de camiones, aunque después pude adelantarlo. Empecé a vigilar cada vez más mi velocidad punta, podía ver al Ferrari por mi retrovisor, pero a una distancia lo suficientemente amplia como para no preocuparme porque me adelantase. En ese momento llegó la sorpresa. Tras la instalación de los nuevos inyectores y la nueva electrónica, la velocidad punta ascendió hasta unos 305 km/h.


Llegué el primero, mis compañeros me recibieron con gritos levantando sus brazos. Toshi se acercó a mí y empezó a hablarme.
- Enhorabuena, desde 1985, cuando se fundó nuestro club, no ha habido un novato tan bueno como tú. Bienvenido Devil.
- Gracias.
Le hice una reverencia a Toshi. Él hizo un gesto al que respondieron Kenji, Masao y Smokey. Toshi se colocó al lado de mi R32. Ellos empezaron a colocar las pegatinas oficiales del club en mi coche. Ya era oficial, ya pertenecía al grupo de pilotos ilegales más importante de todo Japón.
Recuerdo perfectamente que aquellos días fueron muy convulsos para mí. Recuerdo ir un día a ver el bonito Rainbow Bridge y allí vi a uno de los Hashiriya más importantes de Japón. Viendo la estampa nocturna de Tokyo con Laura, el sonido de una descarga de turbo me sacó de las vistas, me giré y pude ver la estampa de un Porsche 935 negro, era él, no había duda, acababa de ver al Kuroi Inazuma. Sabía que el relámpago negro frecuentaba la ruta Daiba por la que transcurría el Rainbow Bridge, pero verlo en directo me impresionó.
Otra cosa que también me impresionó fue conocer a Hiro. Era el propietario de ese Z de los talleres ABR que tanto misterio y revuelo había causado.
La batalla contra él fue un desastre, Kenji y yo nos enfrentamos a él, luchando desesperadamente para alcanzarlo, pero fue en vano. Nos venció, la primera derrota del Mid Night Club. Jamás olvidaré aquella lucha, limpia y feroz contra Hiro y su maldito Z32. Hiro fue aceptado como miembro de pleno derecho del Mid Night Club. Eso hizo que pudiese conocer su coche y enterarme de que su misterioso motor provenía de un prototipo hecho en Estados Unidos para batir récords de velocidad en el lago salado de Utah. Según me confirmó el propio Hiro, rendiría unos ochocientos caballos al freno. Debo decir que Hiro era todo un caballero, su honor hacia sus rivales y respeto era digno de admiración. Recuerdo que al finalizar aquella batalla consoló a Kenji por su derrota, animándole a no rendirse y seguir mejorando. A mí también me habló.
- Devil, había oído hablar mucho de tí, eres tan buen hashiriya como dicen. Eres todo un hombre de honor.
- Hiro, esta derrota es la primera del Mid Night Club. ¡No sabes cómo me avergüenzo de deshonrar así al Club!
- Tus palabras te ennoblecen. Has luchado con todo tu honor y valentía, sin rendirte. Amigo, serás el mejor.
En aquel momento levanté la vista del suelo y miré a los ojos de Hiro.
- Tendré mi venganza. Te ganaré.
Hiro sonrió y me miró.
- Si pierdo contra alguien, quiero, que seas tú Devil. 
Volví a mirar su coche, aquel Z32 tendría algún punto débil. Sólo tendría que averiguar cual era.
Sabía que llegaría la hora de mi venganza, sabía que el honor del Mid Night Club se había mancillado. En aquél momento, yo me consideraba el único capaz de recobrar el honor para mi club. Sería capaz de todo, hasta de morir si me permitiese ganar a Hiro.

domingo, 26 de octubre de 2014

Capítulo 9: El ángel caído.

