martes, 9 de diciembre de 2014

Capítulo 15: La batalla más esperada.

Por fin había llegado el momento de conocer a uno de los hashiriya más famosos de Japón. Ahí estaba, el Kuroi Inazuma estaba repostando su coche en la estación de servicio. De pronto un grupo de personas se acercó a mí.
- Somos de la revista Option, hemos venido a cubrir esta batalla. ¿Va a aceptar el reto propuesto por Kuroi Inazuma?
- Claro que sí -dije-, los Mid Night Club no tememos absolutamente a nadie.
El periodista me miró con confusión. Otro de los periodistas allí presentes se afanaba en sacar fotos de mi R32. Toshi y los demás se acercaron a mí. Mi mirada se centró en aquel impresionante Porsche, parecía recién sacado de un circuito, pintado de negro, parecía confundirse con las sombras y la oscuridad de la noche.


Me parecía impresionante. Su conductor se bajó, sería un hombre de unos cuarenta años. Toshi se apresuró a hablar.
- La batalla consistirá en llegar a la última cabina de peaje antes del área de servicio en primer lugar.
- Vale -constestó Kuroi Inazuma-. ¿Quién es Devil?
- Yo -contesté haciendo una reverencia-.
- Un placer conocerte -dijo antes de hacer otra reverencia-. Tenía muchas ganas de conocerte.
- Lo mismo digo.
- Será la segunda derrota de los Mid Night, sólo que yo no quiero ser miembro.
- Estás muy seguro de tu victoria...
- Tanto que apuesto mi coche a que no me vencerás.
En ese momento me di cuenta de que los periodistas nos estaban rodeando. Pude oír un "oh" de sorpresa entre los presentes que hizo que mi sangre hirviese y me creciese ante aquel auditorio. Dibujé una sonrisa y en tono fuerte hice mi réplica.
- Muy bien, hay muchos testigos que lo han oído. Acepto el desafío.
En ese momento, Toshi se interpuso entre los dos estaba muy enfadado.
- Devil no es un veterano como nosotros, rétanos a Masao o a mí.
- No me interesa una batalla contra nosotros, sí contra Devil. ¡Empecemos!
En ese momento todos los periodistas se pusieron en marcha. Masao se acercó a mí.
- Mucha suerte.
- Gracias.
Toshi apenas me miraba, Hiro y Kenji me hacían señas con sus pulgares levantados. Smokey, a quien no había visto antes, sería el encargado de darnos la salida. Me subí a mi R32 y me puse el casco. Podía oír a mi espalda el ronroneo del motor bóxer del Porsche. Solté un suspiro, y en ese momento una imagen de Laura apareció en mi cabeza. Su imagen parecía triste. En ese instante, el miedo parecía apoderarse de mí. El claxon del coche de Smokey hizo que saliese de mis pensamientos. El Kuroi Inazuma ya estaba a mi par. La batalla comenzaría en el momento en que entrásemos al carril de incorporación de la autopista. Cuando lo vi empecé a hundir el pie sobre el acelerador, subí una marcha y, de repente, me vi abrumado por el sonido de una válvula de descarga de turbo, el Kuroi Inazuma iba exactamente a mi par. De reojo podía ver a aquel piloto a mi derecha, ya que su coche conservaba el puesto de conducción a la izquierda. Seguí acelerando y subiendo marchas, pero despegarse de él parecía imposible. Tuve que esquivar a un par de camiones, cuando vi que aquel 935 estaba a mi estela. En el momento de esquivar a los camiones pude notar un defecto de mi R32, el eje trasero, en los cambios de apoyo a alta velocidad, parecía descolgarse un poco. Tenía aún reciente el accidente y para no perder el control levanté un poco el pie. Aquel Porsche detrás de mí me daba una sensación de desasosiego muy incómoda. Miraba al cuadro de mandos, iba a 300 km/h. Volví a hundir el pie sobre el acelerador, llegué incluso a abrir un pequeño hueco sobre Kuroi Inazuma, pero el sonido de su motor aún lo notaba muy cercano.
Llevábamos unos veinte minutos de batalla, faltaba poco para llegar a la cabina de peaje, estaba temiendo que mi rival preparase su ataque en el último tramo de batalla, pero lo único que vi por el retrovisor fue la matrícula de aquel Porsche que ahora parecía quedarse atrás. Llegué al área de servicio pactada, los periodistas me miraban asombrados. Debo decir que en aquella época, las revistas de coches preparados en Japón, seguían las batallas como si fuesen auténticos Grandes Premios. Me bajé del coche y los periodistas me rodearon. Kuroi Inazuma apareció detrás de mí.Se bajó del coche con cara de pocos amigos. Los miembros del Mid Night Club aparecieron poco después, se bajaron de sus coches y empezaron a aplaudirme. Me acerqué en ese momento a Kuroi Inazuma, que en ese momento debería sentirse como yo cuando perdí contra Hiro.
- Buena batalla, de las mejores.
- Gracias, has sido muy rápido. Es mi primera derrota. Toma, las llaves de mi coche. Acéptalas, por favor.
Él me estaba haciendo una reverencia mientras me alargaba las llaves de aquel espectacular Porsche.
- No es necesario. Sólo he defendido el honor del Mid Night Club. Sigue pilotando.
- No. Aprovecho esta derrota para dejar de ser un Hashiriya. No necesito este coche para nada.
Tomé las llaves de aquel Porsche. Un periodista de la Option se acercó a mi a preguntarme si podían hacer un reportaje de mi R32 en un circuito cerrado para probar su velocidad máxima. Acepté la propuesta. Me fijé como todo el mundo, mientras hablaba, se marchaba. Masao miraba con atención mi nuevo coche. Kuroi Inazuma aún seguía allí. Me libré de los periodistas y le hice un gesto de que se acercara. Vino con paso lento hacia mi. Masao levantó la cabeza y nos miró.
- Perdón -dijo-, ¿qué preparación lleva este coche?
- Es un chasis de 935 modificado. El frontal está basado en el del 935 "Baby" y la trasera es la del 935 sin modificar. El motor es de la última generación de 911 Turbo, aumentado de cubicaje y reforzado. Los turbos son TAG, proceden del McLaren de Fórmula 1 que pilotó Ayrton Senna.
Estábamos a finales de 1994, la muerte del astro brasileño estaba aún muy presente.
Dejé mi 935 en un aparcamiento cercano. Volví a casa y me metí en cama, con cuidado de no despertar a Laura. No fue suficiente, ella se despertó.
- Uhmm, ¿qué hora es?
- Las tres de la madrugada.
- ¿Dónde has estado?
- Con los chicos de la escudería. Mañana tengo que recoger un Porsche en un área de servicio, lo he comprado.
En ese momento ella se incorporó como accionada por un resorte.
- ¿Cómo que has comprado un Porsche? ¿Cómo?
- Pues estaba barato. Lo revenderé.
- Estás loco. A ver que haces con él.
- Por cierto, también vamos a ir con unos periodistas que quieren probar mi coche a un circuito, si quieres venir...
- Ya hablaremos mañana, me caigo de sueño.
Le dí un beso y me tumbé, esperando caer dormido lo antes posible.
A la mañana siguiente, tras desayunar, Laura fue la primera en preguntar por ese Porsche. Llamamos a un taxi que nos llevó hasta el aparcamiento dónde la noche anterior había dejado el coche. Lo que me sorprendió era que estaba intacto. Si un Porsche así lo dejasen aparcado en una gasolinera en España, es muy posible que apareciera vandalizado o que lo hubiesen robado.
Recuero que Laura al subirse tuvo un pequeño problema con la altura del coche y su vestido. Se subió completamente ruborizada.
- ¿Qué ha pasado?
- Que el vestido se me ha enganchado y se me ha visto todo.
- Supongo que llevarías bragas, no pasó nada.
Ella me dio un golpe en el brazo y refunfuño poniendo morritos. Parecía una adolescente enfadada.
Arranqué el coche, ella se asustó por el ruido de aquella bestia. Pude ver una pequeña placa dorada junto al contacto. ponía "Modified by RWB. Japan". Por aquel entonces, apenas había oído hablar de aquella empresa, pero por todo Japón, proliferaban los preparadores al mismo ritmo que las setas.
Mientras conducía aquel coche, me daba cuenta del retraso con el que entraba el turbo, pero cuando entraba, lo hacía de manera contundente.
Al llegar a casa, observamos el Porsche, a mí me parecía espectacular, pero quería conocer la opinión de Laura.
- ¿Qué te parece?
- No me gusta, me gustan más los Porsche normales.
- Entonces lo venderé, a mí tampoco me entusiasma.
- Aparte, cuando te den el coche nuevo, ¿dónde meterías éste?
- Tienes razón, lo venderé.
- ¿Cuánto puede valer?
- Si se vende a la persona adecuada, en yenes, el equivalente a unos veinte millones de pesetas. La preparación de este coche valió en su día un millón de dólares.
Pude ver una reacción de sorpresa en Laura. Su gesto era una afirmación de que quería que me deshiciese de aquél coche.
Unas semanas después volvía  a celebrarse otra batalla, yo no participé, por lo que aproveché para hablar con Masao.
- Masao, a tí te gustaban los Porsche, ¿no?
- Sí, ¿qué vas a hacer con el Kuroi Inazuma?
- Te lo vendo.
- Pídeme lo que sea.
Le pedí la cifra que había pensado y aceptó sin negociar. Concertamos la cita y me dio un fuerte apretón de manos. Aparecieron los periodistas de la Option también me dieron fecha para el día del reportaje. También irían Masao, Hiro y Kenji.
El día de la prueba,llegamos a un circuito oval, no recuerdo su nombre, pero es poco conocido fuera de Japón. Consistía en alcanzar la velocidad más alta. Era cerca de las navidades, aunque no nevaba hacía mucho frío y un viento que ofrecía resistencia al avance de los coches. Laura insistió en subir conmigo durante la prueba. Teníamos mucho tiempo disponible y la sensación de velocidad se veía mitigada dado el peralte y la exagerada anchura de la pista. Volví a notar esa escasez de adherencia del coche en la parte trasera. No quisieron darnos los datos, los publicarían para el número de febrero.
Cuando volvimos a casa, Laura se acercó a mí y me besó, le devolví el beso agarrándola con fuerza por la cintura. Ella tomó impulso y rodeó mi cintura con sus piernas. Subimos al dormitorio, donde ella se desnudó y me tumbó sobre la cama.
Las fiestas pasaron, llegó el nuevo año, Laura y yo dimos largos paseos por parques nevados y la esperanza de un embarazo volvió a desvanecerse mientras la sombra de la depresión volvía a aparecer. Laura volvía a recluirse en la habitación y a llorar abrazada a la almohada. Era desesperante la impotencia que sentía al no poder hacer nada para calmarla y consolarla.
A principios de enero, me entregaron mi flamante R33 GT-R, de color plata. Ese día Laura me acompañó a recogerlo. La alegría duró poco, Laura recaía una y otra vez en una espiral depresiva. Me pareció mucho más banal el hecho de que mis peores temores en el ámbito deportivo/profesional se confirmaran: un equipo del campeonato de GT se había inscrito con un par de McLaren F1 GTR. El reinado del GT-R se había terminado, lo tenía muy claro.
Lo único que sacó una sonrisa de mi boca fue el número de febrero de la revista Option, con mi R32 a su máxima velocidad.

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