lunes, 24 de noviembre de 2014

Capítulo 13: Un beso en la boca con la muerte.

Las vacaciones en España no fueron tan relajantes como me había imaginado. Al menos a Laura le sirvieron de algo, recibiendo el cariño de familiares y amigas, sobre todo de Paula, que tanto echaba de menos. Yo, me pasé todo el tiempo tenso y encerrado en mis pensamientos. Laura me lo recriminó muchas veces.
Al regresar a Japón estuvimos unos días algo perdidos, necesitamos un período breve de aclimatación a las costumbres y horarios japoneses. Fui a casa de Kazuma, mi vecino, le había pedido que nos recogiese el correo, abriese la casa para que ventilase y otros recados. Le llevaba un trozo de jamón como regalo, para compensarlo por las molestias. Al llegar a su casa pude ver a su hijo, Naoto, jugando con un coche de radio control.
- ¡Naoto-kun!
El niño vino corriendo a abrirme el portal.
- ¡Bienvenido! Espera un momento, por favor, voy a llamar a mi padre.
Al cabo de un rato Naoto y Kazuma salieron por la puerta del garaje.
- Naoto, dile a tu madre que te de las cartas del vecino.
- Voy.
Mientras Naoto entraba en casa, Kazuma me invitó a entrar en el garaje.
- Estaba modificando los tarados de la amortiguación al RX-7.
- Veo que eres un enamorado de los motores rotativos.
- Sí, me encantan. Desde mi primer FC me enamoré de ellos. Oye Devil, pasó algo muy sorpendente poco después de marcharte de vacaciones.
- ¿El qué?
- Vecino, aquí tienes tu correspondencia -dijo la esposa de Kazuma-.
- Gracias, esto es para vosotros, un pequeño obsequio. Aceptadlo, por favor.
- ¡Oh! Jamón, huele de maravilla. No deberías haberte molestado.
- Es lo menos que podía haber hecho por vosotros, os habéis portado muy bien.
- ¿Cómo está Laura?
- Ahora mismo acostada, tiene jaqueca. De su depresión está mucho mejor.
- Me alegro, ya no os interrumpo más.
Observamos como Keiko -la esposa de Kazuma- y Naoto se alejaban del garaje.
- Kazuma, ¿cuántos años tiene Naoto?
- Seis. Volviendo a lo antes, en una batalla alguien preguntó por tí.
- ¿Quien?
- Kuroi Inazuma.
En ese momento me puse nervioso.
- ¿Qué quería?
- Había oído hablar de un Hashiriya del Mid Night Club que conducía un R32, quería desafiarlo. Toshi dijo que él y Masao eran los miembros más veterano del club, pero dijo que al que quería retar era a tí.
- Bueno, ya tendremos nuestra batalla.
- Él es de los mejores de Japón, es de los pocos que está a nuestro nivel.
Salí de su garaje y regresé a nuestra casa. No pude resistir la tentación de subirme a mi R32. No lo encendí por miedo a despertar a Laura. Subí al dormitorio, me acerque a Laura, tenía los ojos abiertos.
- ¿Has dormido?
- Sí, me acabo de despertar hace un poco, ¿ya tienes el correo?
- Sí.
Mientras pasaba los sobres por mis manos, apareció una carta del hospital a mi nombre. Los nervios me superaron y las cartas se cayeron al suelo. Laura se incorporó muy rápido y se puso a mi lado, visiblemente alterada.
- ¿Qué ha pasado? ¡Estás pálido!
- Es una carta... del hospital...
- Ábrela.
- No me atrevo...
- Tranquilo, ¿la abro yo? -dijo Laura acariciándome un hombro-.
Abrí la carta, al leerla pude ver cómo Laura cada vez se ponía más nerviosa. Al acabar volví a doblarla y miré para ella.
- ¿Qué pone?
- Estoy bien, no soy estéril.
Ella sonrió, aliviada. Me abrazó con fuerza y me besó.
- Bueno, ahora depende de la suerte.
- ¿Tanto deseas ser madre?
- Sí, aunque ahora mismo me aterra. Tengo un miedo increíble, necesito mucha ayuda para poder superarlo.
- No te preocupes, aquí estoy.
