lunes, 1 de diciembre de 2014

Capítulo 14: De vuelta en la Wangan.

Desperté en una habitación de hospital. Entre el personal médico me pareció oír gestos de alivio al ver que abría los ojos.
- ¿Se encuentra bien?
- Estoy algo mareado...
- ¿Sabe dónde está? ¿Recuerda lo que pasó?
- Creo que estoy en el hospital. Recuerdo que estaba probando un prototipo de Nissan y perdí el control.
- Parece que está bien. Avisaré a su esposa.
Aquella doctora salió con paso rápido de mi lado. Había una enfermera a mi lado, notaba mi cuerpo entumecido, quise estirar el brazo para llamarla, pero fue imposible, era como si lo tuviese dormido, notaba ese hormigueo, pero apenas podía moverlo unos centímetros. Ella se dio cuenta y se acercó a mí.
- ¿Necesita algo?
- Sí, tengo la boca seca. ¿Podría darme agua?
- Claro que sí.
Vino con un vaso de plástico y una pajita, bebí un poco. Volví a mover el brazo y pude agarrarme al antebrazo de la enfermera.
- Disculpe, ¿Es muy grave lo que tengo?
- La verdad es que estamos sorprendidos. Teniendo en cuenta la velocidad a la que chocó, nadie contaba con que sobreviviese. No tiene ninguna lesión grave, pero por precaución, deberá estar unos días en observación. Dentro de poco lo subiremos a planta, ya tiene una habitación para usted.
- Gracias.
Pasó muy poco tiempo hasta el momento de subirme a planta. No pude ver a Laura por ningún sitio. Antes de que hiciese pregunta alguna, un celador me dijo que ella estaba esperándome. Ya me encontraba bastante mejor, no estaba tan mareado y la sensación de entumecimiento iba desapareciendo. Al llegar a la habitación, Laura estaba dentro. Le hice un gesto con la mano y ella la agarró. Cuando me instalaron, al salir los celadores, Laura se abalanzó sobre la cama y me abrazó. Empezó a llorar.
- ¡Dios mío! Pensé que habías muerto. Cuando te sacaron del coche no reaccionabas. No me dejaron ir contigo en la ambulancia...
- No te preocupes, ahora estoy bien.
En ese momento alguien llamó a la puerta, Laura la abrió, era mi jefe.
- Buenos días, ¿cómo está?
- Bien.
- Me alegro. 
- ¿Se ha salvado el prototipo?
- No es momento de preocuparse por eso.
- Dígamelo, por favor.
- Los elementos mecánicos sí. La carrocería no. Sacaremos lo aprovechable para un despiece. La carrocería irá al desguace. No sé cómo podemos agradecerle este sacrificio.
- ¿Podría quedarme con el despiece? El motor no me interesa, pero sí la suspensión, caja de cambios, el eje de transmisión...
- Deja de pensar ya en coches -dijo Laura-.
- No te preocupes, eso me distrae...
El jefe sonrió antes de contestar.
- Claro que puede quedarse con él. Veo que su mujer tiene razón. Déjese cuidar por ella, ha pasado un muy mal trago. Tanto yo, como sus compañeros le deseamos una pronta recuperación.
- Gracias.
Hasta ese momento no había preocupado, pero no sabía qué hora era.
- Laura, ¿qué hora es?
- Las ocho de la mañana.
- ¿Has desayunado?
- No. He llamado al trabajo y a tus padres. Saben que estás bien. 
- Ve a tomar algo. Yo estaré bien. 
- No quiero dejarte solo.
- No te preocupes por mí. Anda. ve.
En ese momento llegó una enfermera y un médico para hacerme unas pruebas de reflejos, obligaron a Laura a salir. Cuando salieron, Laura entró apresurada a la habitación. La enfermera se dirigió a mí.
- ¿Qué quiere desayunar? ¿Café?
- Si pudiese traerme un café con una tostada le estaría muy agradecido.
- Faltaría más.