Al ver a Laura subida a la paredilla del balcón, salí de la cama a la velocidad del rayo. Parecía que aquella escena estaba discurriendo a cámara lenta. Podía ver perfectamente como el espesor de la pared era ligeramente menor que la porción de sus pies sobre la que se estaba apoyando. Ella iba a adelantar su pie derecho, dispuesta a precipitarse al vacío. Por fortuna, pude llegar antes, agarrándola fuertemente de la cintura y tirando de su cuerpo hacia el interior de la habitación. Caí de espaldas al suelo y ella sobre mí. No dejé de agarrarla ni por un segundo. Ella lloraba y no paraba de chillar.
- ¡Déjame! ¡Ya no quiero vivir!
- Laura, tranquila...
- ¡Suéltame!
- No pienso hacerlo. Tranquilízate.
La agarré con más fuerza, forcejeó durante un tiempo, hasta que desistió. En ese momento, ella se agarró a mí fuertemente y siguió llorando, ésta vez con más fuerza. La abracé e intenté consolarla con todas mis fuerzas. Guardó silencio unos segundos. Cuando me habló, su voz era casi un susurro.
- Perdóname. Por favor.
Acaricié su pelo y miré a sus ojos, vidriosos y empañados por las lágrimas.
- Tranquila. No pasa nada.
- Esto es muy duro para mí, ¡deseaba tanto ser madre!
- Sé que es muy duro, te entiendo. Pero el doctor Yoshida me ha dicho que tú estás bien. Laura, podrás tener hijos cuando quieras. A mí también me encantaría ser padre, pero lo importante es que tú estés bien. Serás una madre estupenda.
En ese momento pude ver un pequeño brillo de esperanza en su mirada.
- Necesito ayuda, me estoy volviendo loca.
- Claro que necesitas ayuda, tendrás que ir a un psiquiatra, pero no estás locas. Hoy te has obnubilado, se te han cruzado los cables, pero no estás loca.
- Yo... yo quería sacarme de delante. No veía ninguna salida. Quería morir. Sentía que no tenía cabida en el mundo...
- Laura, ¿recuerdas cuando empezamos a salir? Te prometí que jamás volverías a estar sola. Por favor, no me dejes solo a mí.
Ella me miró y me agarró los brazos con fuerza. Comenzó a sollozar otra vez.
- Cuida de mí, por favor, tengo miedo, esto me supera, me siento muy mal.
- Claro que sí, mañana pediré a la empresa que sigan enviándome el trabajo a casa hasta nueva orden. Miraremos de algún doctor para que te atienda. Lo importante es tu salud. Si quieres, vuelve a España, mis padres te atenderán encantados. Sabes que te quieren mucho.
- Tus padres siempre me adoraron. Son muy buenos conmigo, pero yo necesito estar contigo y que me apoyes en todo esto.
En ese momento, le señalé nuestras alianzas, la cogí de la mano y miré a sus ojos.
- Sabes que estaré aquí, siempre y cuando lo necesites.
- Gracias.
Dibujó una tímida sonrisa y me besó. Recuerdo que aquella noche no volví a dormir, Laura sí lo hizo, abrazada a mí. Mientras ella dormía no dejé de mirarla ni por un instante.
Aquel fin de semana pasó de manera rápida, aunque he de reconocer que tenía unas ganas terribles de ir al garaje y ponerme a trabajar sobre mi GT-R. Ya había encargado la electrónica y unos nuevos inyectores de alta capacidad, para ser exactos los mismos que montaba el R32 del campeonato japonés de GT, que por cierto, no estaba dejando títere con cabeza en el campeonato. La próxima mejora sería el recubicado del motor a tres litros y la instalación de una caja de cambios de seis velocidades. También pensaba en cómo mejorar los sistemas de refrigeración y lubricación, para mantener durante el mayor tiempo posible la velocidad punta, tal y como me había recomendado Kenji. Con la nueva caja de cambios y el recubicado del motor ya aspiraba a superar la barrera de los 300 kilómetros por hora. Con la nueva electrónica e inyección aspiraba a rozarla. La potencia, con el mapeado más radical ascendería a unos briosos quinientos caballos.
El lunes llamé a mi trabajo para explicar a mis superiores mi situación. Aunque fueron muy comprensivos, me pidieron que fuese por allí para explicarme un asunto importante. Tan pronto como colgué el teléfono volví a marcar otro número diferente. Tras dos tonos de llamada, por fin me contestaron.
- Hospital Universitario de Tokyo, ¿en qué puedo ayudarle?
- Buenos días, me gustaría pedir cita para un psiquiatra, por favor.
- Espere un momento, por favor, mire, la doctora Temashita podría atenderle esta misma tarde.
- Bueno, el paciente no soy yo, sería mi esposa...
- Entiendo, ¿ella será consciente de que va a una consulta psiquiátrica?
- Sí, va de propia voluntad.
- Muy bien, su consulta queda programada para las cuatro y media de la tarde.
- Gracias.
Le comuniqué la noticia a Laura, que respondió afirmativamente pero nerviosa. Le dije que tras su consulta debería acercarme a mi trabajo.
Aquella tarde subimos a mi R32 y fuimos al hospital, le dí unos protectores de oídos para subirse al coche. Volví a mentirle y le dije que hacía tanto ruido por haber instalado piezas que eran prototipos.
Al aparcar vi en la zona reservada para los médicos un Porsche 911 de color burdeos, en las puertas llevaba unas pegatinas que ponían "Mid Night Racing Team" y otra que sólo ponía Mid Night en el parabrisas. La pegatina gris del parachoques también erala del club, la que rezaba "Car Speciall". Al fijarme mejor pude comprobar que era el coche de Masao, pero se me hizo raro verlo. Yo, cómo aún era un novato, no podía llevar esas pegatinas, por lo que me sentía más seguro al sacar mi R32 a la calle, era más difícil que me descubriesen.
Al entrar en el hospital, sentí un ligero mareo, noté como Laura agarraba mi brazo con fuerza. Ahora, por suerte, ya no sonaba "Moon River". Pude ver a Masao por uno de los pasillos. Al vernos se acercó a nosotros.
- Me alegro de verla mejor. No sé si me recuerda, soy el doctor Yoshida.
- Sí que me acuerdo -dijo Laura, algo asustada-.
- ¿Viene a mi consulta?
- No, vengo a la de la doctora Temashita.
- Es una gran psiquiatra. Está en muy buenas manos. Hasta pronto.
- Disculpe doctor ¿podré quedarme embarazada otra vez? -dijo Laura con voz temblorosa-.
- Sí, claro. Siga mejorando así.
Masao siguió su camino. Siempre me llamó la atención su amabilidad y seriedad. Era tan serio que nunca sonreía.
Al entrar a la sección de psiquiatría el panorama era dantesco. En aquella sala de espera había personas cuyo aspecto parecía terrorífico. Laura se sentó asustada a mi lado, aferrándose a mi brazo. Nos rodeaban personas cuyas miradas estaban perdidas o anormalmente vivas, moviendo los ojos a una velocidad espectacular. Otra se zarandeaba en una silla, mientras su compañero de asiento hablaba solo.
- ¿A dónde me has traído? Yo... no soy una loca... Quiero irme...
- Tranquila Laura, no estás loca. Sólo estás enferma, al igual que ellos, sólo que lo tuyo es más leve.
En ese momento una mujer de larga melena salió a la sal y preguntó por Laura. Nos levantamos y nos hizo pasar al interior de la consulta.