Aquella semana aún no teníamos que ir al trabajo, por lo que aprovechamos para estar juntos el mayor tiempo posible. Noté una sensación parecida a cuando conocí a Laura, como si volviese a descubrir por primera vez cada parte de su ser. Lo mejor de todo fue el hecho de no tener batalla, así podría pasar una noche de viernes con ella, cosa que provechamos para cenar fuera de casa, tras dar un largo paseo por Tokyo.
La vuelta al trabajo empezaba fuerte, Nismo había organizado una reunión acerca del R33 JGTC. Sería sobre el plan de pruebas. Durante mi ausencia habían probado el prototipo en el circuito Aida. Los pilotos de pruebas habían comentado ciertos aspectos que les llamaban la atención.
- Los turbos parecían entrar de manera secuencial.
- Sí, es lo que habíamos acordado.
- Verá, parece que se notaba un  pequeño vacío antes de que empezasen a funcionar conjuntamente.
- Ese problema se deberá a la electrónica, pero es solucionable, creo.
- Sí, los técnicos han modificado los mapas de motor para paliar ese efecto y lo han conseguido. La potencia se ha incrementado un poco.
En ese momento el jefe habló en tono muy serio.
- El principal problema ha sido que la carrocería del R33 JGTC todavía no ha sido finalizada, así que tuvimos que probar el conjunto de motor y transmisión en un chasis R32.
- Nosotros, los pilotos hemos visto que el motor responde muy bien, al igual que la transmisión.
- De todas maneras -dije- me gustaría probar el coche en condiciones de carrera, parecidas a las de Le Mans, es decir, de noche y en una larga recta, para ver como se desenvuelve.
- Ya lo hemos sometido a tests de Endurance en el banco y los resultados han sido buenos.
- Perfecto, pero el banco y la carretera pueden dar lecturas diferentes. Mi recomendación es pedir el cierre de algún tramo de autopista con una larga recta o curvas muy rápidas y probarlo de noche.
- Muy bien, ¿quién será el piloto de pruebas?
- Yo mismo -dije-.
- ¿Está usted loco? -dijo el jefe rompiendo el asombro de los presentes- ¡Podría matarse!
- Quiero comprobar en primera persona las prestaciones de ese motor.
- Está bien, nadie mejor que usted conoce ese motor. Tenga cuidado.
Unas semanas más tarde me confirmaron el día y hora exactos de la prueba. Serían un viernes a las tres de la madrugada, en la ruta Shuto 11, la ruta Daiba, atravesando el Rainbow Bridge.



Cuando llegué a casa y conté a Laura mi decisión de probar yo mismo aquel prototipo casi se muere de un infarto.
- ¿Cuándo es esa prueba?
- El viernes, a las tres de la madrugada. La autopista estará cerrada al tráfico. Un equipo de bombero y de emergencias estará allí por si pasa algo.
- Ya, si te estrellas a 300 km/h te van a servir de mucho...
- No pienses en eso, saldrá bien.
- Eso espero.
En ese momento me percaté de la locura que iba a cometer. Si me pasaba algo a mí, ¿que sería de Laura? Se quedaría sola en Japón. Su depresión mejoraba, pero de vez en cuando tenía algún pequeño revés. En ese momento había dejado la conversación en suspenso. Ella me miraba fijamente.
- ¿En qué piensas?
- En nada, Laura.
- Ten mucho cuidado.
- Lo tendré.
- ¿Puedo ir a esa prueba?
- Claro que sí.
- Mejor, prefiero estar presente.
Hasta el día de la prueba el tiempo pasó muy rápido, como cuando intentas resistirte a algo que no deseas pero sabes que pasará.
El viernes había llegado, había estado lloviznando gran parte del día, pero por la tarde el sol hizo acto de presencia y empezó a secar los miles de kilómetros de asfalto que hay en Tokyo. Pasada la medianoche, un Nissan Gloria apareció en mi casa para recogernos a Laura y a mí. Durante todo el trayecto ella iba asida de mi mano. Me miraba de manera nerviosa a cada instante. Llegamos al área de servicio pactada, allí estaba un camión de Nismo con el prototipo descargado. Era blanco, muy agresivo. El jefe me indicó que me acercase.
- ¡Buenas noches! Cámbiese en la autocaravana, hay un mono ignífugo y un un casco.
- Ya tengo casco propio, gracias. Mi esposa ha querido venir a ver las pruebas, espero que no le moleste.
- En absoluto, siempre y cuando sepa que no puede sacar fotografías.
- No se preocupe.
En ese momento tomé la mano de Laura y entré en la autocaravana. Laura me miraba en absoluto silencio mientras me cambiaba, sus ojos expresaban miedo. De repente, suspiró largamente.
- ¿Qué ocurre?
- Nada...
- Laura, dime que te pasa.
- Tengo un mal presentimiento...
En ese momento se abrazó a mí con fuerza.
- Tranquila, sólo haré un par de pasadas con el coche. Después volveremos a casa como si nada.
- No sé... tengo mucho miedo.
Salí de la autocaravana con el mono puesto. Uno de los mecánicos se acercó a mí.
- El coche monta slicks. Suba a él, le explicaré el protocolo de arranque y el funcionamiento de la caja de cambios.
Me puse el caso y me colé entre las barras antivuelco. Tomé asiento y apreté los arneses. El mecánico se acercó a mí y comenzó a darme instrucciones.
- La caja de cambios es de accionamiento secuencial, para subir marchas debe empujar la palanca hacia atrás, para reducir, hacia adelante. Sólo debe pisar el embrague para arrancar o para dar marcha atrás. La marcha atrás se inserta manteniendo el embrague pisado mientras mantiene la palanca en posición de reducir marcha estando en punto muerto. Para meter primera pise el embrague también. Un indicador en el salpicadero le indica la marcha que tiene insertada. ¿Entendido?
- Sí.
- Ahora active las bombas de gasolina y el sistema eléctrico, pulse ese botón rojo y habrá encendido el motor.
- Perfecto.
Hice todo el protocolo de arrancada, encendí el motor y lo mantuve al ralentí para subirlo un poco de temperatura. Miré a mi derecha, Laura me miraba preocupada. Le hice un gesto de que se acercase a mí,mientras venía, puse mi mano derecha abierta sobre el cristal, ella besó su mano antes de posarla encima de la mía por el otro lado del cristal. En sus labios pude leer un "Ten cuidado. Te quiero".
Me hicieron un gesto, inserté primera tal y como me había indicado aquel mecánico. El coche se movía de manera lenta, en la punta del gas, su acelerador no parecía tener ese efecto interruptor del que se quejaban los pilotos del R90CP. Cuando enfilé la salida del área de descanso,apreté el acelerador y noté un empuje salvaje, inserté segunda y ahí llegó la sorpresa. La caja de cambios era de accionamiento duro pero instantáneo, no había caída de revoluciones. Seguí acelerando, veía como las farolas de la autopista parecían caerse y mi vista sufría el efecto túnel. Podía ver con cada cambio de marchas como el escape escupía llamaradas. Notaba vibraciones, pero todo daba igual, iba a más de 280 km/h y me seguía sorprendiendo el funcionamiento de aquella caja de cambios, subía de marchas de manera tan rápida que apenas se notaba el salto de una marcha a otra.
La carretera se acababa y tocaba dar la vuelta en el lazo asignado para ello. Reduje la velocidad, la curva era larga y rápida, a su salida empecé a acelerar. Atravesé el Rainbow Bridge 306 km/h. Tan pronto como pasé el puente noté que las ruedas delanteras flotaban sobre el asfalto y que la parte trasera parecía superar a la delantera. El trompo era inevitable, corté gas y el coche empezó a trompear, perdí la cuenta de los giros que hizo, por fortuna, eso hizo que perdiese velocidad. Tras el desagradable sonido de los neumáticos arrastrándose por el asfalto, sólo pude oír un golpe seco y ver como el alerón trasero se desintegraba viendo como partes del mismo golpeaban el techo del coche. Tras eso sólo pude oír, el sonido de una sirena que parecía acercarse, pero la oía tan lejana que no creía que llegase a tiempo. Me dolía mucho la cabeza. Quizás la vida de aquel prototipo y la mía habrían nacido para acabar contra un muro de la autopista.

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