- Espere, ¿podría traerle uno a mi esposa? De lo contrario hoy no desayunará...
- Claro -dijo sonriente, la enfermera-. Volveré pronto.
Aquella enfermera tan amable dejó la habitación cerrando la puerta sin hacer ruido.
- ¿Para qué le dijiste nada a la enfermera?
- No quiero que pases hambre. Tienes cara de cansancio, por lo menos toma algo caliente para asentar el cuerpo.
- No te preocupes por mí.
- Laura, siempre lo haré.
Ella se echó a llorar de nuevo y se abrazó a mí.
- Dime que no me dejarás sola.
- Claro que no.
- He pasado tanto miedo.
- Me pondré bien, ya verás como pronto volveré a casa y volverá a reñirme por pasar tantas horas arreglando el coches.
- No, eso si que no. ¿No tienes miedo?
- No. Y he de superar lo del accidente. Soy capaz de controlar un coche a alta velocidad, perdí el control por un aquaplaning. Tengo que volver a hacerlo.
- No. ¡Por favor!
- No me pidas eso...
- Entonces, si vuelves a hacerlo, quiero ir contigo en el coche. Si nos pasa algo, que nos pase juntos.
- ¡Laura!
- No es una opción, ni estamos negociando. Si quieres volver a hacer esas cosas, tendré que ir yo.
- Vale, acepto.
En aquel momento, aunque no lo parezca, era totalmente consciente de la locura que acababa de cometer. Si algo salía mal, me llevaría conmigo a una inocente, a Laura.
La enfermera regresó con dos humeantes tazas de café y tostadas.
- Le ayudo a incorporarse -dijo-.
- Déjeme intentarlo.
- Perfecto, estaré a su lado para ayudarlo.
Me incorporé con esfuerzo. La enfermera se apresuró para colocar la almohada de manera que no molestase.
- Gracias, ¿cual es su nombre?
- Me llamo Ryoko. Encantada.
- Gracias por todo.
- De nada. Por cierto, me he cruzado con el doctor Yoshida. Ha dicho que ha visto a su esposa y preguntó si había pasado algo. Le dije que estaba aquí usted. Ha dicho que quiere venir a verle.
- Gracias Ryoko, muy amable.
- De nada. Buen provecho.
Desayunamos con calma. Laura se apuraba en ayudarme, aunque no era necesario. Estuvo mucho rato conmigo, hasta que logré convencerla para que fuese a casa a descansar un rato. Cuando ella se despedía de mí, desde la puerta pude oír su voz.
- Buenas tardes doctor Yoshida.
- Hola. ¿Está despierto?
- Sí. Pase, está deseando verle.
- Gracias.
Masao entró en la habitación. Me dio la mano, tomó la silla en la que se había sentado Laura y la acercó a mí cama.
- Me alegro de que estés bien. Ha sido un accidente muy serio. Hemos roto las normas del club,ahora ya sé cual es tu profesión, y tu también conoces la mía. No debemos desvelar nada.
- Tranquilo. No diré nada.
- Esto nunca se lo conté a nadie. Hace varios años yo también tuve un accidente en la Wangan.
- ¿Fue muy grave?
- Sí. Yo por aquel entonces tenía un 930 muy preparado. Tenía un amigo que llevaba un Z como el azul que llevaba antes Kenji. En una batalla, él perdió el control, no pude esquivarlo y choqué contra él.
Noté que la siempre tranquila voz de Masao y su aparente seriedad se rompían. Estaba visiblemente emocionado.
- Todo eso ocurrió antes de que entrase en el Mid Night Club. Nunca lo he superado.
- Fue un accidente. No fue culpa tuya.
- Lo sé. Pero eso no lo devolverá a la vida. Sé que tenía una hermana pequeña. El día de su entierro, aquella niña de cinco años, se acercó a mí e intentó pegarme. Gritó que yo había matado a su hermano, desgraciadamente tenía razón.
- Tuvo que ser muy duro.