- Buenas tardes. Soy la doctora Temashita. -dijo en un perfecto castellano-. No se sorprenda, aprendí su idioma hace años y me gustaría practicarlo con usted -dijo con una amplia sonrisa-. ¿Sabe usted japonés?
- Sí.
- Muy bien, yo le hablaré en español, pero si se encuentra más cómoda hable en japonés.
- Entendido.
- Le ruego que disculpe el panorama que ha visto. Puede ser violento para una persona en su estado. Siéntense ahí, les haré unas preguntas.
Empezó a hablar con Laura. Le contó su intento de suicidio y toda su situación. A mí me preguntó otras cosas, entre las cuales le confesé que creía haberme portado mal con Laura por ponerme a arreglar el coche mientras ella dormía. La psiquiatra dijo que Laura tenía un cuadro depresivo y le recetó una medicación suave. Le dijo que tendría miedo a volver a quedarse embarazada otra vez, a pesar de estar sana. Ese miedo tardaría en desaparecer, pero con terapia pasaría a ser cosa del pasado.
Salimos de la consulta más tranquilos, aunque antes de salir, la doctora pidió hablar conmigo en privado.
- Mire, no quiero engañarlo, el estado de su esposa es inestable. La medicación intentará estabilizarla, pero no descarte recaídas. Procure no dejarla sola.
Aquellas palabras retumbaron en mi cabeza. La próxima cita sería en un mes.
Al salir del hospital me pidió que la llevase a su trabajo a ver a sus compañeras. Ellas la recibieron con los brazos abiertos preocupadas por su estado de salud. Tras una breve visita, la llevé a las instalaciones de Nismo. Le presenté a mis superiores, que me invitaron a entrar en una sala, pidiéndole a una secretaria que acompañase a Laura durante mi ausencia. Mi jefe empezó a hablar.
- Nissan quiere competir en las 24 Horas de Le Mans de 1995 con un R33. Ya sé que estamos en 1993, pero hemos presentado el prototipo del R33 y en principio el proyecto partirá del motor RB26DETT. Nos gustaría que usted desarrollase los turbos.
- Acepto. Sólo pido que pueda trabajar desde casa mientras la salud de mi mujer no me permita venir a trabajar aquí, salvo cuando empiecen las pruebas en el banco.
- Me parece justo. Tome este teléfono móvil. Estaremos en contacto.
Al salir de la sala pregunté adónde habían llevado a Laura, un compañero me dijo que la habían llevado a mi despacho.
Cuando llegué al despacho, vi a Laura sentada en mi silla, con el marco de fotos que tengo en la mesa en sus manos. Ella me miró.
- ¡Hola! No sabía que tuvieras esta foto aquí.
- Claro que sí.
- ¡Éramos unos críos!
- Sí íbamos en segundo de carrera. ¿Qué te parece mi despacho?
- Un poco frío, todo lleno de esquemas y piezas de motores...
No pude evitar sonreír, la tomé de la mano y regresamos a casa.
Su evolución era lenta, pero satisfactoria. Los meses pasaron, los campeonatos se acabaron, con sendas victorias de Nissan en GT y en turismos, en esta última disciplina el R32 disputaba su última temporada.
Recuerdo que un día al llegar a casa vi a Laura en el balcón. Siempre esperaba mi llegada a casa mirando por una ventana, con un gesto triste y sentada con las rodillas cerca del pecho. Ahora lucía un precioso vestido negro y tacones. Me bajé corriendo del coche y la miré, ella sonrió. Subí a nuestro dormitorio corriendo, pensando que había tenido una recaída y quería volver a suicidarse.
Cuando entré, ella se giró sonriendo, había recuperado el brillo de su mirada. Sobre un mueble, había dos copas de vino tinto.

- Feliz aniversario, mi amor -dijo ella acercándome una copa-.
Miré mi reloj y enseguida me di cuenta, era nuestro aniversario de bodas.
- Lo siento muchísimo, se me había olvidado. Mañana te compraré un regalo y...
Ella sonrió y me dio un beso.
- Me has hecho el mejor de los regalos, cuidarme cuando más lo necesité.

domingo, 19 de octubre de 2014

Capítulo 8: Bienvenida a casa, Laura.

Laura estuvo hospitalizada durante una semana. Recuerdo que al día siguiente de ingresarla mi madre voló hasta Tokyo para cuidar de nosotros. Cuando llamé para contar a mi familia lo sucedido ni me había preocupado por saber que hora era en España. Mi madre había venido para quedarse un mes con nosotros, así yo podría ir a trabajar y Laura no quedaría desatendida.
Llegar a casa fue algo extraño,muy extraño. Laura normalmente siempre sonreía y tenía una mirada viva y brillante, ahora su cara era totalmente inexpresiva y su mirada era fría y perdida. Tenía un cuadro depresivo severo y le habían recetado unos potentes antidepresivos. Apenas hablaba. A pesar de que mi madre y ella siempre se habían llevado estupendamente, ahora no se atrevía ni a mirarla. "Soy una extraña en mi propia casa" decía.
Pasados unos días empezó a encontrarse mejor y empezó a cocinar, una actividad que le encantaba, pero que había aparcado en sus peores momentos. Por mi parte, viendo la situación, pedí en mi trabajo que enviasen mis labores a casa. Mi jefe se portó de manera muy comprensiva, mandándome un pliego de requisitos sobre unas turbinas que se montarían en el futuro R33 de GT y Le Mans.
Una noche, aprovechando que Laura y mi madre estaban dormidas aproveché para bajar al garaje e instalar un nuevo filtro de aire de competición a mi R32. El escape lo había instalado pocos días después de haber recibido el coche ya aligerado. Ahora la potencia ascendería a unos cuatrocientos caballos. Sin embargo, todo aquello no me parecía suficiente. Recordaba las palabras de Kenji, al hablar de la futura evolución de su Z32. Mis compañeros siempre se presentaban a cada batalla con sus coches ligeramente modificados, en una evolución constante (o stages, como decían ellos) que hacían a los coches cada vez más potentes. Me había desvelado por completo, así que decidí sentarme en el coche para ver su nuevo interior. El salpicadero y el guarnecido interior habían desaparecido casi por completo, el cuadro de mando era ahora digital, el volante era un Nismo con la parte baja plana y sobre el pilar del parabrisas del lado del conductor habían colocado dos relojes, uno de nivel del combustible y otro de presión del turbo. El mueble central era una placa de fibra de carbono con un cortacorrientes y los interruptores de la bomba de gasolina y el extintor, que estaba colocado detrás del freno de mano. Los nuevos bacquets y los arneses Takata ponían la guinda a un pastel de los más racing. Hasta el cristal de las ventanillas había sido sustituído por otro de menor grosor y peso. El siguiente paso sería la electrónica, ya estaba encargada, un ordenador HKS multiprogramable que controlaría todos los parámetros del motor. También tenía pensado en cambiar los turbos y el intercooler por unos de diseño propio que todavía no había no habían empezado a fabricar en IHI ni siquiera como prototipo. Un paso intermedio entre estas modificaciones sería la sustitución de los inyectores por otros de mayor caudal y una nueva caja de cambios de seis velocidades que había visto anunciada en un catálogo.
Cuando volvía a entrar en casa pude oír unos pasos que se dirigían a la cocina, me acerqué a ver y era Laura.
- ¿Te encuentras bien?
Ella se giró con la mirada perdida y ni siquiera gesticuló.
- Sí. Quería un vaso de leche, me he despertado y eso me ayuda a dormir.
- Yo vengo del garaje...
- Eres un egoísta, sólo te importa tu coche.
El tono tan desganado de su voz me hizo sentir muchísima vergüenza. Laura tenía razón, cuando más me necesitaba, yo más me encerraba en el garaje.
- Lo siento, preciosa, no volverá a suceder.
No me contestó, se quedó observándome mientras daba un largo sorbo de leche. Después se sentó en una silla y comenzó a llorar. Corrí hacia ella y la abracé, al poco rato apareció allí mi madre, nadie dijo ni una palabra, no eran necesarias.
Todo fue así durante esa semana. Lo peor fue al llegar el viernes, al ver en el periódico un anuncio que decía lo siguiente:

Vendo equipos de música profesionales. Estaré en el área de servicio de Namiki desde las 00 a las 2 am. Muchas gracias.

En aquel momento hice uno de los actos más deleznables de mi vida, le comenté a Laura y a mi madre que mi jefe me pidió que fuese al trabajo, que tardaría mucho en volver debido a que acabaríamos trabajando en un túnel de viento hasta la madrugada, por que antes no estaría disponible.
Cuando llegué a la batalla, Kenji estaba apoyado en su coche.
- Vaya, ¿eres tu el de los equipos Hi-Fi?
- No.
- ¿Te pasa algo? Te encuentro diferente...
- No te preocupes Kenji, es algo privado. Cambiemos de tema, ¿puedes darme algún consejo para ser mejor hashiriya?
- Poco puedo decirte, Devil, ahora voy a llamarte así, la gente ya no te llama Gaikoku no Akuma. A lo que iba, tu coche es muy veloz, pero necesitas mayor velocidad punta. De grip y aerodinámica está bien. He oído que unos talleres llamados R-Blue están desarrollando un BNR GtR32 para vencerte a tí. Ya tienes la fama de ser el R32 más rápido de todo Japón. Mi consejo es el siguiente, una vez consiga la top speed, has de mantenerla el mayor tiempo posible. Así que trabaja mucho la refrigeración y la alimentación. ¿Qué tanque llevas?
- Un ATL de seguridad, de competición, como el del R32 JGTC, de 150 litros.
- Entonces está bien. Mira, ahí vienen Toshi y el resto.
Tras Toshi pude ver el 911 de Masao. Todos los presentes éramos Mid Night.


Masao, al bajarse del coche me echó una mirada de sorpresa, yo saludé a Smokey como quien no quiere la cosa. Nadie pudo ver el gesto de Masao. Toshi nos reunió en un círculo y empezó a hablar.
- Bueno, esta noche competiremos entre nosotros, Devil, ¿nos enseñas tu coche?
- Sí, claro.
Todos se acercaron a verlo y hacían comentarios positivos.
- Bonita modificación, que sepas que tu fama ya es tal que quieren batirte.
- Algo he oído...
- ¿Te apetece correr hoy?
- Toshi, no, no ves que no tiene buena cara -terció Masao-.
- Masao, ya no eres el presidente.
- Devil, vete, aunque seas un novato no pasa nada, has venido como era tu obligación, pero hoy no correrás.
- Masao, ¿de qué vas?
- Márchate ya, Devil.
- Me quedaré Masao.
- No -dijo Toshi-. Parece ser que ahora manda él, vete, no pasa nada. Masao, tu y yo, ahora.
- Vale, acepto.
Ellos se subieron en sus coches y salieron disparados ante nuestra cara de sorpresa. Smokey fue el único que rompió el silencio.
- La lucha de poder entre Masao y Toshi, otra vez, los dos Hashiriya más veloces de Japón... En fin, Devil, vuelve a casa.
- Sería una falta de respeto hacia Masao. Adiós chicos.
Kenji me acompañó hasta mi R32, me dio un pequeño toque en el hombro.
- Que todo mejore en tu casa.
- Gracias Kenji. eres muy considerado.
Se despidió de mí con su saludo militar.
Al llegar a casa, Laura y mi madre charlaban tranquilamente. La conversación siguió hasta que vimos que era demasiado tarde. Laura parecía estar mejor.
El mes pasó muy rápido. Mi madre se fue y volvimos a quedar Laura y yo solos. Ella había mejorado mucho.
Un día me dijo que quería ir al centro comercial, una mala idea. Compró un bonito camisón blanco y algunas cosas más que nos hacían falta. Pero fue ver a una pareja de nuestra edad y echarse a llorar. Durante mucho tiempo se abrazó a mí y lloró sobre mi hombro. Cuando nos fuimos de allí, respiré aliviado.
Aquella noche ella estrenó su camisón. Estaba realmente preciosa. Al acostarse me deseó las buenas noches con un beso y diciéndome cuánto me quería. Nuestro dormitorio estaba en la segunda planta de la casa, tenía una puerta deslizante que daba paso a un pequeño balcón cuya pared tendría el grosor del canto de un ladrillo.
Empecé a soñar, una voz femenina muy conocida empezaba a susurrarme al oído que me quería muchísimo, que ojalá pudiese perdonarla por lo que iba a hacer, pero no lo quedaba otra alternativa. Pude sentir un beso en mi frente y, al cabo de un rato, una corriente fría. Me desperté y noté que Laura no estaba a mi lado. Miré hacia la puerta del balcón y la vi a ella, con el camisón blanco puesto, ondeando al viento. Estaba de puntillas sobre la paredilla del balcón y de espaldas hacia la habitación. 
Mientras me incorporaba, ella colocó sus brazos en cruz.

jueves, 16 de octubre de 2014

Capítulo 7: El inicio del fin.

Colgué el teléfono temblando y envuelto en sudores fríos. Mi jefe estaba cerca, le pedí permiso para salir y me dirigí por el pasillo hacia la calle. El hospital no quedaba muy lejos de mi trabajo, de hecho, el laboratorio en el que trabajaba Laura dependía del Hospital Universitario de Tokyo. Sería una caminata de unos 15 minutos que se me hizo interminable. Recuerdo que lloviznaba aquel día.
Al llegar al hospital, me acerqué al mostrador de recepción. Una enfermera estaba hablando por teléfono en lo que se me antojó una conversación interminable. Mientras ella hablaba yo empecé a tamborilear con mis dedos sobre el mostrador, movido por el nerviosismo.No me faltaron ganas de hacerle comer el teléfono. Cuando ella colgó se dirigió a mí con una amplia sonrisa.
- Buenas tardes, ¿habla mi idioma?
- Sí.
- ¿En que puedo ayudarle?
- Me han llamado para avisarme de que mi esposa ha ingresado aquí en estado grave.
- Ah sí. Su esposa es la mujer extranjera, ¿me equivoco? ¿Española?
-Sí, la misma -dije irritado ante la calma de aquella mujer-. ¿Sería tan amable de decirme dónde  demonios está?
- Está en la sexta planta señor -dijo sin dejar de sonreír-
- Gracias.
Me giré y salí corriendo hacia el ascensor. Jamás olvidaré la música que sonaba en aquelmaldito ascensor, era "Moon River" de Andy Williams. Irónicamente, era la banda sonora de la película favorita de Laura, "Desayuno con diamantes". Una canción y una película a las que a día de hoy les tengo la mayor de las manías desde aquel día.


Al llegar a la planta sexta tuve que volver a dirigirme a otra enfermera que regentaba otro mostrador de información, esta, en cambio, parecía más diligente que la anterior, al verme bajó la mirada a la carpeta que llevaba y al levantarla debió de suponer quien era yo.
- ¿Es usted el marido de... Laura? 
- Sí, ¿está bien?
- Su habitación es la 625. El doctor Yoshida está atendiéndola. Acompáñeme por favor.
La enfermera salió rápidamente de aquella mesa y entró en el pasillo, al llegar a la habitación de Laura me hizo un gesto con la mano.
- Es aquí. Ella es una compañera de trabajo de su esposa. Discúlpeme, pero tengo que dejarle.
Allí estaba una mujer japonesa que me miraba de manera nerviosa.
- ¿Es el marido de Laura?
- Sí.
- Me llamo Yui Hiruno, soy la superior de Laura.
- ¿Qué le ha sucedido? ¿No se puede entrar?
- No, el doctor me ha ordenado esperar fuera. Estábamos trabajando cuando Laura empezó a quejarse de un fuerte dolor en el vientre, a los pocos minutos vimos que cayó al suelo y que gritaba de dolor. La hemos traído aquí, de eso hará una hora. En urgencias dijeron que había que llevarla al quirófano inmediatamente. La ingresaron en el momento en que te llamaron.
- ¿Esta planta a que está dedicada?
- Es la de ginecología.
En ese momento empecé a ponerme en lo peor, me apoyé en una pared y noté como las fuerzas de mis piernas cedían, deslizándome por la pared hasta acabar sentado en el suelo. Yui se agachó para preguntarme si me encontraba bien. Tenía la cabeza entre las rodillas y no podía dejar de llorar.
Pude oír como se abría la puerta de la habitación y me levanté al ver al médico. En aquel momento no me sorprendió ver quien era aquel doctor, que resultó ser mi compañero de los Mid Night Club, Masao. Él no pudo reprimir un pequeño gesto de sorpresa, pero arregló la situación de manera rápida.
- ¿Puede acompañarme un momento al despacho que está ahí enfrente?
- Sí, ¿Ella está bien?
Él guardó silencio y nos hizo entrar en aquel despacho. Nos hizo ademán de que nos sentásemos.
- Su esposa está bien, pero debo comunicarle una lamentable noticia, ha perdido el hijo que estaba esperando. Lo siento.
En ese momento se hizo un silencio que sólo se rompió con un grito mío. Masao trató de tranquilizarme.
- Ha sido un aborto del que desconozco su naturaleza, su esposa trabajaba en el laboratorio de este hospital, ¿ha estado expuesta a algún tipo de tóxico, como amoníaco o similares?
- No -dijo Yui-. Desde que me comunicó su embarazo creí que era mejor que estuviese el menor tiempo posible expuesta a cualquier tóxico, últimamente se dedicaba a hacer trabajos mas livianos, sobre todo temas administrativos como albaranes.
- Muy bien -dijo Masao- entonces descartamos agentes externos.  
- Desde hacía días decía que notaba dolores en el vientre. ¿Ella ya sabe que ha abortado?
- Sí, estuvo consciente en todo momento, Ahora la hemos sedado un poco, para que estuviese más tranquila. Si quiere puede ir a verla. 
Me levanté y caminé hacia la habitación. El panorama que vi al entrar era dantesco. Laura estaba tumbada boca arriba, pero amarrada con correas. Estaba monitorizada por una máquina que introducía la dosis necesaria de sedante en su cuerpo.
- Sé que lo que ves es desolador, amigo, pero está atada por si sufre algún ataque de nervios. De veras que lo siento -dijo Masao-.
- Dime que se pondrá bien.
- Físicamente está bien, no tiene ninguna lesión y podrá tener hijos, pero su mente ahora mismo es muy frágil, necesitarás mucha paciencia. Tengo que irme, si necesitas cualquier cosa, estaré de guardia.
- Gracias.
Masao desapareció de la habitación. No sé cuantos minutos u horas pudieron pasar hasta que Laura abrió los ojos. Me acerqué a ella y le acaricié la frente. 
- Ya has llegado, bien -dijo con un hilo de voz-.
- Tranquila.
Vi como dirigía su mirada hacia sus manos.
- ¿Dónde estoy? ¿Por qué estoy atada?
Noté que empezaba a alterarse y llamé a las enfermeras usando el pulsador.
- ¡Dios mío! ¡Mi bebé! Lo he perdido... ¡Soltadme! ¡Yo no estoy loca! -dijo chillando- ¡Quiero ver a mi bebé! Haz algo, ¡te lo suplico! ¡No me dejes aquí! 
Masao entró en la habitación y manipuló la máquina para aumentar la dosis de calmantes, que fueron haciendo efecto adormilando a Laura poco a poco. Pude oír como susurraba un "vuelve, por favor".
Masao me ordenó salir de la habitación con él, allí quedaban dos enfermeras vigilando a Laura. Me pidió que lo acompañase a la azotea del hospital. Ya había anochecido.
- Creo que tendremos que llevarla a la planta de psiquiatría, es muy probable que tenga un cuadro depresivo.
- Sólo quiero que se recupere.
- Lo hará, pero será la batalla más dura a la que tendrás que enfrentarte jamás.
Noté que al decirme aquellas palabras, Masao había puesto su mano en mi hombro. Me quedé unos minutos contemplando la noche de Tokyo. Bajé inmediatamente a la habitación de Laura, nunca antes me había necesitado tanto.