lunes, 18 de abril de 2016

Epílgo 2: Ahora o nunca.

Cuando los viernes volvía a casa de mis padres, una de las primeras cosas que hacía era telefonear a mis amigos para quedar en aquel banco del parque al que acudíamos todas las tardes tras salir de clase. Mis amigos de toda la vida eran dos: un chico y una chica. A mucha gente le costaba entender que una chica fuese mi mejor amiga. La mayoría de compañeros de clase y de profesores les parecía ver que mi mejor amigo y yo competíamos por conseguir el amor de aquella chica. Algo totalmente descabellado, nos considerábamos como hermanos, al final, casi nadie se creía que cada uno de ellos tuviese pareja. En aquella época, finales de 1987, el único "soltero y entero" era yo.
Aquella tarde cuando llegué al parque, ellos ya estaban allí. Siempre que nos reuníamos, ellos se abstenían de traer a sus parejas. Aparqué cerca del banco y me acerqué a ellos.
- ¡Hombre! Ya llegó el ingeniero...
- Perdonad, llego algo tarde.
Ellos me hicieron un hueco y me senté cómodamente en el respaldo del banco. Ella me pasó un paquete de pipas y yo les acerqué la bolsa que traía, con latas de Coca-Cola.
Empezamos a hablar de los temas de siempre, coches, la vida en general... hasta que ella, se hizo la dueña de la conversación.
- Bueno, Fittipaldi -mis amigos me apodaron así desde pequeño-, cada vez que hablas de la uni, sacas en la conversación a una tal Laura, ¿quién es?
- Una chica...
- ¡No me había dado cuenta, oye! -dijo él, irónico-.
- Espera -dijo ella-, míralo, se acaba de poner rojo... A ver cuéntanos.
Por un segundo, me pareció estar en aquella escena de "Grease", en la que los protagonistas cantaban la canción "Summer days" y sus amigos les pedían que contasen más al grito de "Tell me more".
- Pues es rubia...
- ¡Lo sabía! -dijo ella, alzando el puño como gesto de victoria-.
- ¡No me interrumpas! Estudia Química, es simpática. Casi siempre coincidimos en el comedor y esas cosas.
- ¿Qué casi siempre coincidís? -dijo ella-. ¿Cuando te ve sonríe?
- Sí.
- ¿Cuándo habla contigo te toca? En plan, te toca el brazo, te acaricia un hombro...
-  Sí. Oye, ¿esto es un interrogatorio?
Ellos se miraron entre sí para luego mirarme fijamente.
- Tío, le gustas mucho -dijo él-.
- Mira, te lo digo yo, que soy mujer y tu mejor amiga. A esa chica le gustas, está esperando a que des el primer paso. En serio, invítala a tomar algo.
- ¿Y tu sabes si me gusta a mí?
- Mírate -dijo ella-. Estás coladito por ella. Pones una cara cuando hablas de ella que lo dice todo. Hazme caso, tienes una oportunidad de oro.
Nuestra reunión, siguió hasta que oscureció, acerqué a mis amigos a sus casas. Mientras conducía hacia la casa de mis padres, pensaba en lo que me habían dicho mis amigos, lo tenía claro, tan pronto como viera a Laura.
El lunes coincidí con Laura, tanto al desayuno como al almuerzo. Por la tarde, estuve repasando los apuntes de la clase, acabé pronto, por lo que decidí bajar a la cafetería del colegio mayor para tomar un café y leer el resumen de la temporada 1987 de la F1. Allí, acompañado de un buen café con leche doble, levantaba la mirada del papel para mirar por la ventana, observando a la gente que entraba y salía del colegio. Vi a Paula y a Laura pasar por delante de la ventana. Paula me había visto y había hecho un gesto a Laura, ambas saludaron con la mano, a lo que contesté levantando mi mano derecha sonriendo. Al cabo de un rato, ellas aparecieron en la cafetería, Paula cargaba con unos libros, Laura llevaba su bolso al hombro.
- ¡Hola! -dijo Laura-.
- ¿Qué tal chicas? ¿Os apetece un café?
- Lo siento, no puedo quedarme -dijo Paula-. Tengo que entregar un boletín para mañana y voy apuradísima.
- Yo me quedo -dijo Laura-. Es que no me gusta molestarla cuando tiene trabajo y yo no tengo nada que hacer.
Paula dijo que subía a su habitación antes de despedirse.
- ¿Qué estás leyendo? -me preguntó Laura sonriendo-.
- El resumen de la temporada de Fórmula 1.
- Ah... Siempre me he preguntado por qué los Fórmula Uno tienen esa forma.
- Es por culpa del efecto suelo.
- ¿Efecto suelo?
- Sí, la forma es la del ala de un avión invertida, así el aire que pasa por encima del coche va más despacio que el que pasa por abajo, empujándolo contra el suelo, eso hace que se agarre al asfalto -mientras decía todo eso, le dibujaba un esquema en una servilleta con un bolígrafo-.
- Ah, vale...
- Te estoy aburriendo, ¿verdad?
- No, no es eso. Se nota que estudias Ingenieria por vocación.. Una pregunta, ahora que lo veo ahí escrito, ¿qué eso de "Turbo? Lo vi también en coches por la calle.
- Es una especie de bomba de aire. Comprime el aire que va a entrar en el motor...
- Claro, como toda combustión necesita oxígeno... ¡qué se note que estudio Química!
Laura se reía mientras decía aquella frase. La miré y vi como se ponía un poco colorada y miraba mi revista.
- Me encanta este coche amarillo.


- Es un Lotus. Su piloto es una bestia, estoy seguro que llegará muy lejos.
- ¿Cómo se llama?
- Ayrton Senna, es brasileño.
Ella levantó la mirada de la revista y se arregló el pelo. Me miró sonriente.
- Tengo que contarte una cosa, hoy he ido a una entrevista, he conseguido un trabajo.
- Ah sí.
- Sí. Por las tardes voy a cuidar a un niño. Iré a recogerlo del colegio, hacerle la merienda, ayudarle con los deberes...
- ¿Te gustan los niños pequeños?
- Sí, además se me dan muy bien. Empiezo la semana que viene.
En ese momento recordé la charla con mis amigos, era la oportunidad perfecta.
- Laura, ya que a partir de la semana que viene estarás ocupada, ¿te gustaría salir este jueves?
- Sí -ella contestó con una gran sonrisa-. Me apetece salir a tomar algo, desde que empezaron las clases sólo he salido el día de la fiesta de bienvenida.
Estuve muy ansioso hasta que llegó el día. Lo marqué en el calendario como si de un examen se tratase, contando las horas con nerviosismo. Al llegar el jueves indicado, después de cenar, me apresuré para tomar una ducha. Mientras me peinaba, me miraba al espejo, ¿seguro que estaba bien vestido? ¿Le gustaría mi camisa?


"Ahora o nunca", me repetía. Era una oportunidad de oro. Cuando acabé me dirigí a su habitación, llamé a la puerta y me abrió Paula.
- Pasa, Laura está acabando de arreglarse, está en el baño.
- ¿Tú también sales hoy?
- Sí, he quedado con mi novio.
En ese momento, Laura salió del baño. Llevaba un vestido blanco, el pelo suelto... estaba preciosa.
- ¡Hola! ¿Llevabas mucho tiempo aquí? ¡Me encanta tu camisa!
- Gracias. Acabó de llegar. ¿Vamos bajando?
- Sí.
Los tres salimos del colegio mayor, el novio de Paula estaba esperándola fuera y ella fue corriendo a besarlo.
- ¿Nosotros a dónde vamos? -preguntó Laura-.
- No sé. ¿Te apetece ir a bailar?
- Sí. Es buena idea.
Ambos fuimos caminando hacia la zona de marcha de la ciudad, muy cerca del campus de la universidad. Mientras caminábamos, Laura me iba contando las inquietudes y retos que les suponía la carrera. Ambos compartíamos muchas inquietudes en ese aspecto.
Entramos en una discoteca que estaba de moda, abarrotada de gente. Nos acercamos a la barra y pedimos unas bebidas: gin-tonic para ella, cubata para mí. Mientras bebíamos, no podía dejar de pensar en cómo romper el hielo y empezar el ligoteo.
- Bueno, Laura, entonces... ¿Te gusta bailar?
- Sí, me encanta. ¡Oh! ¡Me encanta esta canción! ¿Bailas conmigo?
- ¡Encantado!

Ella me tomó del brazo y fuimos a la pista, se movía al ritmo de la música de una manera espectacular, acercando su cuerpo hacia mí. Yo no podía seguirle el ritmo, intentaba bailar de manera que no hiciese el ridículo. La siguiente canción era "No todo es lo que parece" de Aerolíneas Federales, entonces me acerqué  ella, lleno de fuerzas.
- Laura, tengo ganas de contarte una cosa.
- Dime -contestó sonriendo-.
Me acerqué a ella y la besé. Ella me miró a los ojos sonriendo, me rodeó el cuello y la abracé por la cintura. Entonces fue ella quien me besó a mí.
Al cabo de un rato, no recuerdo cuanto tiempo porque yo estaba en una nube, nos fuimos de allí. Mientras caminábamos de vuelta al colegio mayor, ella me cogió de la mano y miró fijamente a los ojos. 
- Mira -dijo ella-, ¿esto va en serio?
- Claro.
- Es que, tengo dudas...
En ese momento me asusté muchísimo, la miré, ella me devolvió la mirada con dulzura.
- Me explico, es la primera vez que me pasa esto, tengo miedo... Pero estoy segura de que quiero salir contigo. Me gustas muchísimo.
- Yo también, sólo quiero estar contigo.
En ese momento, me solté de su mano y la tomé por la cintura, ella hizo lo mismo, mirándome a los ojos y nos besamos. Cuando llegamos al colegio mayor, la acompañé a su puerta. Nos despedimos con un beso. Ella cerró su puerta muy despacio, me lanzó un beso y susurró un "buenas noches".
A la mañana siguiente, a las ocho y media dela mañana, alguien llamó a mi puerta. Era Laura, la invité a entrar. Al cerrar la puerta la besé. 
- ¿Cómo has dormido, Laura?
- Bastante bien, ¿y tú?
- Bien.
- Quería verte antes de desayunar. Estar un rato contigo a solas.
- Yo también quería verte. Gracias por venir.
- Este curso me estaba pareciendo una tortura, ahora que... bueno... que salimos juntos, estoy mas contenta.
- A mí me pasa lo mismo, Laura. Haré todo lo posible por hacerte feliz.
Ella sonrió y me besó. Bajamos al comedor a desayunar, sin haberme dado cuenta, le había cogido la mano. Todos en el comedor nos miraban. Paula nos miró sonriente. Nos sentamos en la mesa y desayunamos. Cuando salíamos hacia la facultad, nos despedimos con un largo beso. No sé que me dieron en aquella clase, sólo podía pensar en Laura.
Llegó el fin de semana, llevé a Laura y a Paula a la estación de autobuses y tras despedirnos, yo volví a casa. Cuando quedé con mis amigos, les conté lo que había pasado, ellos habían acertado. Ahora salía con la chica de mis sueños, era feliz, muy feliz. 
El fin de semana se me hizo largo, no dejaba de pensar en Laura. El domingo, cuando estaba aparcando en el colegio mayor, vi a Laura asomada a su ventana. Descargué mi maleta, cerré el coche y comprobé si estaba cerrado. Cuando iba a franquear la puerta, Laura aparecía corriendo, sonriendo. Me dio un beso, pero noté que su respiración era agitada.
- Por qué corriste tanto? -pregunté-.
- Te estaba esperando. Tenía muchas ganas de verte.
La tomé de su mano izquierda, cargando mi maleta con mi mano libre. Entré en mi habitación y la invité a entrar. Ella se sentó en la silla de mi escritorio mientras tanto me observaba en silencio, viendo cómo organizaba toda mi ropa en el armario. Cuando acabé, ella miraba el montón de revistas de coches que tenía en la mesa.
- ¿De que marca es tu coche?
- Es un Rover Vitesse. Era de mi tío. Lo preparó con piezas que vinieron de Inglaterra.
- Es muy rápido. El día que nos llevaste a dar una vuelta me quedé pegada al asiento.
- Yo quería otro coche, pero mi tío se fue a trabajar al extranjero y me lo regaló.
- Bueno, por lo menos tienes familia...
Dijo eso con una voz muy triste, empezó a llorar. La abracé intentando calmarla. Ella empezó a hablar entre balbuceos.
- Mi madre murió de cáncer cuando yo tenía cinco años. Mi padre, un día me llevó a casa de mis abuelos y nunca más volví a saber de él. Sé que se volvió casar y que tengo dos hermanas pequeñas, con ellas y con su madre me hablo. Mis abuelos murieron en un accidente el año pasado. Los padres de Paula me ayudaron muchísimo, pero me siempre me sentí sola.
- Vaya, lo siento mucho.
- No te preocupes, gracias. Me encuentro mucho mejor al contártelo. Además, ahora ya no estoy sola, te tengo a tí -dijo sonriendo-.
- Laura, voy a hacer todo lo posible por hacerte feliz.
Ella me abrazó, estaba anocheciendo. Abrazados, con su cabeza apoyada en mi hombro, estuvimos un buen rato mirando la puesta de sol a través de mi ventana.