- Sí, pero lo mejor para superarlo es volver a la Wangan. Tengo que dejarte, mis pacientes me reclaman. Mejórate.
Al oír las palabras de Masao, mis ganas de volver a tomar los mandos de mi R32 aumentaban exponencialmente. Pasé una semana en aquel hospital, bajo los atentos cuidados de Laura, la persona que mas sufrió mi estancia. El disgusto le valió perder peso innecesariamente y unas ojeras considerables. Mi vuelta a casa supuso tranquilidad y algo de descanso para la pobre Laura. Mi vecino también vino a verme. Todos, incluido yo, nos sorprendíamos al ver que tras semejante accidente salí ileso.
Unos días después, Nismo me envió el despiece del prototipo, salvo el motor. Lo primero que instalé fue la caja de cambios, el resto (suspensión, frenos...) lo dejé con la idea de instalarlo más adelante. Aquella caja de cambios secuencial tenía seis velocidades y soportaba potencias cercanas a los mil caballos. Además, era algo más ligera que la de serie. Por último, me hice con un indicador digital que incluía una luz que se encendía para indicar que era el momento ideal para cambiar de marcha y una pequeña pantalla que mostraba el número con la marcha engranda. El cuadro de mandos digital que había instalado también mostraba la marcha engranada, pero era más difícil de ver. El día que acabé de instalar todo, Laura apareció en el garaje.
- ¿Ya le has montado todas las piezas?
- No todas. Algunas las pondré más adelante.
- ¿Cuándo vas a probarlo?
- Seguramente hoy a la noche.
- ¿En la misma ruta del accidente?
- Sí.
- Voy contigo.
- No me pidas eso, Laura. Por favor.
- Quiero ir. Si pasa algo malo, que nos pase a los dos juntos.
La miré y parecía nerviosa, se acercó a mí y me abrazó. Me miraba a los ojos.
- Tuve tanto miedo. Te necesito más que nunca. No vuelvas a dejarme sola nunca más.
- Te lo prometo. Si para tí es tan importante venir conmigo, ven.
Al llegar la madrugada, salí a probar la nueva caja de cambios, le dí un protector de oídos a Laura. Mi corazón se disparó al encender el motor.


Puse rumbo a la ruta Daiba, empecé a acelerar, esquivaba a los coches y camiones que se metían en mi camino. Laura comenzó a chillar.
- ¡Dios mío! Frena, ¡nos mataremos!
Al llegar a la altura del Rainbow Bridge, hundí el pie en el acelerador. Al acercarme al punto donde perdí el control del prototipo grité un Tora! Tora! Tora! mientras aceleraba sin piedad. Pude ver como los guardarraíles habían sido cambiado donde el prototipo había chocado. Acabamos en un área de servicio. Laura temblaba, nerviosa. La abracé e intenté tranquilizarla.
- No entiendo qué ves de bonito en esto.
- Laura, tenía que hacer esto.
- ¿La caja de cambios ha funcionado bien?
- Perfectamente.
- Hace una noche preciosa, el cielo está despejado. Aunque tengo frío. ¿Nos vamos?
- Espera un momento, Laura. No sé por que, esto me recuerda a la noche en que nos conocimos.
- Puede ser, pero no hacía tanto frío. Vámonos, me estoy helando.
- Perdona, vamos.
Al regresar, nos metimos en cama. Laura durmió toda la noche abrazada a mí. Cuando llegó el fin de semana, el viernes, pude ver que se había programado una nueva batalla. Cuando llegué al punto de reunión, Kenji y Toshi habían llegado antes. Tras de mí aparecieron Hiro, Masao y Kazuma.
- ¡Qué bueno verte de vuelta Devil! -dijo Kenji-.
- Es cierto -dijo Toshi- ¿Estás recuperado?
- Sí, al cien por cien. Hoy quiero correr en la batalla.
En ese momento apareció el que sería mi rival. Mi sorpresa fue grande. Mi regreso no podía haber sido en un momento mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario