lunes, 24 de noviembre de 2014

Capítulo 13: Un beso en la boca con la muerte.

Las vacaciones en España no fueron tan relajantes como me había imaginado. Al menos a Laura le sirvieron de algo, recibiendo el cariño de familiares y amigas, sobre todo de Paula, que tanto echaba de menos. Yo, me pasé todo el tiempo tenso y encerrado en mis pensamientos. Laura me lo recriminó muchas veces.
Al regresar a Japón estuvimos unos días algo perdidos, necesitamos un período breve de aclimatación a las costumbres y horarios japoneses. Fui a casa de Kazuma, mi vecino, le había pedido que nos recogiese el correo, abriese la casa para que ventilase y otros recados. Le llevaba un trozo de jamón como regalo, para compensarlo por las molestias. Al llegar a su casa pude ver a su hijo, Naoto, jugando con un coche de radio control.
- ¡Naoto-kun!
El niño vino corriendo a abrirme el portal.
- ¡Bienvenido! Espera un momento, por favor, voy a llamar a mi padre.
Al cabo de un rato Naoto y Kazuma salieron por la puerta del garaje.
- Naoto, dile a tu madre que te de las cartas del vecino.
- Voy.
Mientras Naoto entraba en casa, Kazuma me invitó a entrar en el garaje.
- Estaba modificando los tarados de la amortiguación al RX-7.
- Veo que eres un enamorado de los motores rotativos.
- Sí, me encantan. Desde mi primer FC me enamoré de ellos. Oye Devil, pasó algo muy sorpendente poco después de marcharte de vacaciones.
- ¿El qué?
- Vecino, aquí tienes tu correspondencia -dijo la esposa de Kazuma-.
- Gracias, esto es para vosotros, un pequeño obsequio. Aceptadlo, por favor.
- ¡Oh! Jamón, huele de maravilla. No deberías haberte molestado.
- Es lo menos que podía haber hecho por vosotros, os habéis portado muy bien.
- ¿Cómo está Laura?
- Ahora mismo acostada, tiene jaqueca. De su depresión está mucho mejor.
- Me alegro, ya no os interrumpo más.
Observamos como Keiko -la esposa de Kazuma- y Naoto se alejaban del garaje.
- Kazuma, ¿cuántos años tiene Naoto?
- Seis. Volviendo a lo antes, en una batalla alguien preguntó por tí.
- ¿Quien?
- Kuroi Inazuma.
En ese momento me puse nervioso.
- ¿Qué quería?
- Había oído hablar de un Hashiriya del Mid Night Club que conducía un R32, quería desafiarlo. Toshi dijo que él y Masao eran los miembros más veterano del club, pero dijo que al que quería retar era a tí.
- Bueno, ya tendremos nuestra batalla.
- Él es de los mejores de Japón, es de los pocos que está a nuestro nivel.
Salí de su garaje y regresé a nuestra casa. No pude resistir la tentación de subirme a mi R32. No lo encendí por miedo a despertar a Laura. Subí al dormitorio, me acerque a Laura, tenía los ojos abiertos.
- ¿Has dormido?
- Sí, me acabo de despertar hace un poco, ¿ya tienes el correo?
- Sí.
Mientras pasaba los sobres por mis manos, apareció una carta del hospital a mi nombre. Los nervios me superaron y las cartas se cayeron al suelo. Laura se incorporó muy rápido y se puso a mi lado, visiblemente alterada.
- ¿Qué ha pasado? ¡Estás pálido!
- Es una carta... del hospital...
- Ábrela.
- No me atrevo...
- Tranquilo, ¿la abro yo? -dijo Laura acariciándome un hombro-.
Abrí la carta, al leerla pude ver cómo Laura cada vez se ponía más nerviosa. Al acabar volví a doblarla y miré para ella.
- ¿Qué pone?
- Estoy bien, no soy estéril.
Ella sonrió, aliviada. Me abrazó con fuerza y me besó.
- Bueno, ahora depende de la suerte.
- ¿Tanto deseas ser madre?
- Sí, aunque ahora mismo me aterra. Tengo un miedo increíble, necesito mucha ayuda para poder superarlo.
- No te preocupes, aquí estoy.
Aquella semana aún no teníamos que ir al trabajo, por lo que aprovechamos para estar juntos el mayor tiempo posible. Noté una sensación parecida a cuando conocí a Laura, como si volviese a descubrir por primera vez cada parte de su ser. Lo mejor de todo fue el hecho de no tener batalla, así podría pasar una noche de viernes con ella, cosa que provechamos para cenar fuera de casa, tras dar un largo paseo por Tokyo.
La vuelta al trabajo empezaba fuerte, Nismo había organizado una reunión acerca del R33 JGTC. Sería sobre el plan de pruebas. Durante mi ausencia habían probado el prototipo en el circuito Aida. Los pilotos de pruebas habían comentado ciertos aspectos que les llamaban la atención.
- Los turbos parecían entrar de manera secuencial.
- Sí, es lo que habíamos acordado.
- Verá, parece que se notaba un  pequeño vacío antes de que empezasen a funcionar conjuntamente.
- Ese problema se deberá a la electrónica, pero es solucionable, creo.
- Sí, los técnicos han modificado los mapas de motor para paliar ese efecto y lo han conseguido. La potencia se ha incrementado un poco.
En ese momento el jefe habló en tono muy serio.
- El principal problema ha sido que la carrocería del R33 JGTC todavía no ha sido finalizada, así que tuvimos que probar el conjunto de motor y transmisión en un chasis R32.
- Nosotros, los pilotos hemos visto que el motor responde muy bien, al igual que la transmisión.
- De todas maneras -dije- me gustaría probar el coche en condiciones de carrera, parecidas a las de Le Mans, es decir, de noche y en una larga recta, para ver como se desenvuelve.
- Ya lo hemos sometido a tests de Endurance en el banco y los resultados han sido buenos.
- Perfecto, pero el banco y la carretera pueden dar lecturas diferentes. Mi recomendación es pedir el cierre de algún tramo de autopista con una larga recta o curvas muy rápidas y probarlo de noche.
- Muy bien, ¿quién será el piloto de pruebas?
- Yo mismo -dije-.
- ¿Está usted loco? -dijo el jefe rompiendo el asombro de los presentes- ¡Podría matarse!
- Quiero comprobar en primera persona las prestaciones de ese motor.
- Está bien, nadie mejor que usted conoce ese motor. Tenga cuidado.
Unas semanas más tarde me confirmaron el día y hora exactos de la prueba. Serían un viernes a las tres de la madrugada, en la ruta Shuto 11, la ruta Daiba, atravesando el Rainbow Bridge.



Cuando llegué a casa y conté a Laura mi decisión de probar yo mismo aquel prototipo casi se muere de un infarto.
- ¿Cuándo es esa prueba?
- El viernes, a las tres de la madrugada. La autopista estará cerrada al tráfico. Un equipo de bombero y de emergencias estará allí por si pasa algo.
- Ya, si te estrellas a 300 km/h te van a servir de mucho...
- No pienses en eso, saldrá bien.
- Eso espero.
En ese momento me percaté de la locura que iba a cometer. Si me pasaba algo a mí, ¿que sería de Laura? Se quedaría sola en Japón. Su depresión mejoraba, pero de vez en cuando tenía algún pequeño revés. En ese momento había dejado la conversación en suspenso. Ella me miraba fijamente.
- ¿En qué piensas?
- En nada, Laura.
- Ten mucho cuidado.
- Lo tendré.
- ¿Puedo ir a esa prueba?
- Claro que sí.
- Mejor, prefiero estar presente.
Hasta el día de la prueba el tiempo pasó muy rápido, como cuando intentas resistirte a algo que no deseas pero sabes que pasará.
El viernes había llegado, había estado lloviznando gran parte del día, pero por la tarde el sol hizo acto de presencia y empezó a secar los miles de kilómetros de asfalto que hay en Tokyo. Pasada la medianoche, un Nissan Gloria apareció en mi casa para recogernos a Laura y a mí. Durante todo el trayecto ella iba asida de mi mano. Me miraba de manera nerviosa a cada instante. Llegamos al área de servicio pactada, allí estaba un camión de Nismo con el prototipo descargado. Era blanco, muy agresivo. El jefe me indicó que me acercase.
- ¡Buenas noches! Cámbiese en la autocaravana, hay un mono ignífugo y un un casco.
- Ya tengo casco propio, gracias. Mi esposa ha querido venir a ver las pruebas, espero que no le moleste.
- En absoluto, siempre y cuando sepa que no puede sacar fotografías.
- No se preocupe.
En ese momento tomé la mano de Laura y entré en la autocaravana. Laura me miraba en absoluto silencio mientras me cambiaba, sus ojos expresaban miedo. De repente, suspiró largamente.
- ¿Qué ocurre?
- Nada...
- Laura, dime que te pasa.
- Tengo un mal presentimiento...
En ese momento se abrazó a mí con fuerza.
- Tranquila, sólo haré un par de pasadas con el coche. Después volveremos a casa como si nada.
- No sé... tengo mucho miedo.
Salí de la autocaravana con el mono puesto. Uno de los mecánicos se acercó a mí.
- El coche monta slicks. Suba a él, le explicaré el protocolo de arranque y el funcionamiento de la caja de cambios.
Me puse el caso y me colé entre las barras antivuelco. Tomé asiento y apreté los arneses. El mecánico se acercó a mí y comenzó a darme instrucciones.
- La caja de cambios es de accionamiento secuencial, para subir marchas debe empujar la palanca hacia atrás, para reducir, hacia adelante. Sólo debe pisar el embrague para arrancar o para dar marcha atrás. La marcha atrás se inserta manteniendo el embrague pisado mientras mantiene la palanca en posición de reducir marcha estando en punto muerto. Para meter primera pise el embrague también. Un indicador en el salpicadero le indica la marcha que tiene insertada. ¿Entendido?
- Sí.
- Ahora active las bombas de gasolina y el sistema eléctrico, pulse ese botón rojo y habrá encendido el motor.
- Perfecto.
Hice todo el protocolo de arrancada, encendí el motor y lo mantuve al ralentí para subirlo un poco de temperatura. Miré a mi derecha, Laura me miraba preocupada. Le hice un gesto de que se acercase a mí,mientras venía, puse mi mano derecha abierta sobre el cristal, ella besó su mano antes de posarla encima de la mía por el otro lado del cristal. En sus labios pude leer un "Ten cuidado. Te quiero".
Me hicieron un gesto, inserté primera tal y como me había indicado aquel mecánico. El coche se movía de manera lenta, en la punta del gas, su acelerador no parecía tener ese efecto interruptor del que se quejaban los pilotos del R90CP. Cuando enfilé la salida del área de descanso,apreté el acelerador y noté un empuje salvaje, inserté segunda y ahí llegó la sorpresa. La caja de cambios era de accionamiento duro pero instantáneo, no había caída de revoluciones. Seguí acelerando, veía como las farolas de la autopista parecían caerse y mi vista sufría el efecto túnel. Podía ver con cada cambio de marchas como el escape escupía llamaradas. Notaba vibraciones, pero todo daba igual, iba a más de 280 km/h y me seguía sorprendiendo el funcionamiento de aquella caja de cambios, subía de marchas de manera tan rápida que apenas se notaba el salto de una marcha a otra.
La carretera se acababa y tocaba dar la vuelta en el lazo asignado para ello. Reduje la velocidad, la curva era larga y rápida, a su salida empecé a acelerar. Atravesé el Rainbow Bridge 306 km/h. Tan pronto como pasé el puente noté que las ruedas delanteras flotaban sobre el asfalto y que la parte trasera parecía superar a la delantera. El trompo era inevitable, corté gas y el coche empezó a trompear, perdí la cuenta de los giros que hizo, por fortuna, eso hizo que perdiese velocidad. Tras el desagradable sonido de los neumáticos arrastrándose por el asfalto, sólo pude oír un golpe seco y ver como el alerón trasero se desintegraba viendo como partes del mismo golpeaban el techo del coche. Tras eso sólo pude oír, el sonido de una sirena que parecía acercarse, pero la oía tan lejana que no creía que llegase a tiempo. Me dolía mucho la cabeza. Quizás la vida de aquel prototipo y la mía habrían nacido para acabar contra un muro de la autopista.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Capítulo 12: Doble vida.

Siempre que tenía batalla, acostumbraba a doblar los retrovisores, buscando un poco más de eficacia aerodinámica, así que sólo podía ver a aquel NSX patrulla por el espejo interior. Cuando me deshice de él, salía otro coche patrulla, en este caso un R32, por uno de los carriles de incorporación. Me asusté un poco, pero pronto comprobé que se quedaba atrás. Me había olvidado de la famosa ley de los 160 km/h.
Lo bueno de la Wangan es que tiene muchos túneles, algunos de ellos con ramificaciones interiores. Cuando llegué a uno de ellos, tomé una salida, sabía perfectamente dónde estaba, tendría que dar un pequeño rodeo para llegar a casa, pero estaba bastante cerca. Cuando llegué abrí con rapidez el garaje y guardé el coche, pude observar que Kazuma estaba llegando con su RX-7 a casa. Nos hicimos un gesto y miré hacia la ventana del dormitorio. Pude ver luz, Laura estaba separando las cortinas. Entre en casa. Laura estaba bajando las escaleras. Había puesto un albornoz sobre su camisón. Al verle la cara supe que me iban a someter a un interrogatorio digno de una película de espías.
- ¡A menudas horas llegas! ¿Dónde te habías metido? ¿No habrás bebido?
- No chilles, por favor.
- Los vecinos ya han debido de despertarse con el ruido de tu coche y el del vecino. ¿Has ido de bares con él?
Ella se acercó y me olió el aliento. De pronto se puso tensa y pude ver aflorar una pequeña lágrima en sus ojos.
- ¿Hay otra mujer? Es que lo sabía...
- ¡Pero cómo voy a estar con otra! ¿Tú estás loca o que te pasa?
Tan pronto como acabe de decir aquella frase, me di cuenta de lo desafortunada que era. La reacción de Laura fue darme una bofetada.
- ¡Pues hoy duermes en el sofá! O si eso vete a ver a dormir a casa de esa puta, a mi me da igual.
Ella se fue corriendo escaleras arriba, intenté seguirla hasta el dormitorio, pero ella cerró la puerta desde dentro. Tal como estaba la situación, bajé al salón y me tumbé en el sofá. A pesar de la tensión, me dormí enseguida. Al despertarme pensé que aquel sábado sería un infierno, quizás el fin de mi matrimonio. Lo que no había visto era que estaba tapado con una manta que yo no recordaba haber cogido.
Tan pronto como me levanté, Laura hizo acto de presencia.
- Buenos días -dijo ella, seria-.
- Buenas, me voy a la ducha.
- Espera, por favor, quiero hablar contigo.
- Tú mandas...
- Ayer me porté como una estúpida, lo siento.
- No, el culpable fui yo, aquel comentario fue muy desafortunado.
- Yo estaba muy nerviosa... No me dijiste a dónde ibas...
- Fui a una reunión de la escudería de la que soy socio, siempre quedamos los viernes a medianoche. Kazuma coincidió que también llegaba.
- ¿Cómo se llama tu escudería? ¿Mid Night Club?
En ese momento asentí, pero empecé a notar gotas de sudor frío recorriendo mi cuerpo.
- Perdona que ayer te pegase, no sé por que pensé que estabas con otra. Por cierto, me gustaría ir un día de estos al ginecólogo. Debería haber tenido el período estos días y tengo un retraso de varias semanas. Tengo miedo a que todo sea psicológico...
- No te preocupes, si estás más segura, el lunes pedimos cita.
- Vale.
Ella, al contestar, no pudo evitar poner una mirada nerviosa.
Unos días después acabamos en la consulta de Masao, el doctor Yoshida. Tras explorar a Laura, sus esperanzas de un embarazo se esfumaron. Masao llamó a la consulta de la doctora Temashita, que pudo atender a Laura ese mismo día. Mientras Laura estaba dentro de la consulta, Masao estuvo hablando conmigo.
- Creo que la próxima batalla será dentro de mucho tiempo.
- Sí, yo también. ¿Cómo ves a Laura?
- Bien, es una mujer fértil, sólo que hoy no ha sido el día en que pueda decirle que será madre. Espero que no sea muy duro. Lo siento, pero tengo que dejarte. Hasta otra, Devil.
- Hasta luego.
Al cabo de un buen rato, Laura salió de la consulta cabizbaja.
- ¿Qué tal te ha ido?
- La doctora ha dicho que no tengo un embarazo psicológico.
- Bien, ¿no?
- Sí... supongo.
- Tranquila, el doctor Yoshida me ha dicho que estás perfectamente y que podrás ser madre.
- Entonces, ¿por qué no me quedo embarazada?
En ese momento empezó a llorar. Me abracé a ella intentando consolarla.
- Laura, a lo mejor el problema soy yo.
- ¿Cómo?
- Es posible que yo sea estéril. Ahora pediré cita para unos análisis y así saldremos de dudas.
- Aún eres muy joven...
- Da igual, ¿y si no tengo ningún problema y tú no te has quedado embarazada por casualidad? Mis madre no me tuvo a mí hasta varios años después de casada, ninguno tenía problemas de fertilidad. Lo importante es que tu estés bien.
Ella sonrió ligeramente. Al bajar a recepción pedí cita para hacerme un test de fertilidad. Para mi sorpresa una enfermera me dijo que podía hacerla ya mismo si quería, a lo que accedí. Nos condujeron a primer sótano, la planta donde estaban las donaciones de semen y óvulos. La enfermera me abrió una puerta que daba a una pequeña habitación sin ventanas y en la que había una estantería y un televisor.
- Señor, si lo desea, tiene ahí unas revistas y vídeos para estimularse...
- No es necesario, toda la estimulación que necesito la tengo en ella -dije señalando a Laura-. Soy hombre de una sola mujer.
La enfermera cerró la puerta sonriendo.
- ¡Pero bueno! Yo no pienso ayudarte a... bueno... ¡eso!
- Vale, entonces cogeré una revista de estas...
- Toca una revista y te parto las manos.
- Era broma. Déjame un momento tranquilo.
Salimos a entregar la muestra. Nos dijeron que en unos quince días tendríamos los resultados.
Esto sucedía a mediados de 1994, en breve sería el cumpleaños de Laura. Al fin de semana siguiente a la consulta en el hospital, ambos fuimos en tren hasta el área comercial de Tokyo. Pasamos por el célebre paso de peatones de Shibuya y acabamos entrando en un centro comercial del que ya había hablado, uno que tenía en la azotea un parque de atracciones.
En esa época cualquier centro comercial japonés estaba años luz por delante de los españoles. Ni siquiera se presagiaba el éxito que posteriormente tendría alguna cadena española en Japón.
Aquella visita me suponía una ventaja, conocer que artículos le gustaría tener y regalárselos. Recuerdo que se probó un montón de vestidos y ropa, pero lo que de verdad le fascinó fueron unos zapatos de tacón. Por aquel entonces los tacones no alcanzaban las vertiginosas alturas que tienen hoy.


- ¡Dios mío! ¡Qué bonitos son!
- Y altos. ¿Por qué llevan la suela pintada de rojo? ¿Ahora Ferrari también hace zapatos?
- ¡Qué bruto eres! Son unos Louboutin, siempre llevan las suelas rojas... ¡Ay! Si no fueran tan caros...
Miré el precio, casi me desmayo al verlo. Con el dinero de aquellos tacones se podrían comprar varios pares de mis zapatillas favoritas, las Adidas de toda la vida o un buen escape inoxidable para mi R32. Aún así, pensé que Laura se merecía un pequeño premio después de tanto sufrimiento.
Días después tuve una reunión en Nismo. Aquel día probaríamos el primer prototipo del motor del R33 del campeonato de GTs. Sabíamos que los test del R33 se habían realizado con cierto éxito. El lanzamiento del R33 de calle sería para enero de 1995, así que a mediados de 1994 se estaban haciendo los últimos test de ajuste para corregir cosas como los tarados de suspensión y traspasarlos a la producción en serie.
Cuando llegué a la zona del banco de potencia la tensión que se palpaba en el ambiente podría cortarse con un cuchillo. Unos mecánicos estaban instalando el motor en el banco, nos hicieron un gesto con la cabeza para indicarnos que ya estaba listo. El jefe abrió las llaves de paso de la gasolina y de electricidad. Se hizo un fuerte ruido y el motor comenzó a girar. Hacía un ruido como el de un aullido, subía de revoluciones de una manera espectacular. No podía separar la mirada de la pantalla del ordenador. El primer test se había completado con éxito, más de quinientos caballos.
- Enhorabuena -dijo el jefe haciendo una reverencia-. Buen trabajo.
- Gracias -dijimos todos al unísono respondiendo con otra reverencia-.
- Estamos deseando probar ya el coche terminado, el problema es que los aerodinamistas aún no han terminado de diseñar ciertas partes. Tan pronto como esté terminado haremos un test completo. ¿Con qué potencia acabaremos?
- Señor -dije-, el sistema de transmisión nos hará perder algo de potencia. El soplido de los turbos estaba al máximo, así que en configuración de competición rondaremos los cuatrocientos caballos.
- Entendido, esperemos revalidar título.
En ese momento no contesté muy convencido, la noticia de que un McLaren F1 GTR iba llegar a Japón sobrevolaba mi cabeza y la amenaza era muy seria. Por mucho que fuese un coche derivado de uno de calle, la base de partida ya estaba orientada a las carreras. El R33 nacía derivado de un coche de calle, desgraciadamente, poco se podía hacer contra él. Nismo desoyó mi consejo de crear un prototipo de motor central, aprovechando la reglamentación que permitió el nacimiento del F1 GTR.
Todo era júbilo a mi alrededor, mientras tanto, yo sabía que aquel GT-R no había nacido para ganar. Me creía que el fin del reinado de Godzilla en los circuitos había terminado.
Ese mismo día, cuando salí de trabajar, apuré mis pasos y me metí en el centro comercial al que solía ir con Laura. Me acerqué a la sección de zapatería y compré esos zapatos que tanto le gustaban. En ese instante, mi jefe me llamó al móvil. Me confirmaba que mis vacaciones serían muy largas, debido a que el año anterior no las tomé. Podríamos volver a España en agosto, me reincorporaría al trabajo en enero.
Cuando llegué a casa, vi que todas las luces estaban apagadas. Guardé la caja de los zapatos dentro del R32, el único sitio en el que Laura no miraría.
Llegó el día de su cumpleaños, nunca olvidaré la cara de alegría que puso al verlos.
- Me los has comprado, gracias.
- Te los mereces.
- Gracias, eres el mejor.
En ese momento, con ella entre mis brazos, hizo que me sintiese especialmente repugnante, parecía que con esos zapatos estaba comprando un pasaporte que me permitía seguir ocultándole mi vida secreta como uno de los Hashiriya más temibles de Japón.
Cuando llegó la época de las vacaciones, recibí algunas llamadas desde Japón. A la vuelta de mis estancia en España, probarían el primer prototipo del R33 JGTC y yo debía estar presente. IHI estaba muy contenta con mi trabajo.
Tengo que reconocer que durante mi estancia en España, Hiro y su maldito R32 estuvieron muy, pero que muy presentes en mi cabeza. Era una pesadilla cuyo final no parecía vislumbrarse.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Capítulo 11: Bosozoku.

Desde la derrota con Hiro, estaba realmente obsesionado con su Z32. El sonido de su motor, el soplido de sus turbos y aquellas llamas saliendo del tubo de escape me perseguían. Soñaba con él, en todo momento se me aparecía aquella imagen y esa sensación de impotencia por no poder alcanzarlo.
Cambiando de tema, Laura cada día estaba mejor. Su sonrisa volvía a presidir su cara y su mirada volvía a desprender brillo. Cada vez que llegaba a casa la veía sonriente, asomada a la ventana. Tan pronto como abría la puerta del portalón de nuestra casa, ella salía corriendo a recibirme con los brazos abiertos, sonriente, dándome un beso de bienvenida. Había vuelto a trabajar, volvía a ser la Laura de siempre.
Cuando ella se reenganchó al trabajo, solíamos esperar el uno por el otro a la salida del trabajo, y desde allí, tomar el tren de camino a casa, salvo que hiciese mal tiempo, dónde siempre me las arreglaba para que me presentasen un Pulsar GTi-R negro para ir a casa. Recuerdo que un día en el que tuve que recoger a Laura, una moto bastante estrafalaria se paró cerca de ella. Era una moto negra, una mezcla entre chopper y café racer. Su conductor iba totalmente de negro, al igual que su montura, pero lo que más me sospechó fue ver que llevaba un bate de béisbol.


Aquel día llevaba el Pulsar de la empresa. Al ver a aquel tipo tan raro me bajé lo más rápidamente posible, pude que ver que se acercó a Laura empuñando su bate y haciendo ademán amenazante.
- ¡Dame tu bolso, puta!
- Sí... por favor, no me hagas nada...
En el momento en que ella extendía su brazo para dárselo, pude saltar sobre aquel tío y desequilibrarlo. Ambos caímos al suelo, recuerdo el sonido del bate cayendo al suelo mientras yo, aprovechando que su casco dejaba la parte de la cara abierta le clavaba mis dedos en su cara y ojos, defendiéndome como podía y agarrándolo con fuerza. Pude oír a gente que se acercaba.
- ¡Alto! ¡Policía!
Seguí agarrándolo hasta que dos agentes se lo llevaron. Laura se acercó a mí, muy nerviosa.
- ¿Estás bien?
- Sí.
- Disculpen, soy la agente de policía Nikahara. ¿Está bien señor?
- Sí.
- Verá, hemos visto como defendía a su...
- Esposa.
- Ah, entiendo -dijo sonriendo- y nos vemos obligados a tomarle declaración.
- Sí, venía a recogerla, cuando vi a ese motorista atracarla, me lancé encima y después llegaron ustedes. Nada más.
Otro agente llegó con el bolso de Laura en sus manos.
- Señora, aquí tiene su bolso. ¿Sería tan amable de revisarlo y verificar que no le falta nada?
Laura se apresuró a mirar el interior.
- No, todo está en orden.
- Muy bien, no se preocupen por ese Bosozoku, no es necesario que pongan denuncia. Nos encargamos nosotros de todo. Pero me temo que tengo que notificarle que su coche está mal estacionado, debemos multarlo.
- No se preocupe. Pagaré la multa.
A aquel suceso no le dimos demasiada importancia.
Días después volvimos a la consulta de la doctora Temashita, no es que Laura hubiese recaído, pero le había recomendado ir todos los meses a una consulta, según la doctora podría hacer un buen seguimiento, ya que en casos tan traumáticos como el de Laura era lo correcto. Al entrar en el hospital, Laura apretó mi mano con fuerza y me miró. Le devolví la mirada y seguimos andando. Laura le contó a la doctora su evolución, ascendente a pesar de pequeños altibajos. La doctora se mostró satisfecha, tanto que decidió alargar las consultas a períodos de tres meses.
Volvimos a casa. Allí nos encontramos con un pequeño camión de una empresa de mensajería. Era un paquete de mis padres. Al abrirlo nos encontramos una grata sorpresa: Jamón, chorizo, una lata grande de aceite de oliva... cientos de productos españoles que echábamos de menos en Japón.
Aquella noche Laura estaba mejor que nunca, desde que sus problemas habían empezado nunca la había visto mejor. Se había vuelto a maquillar, poco a poco se iba olvidando de aquella fase de dejadez provocada por la depresión. Cuando acabamos de cenar, ya en el dormitorio, ella se sentó en mi regazo y me besó, se puso de pie y empezó a desnudarse. Contemplé su bello cuerpo unos segundos, antes de que ella se acercase a mí y empezara a sacarme la corbata y a desabrochar mi camisa.
- ¡Oh, Lilí! -dije-.
- Hacía siglos que no me llamabas así -dijo ella, con un sugerente susurro-.
En ese momento ella me empujó hasta tumbarme en la cama, después me giré, invirtiendo nuestra posición, ella ahora estaba entre mis brazos. La besé, Nos dejamos llevar, hacía tanto tiempo ya desde la última vez...
Días después, por un anuncio en el periódico,me enteré de que había una nueva batalla. El tiempo hasta la medianoche del día de la batalla se me hizo eterno. Llegué puntual a la cita con los Mid Night. Toshi ya estaba allí, me acerqué a él para hablar y pasar el rato.
- Buenas noches Toshi.
- Buenas, Devil.
- ¿Contra quién es la batalla de hoy?
- Contra unos Bosozoku.
En ese momento me puse muy tenso. Esa palabra la había oído demasiadas veces en poco tiempo.
- Toshi, ¿qué significa Bosozoku?
- Los Bosozoku son pandilleros que van en moto. Sus motos no son rápidas, sólo hacen ruido y llevan pintas raras. Pero también se usa para pilotos serios, como nosotros, pero para diferenciarlos de los Hashiriya, les llamamos así. Los Bosozoku que puedes ver por ahí con sus motos raras son unos cobardes, unos ladrones. ¿En España hay bandas así?
- Sí, aunque suelen llevar ciclomotores y robar el bolso a las viejecitas. Les llamamos "quinquis".
Oír a un japonés pronunciar la palabra "quinqui" fue extraño y divertido a la vez.
En ese momento dos Suzuki GSXR negras hicieron acto de presencia, eran nuestros rivales.
Cuando la batalla comenzó estaba manteniendo un diálogo interior conmigo mismo, como los de las series manga. Me decía a mí mismo que tenía que ganar, yo era el defensor del honor del Mid Night Club. En breve me desembaracé de ellos, quizás debido a mi temeridad. No podía sacarme a Hiro de la cabeza. Adelantaba a los camiones a escasos centímetros, me daba todo igual. Les gané. Al llegar al final nos reunimos en el punto de encuentro que habíamos fijado, una gasolinera. Aquellos motoristas habían competido de manera limpia y parecían gente honrada, no gamberros como el que intentó atracar a Laura.
Llevábamos pocos minutos allí, cuando una voz procedente de un megáfono nos sacó de nuestras divagaciones.
- ¡Les habla la Policía! ¡Deténganse!
En ese momento corrimos despavoridos hacia nuestros coches. Por el retrovisor podía ver como un NSX de la policía me perseguía.

martes, 4 de noviembre de 2014

Capítulo 10: Hiro, una nueva obsesión.

Tomé aquella copa de vino mientras miraba a Laura a sus ojos. Me tomó de la mano y me hizo bajar al salón. Ella rebuscó en la estantería, al girarse tenía uno de sus vinilos en las manos. Sin dejar de sonreír, se acercó al equipo de música y abrió la tapa del plato de vinilo, colocó el disco y la aguja con gran delicadeza. A los pocos segundos empezó a sonar una canción que a ambos nos traía buenos recuerdos. Ella me hizo un gesto y me invitaba a bailar.


- ¿Te acuerdas de esta canción?
- ¡Cómo olvidarla, Laura! Fue la de nuestro primer beso.
- Sí, en aquella disco... que jovencitos éramos...
- Dieciocho añitos, pero, ¿sabes una cosa?
- Dime.
- Sigo viendo en tus ojos a aquella chica a la que llevé a dar una vuelta en mi Rover.
- Y yo a aquel chico un poco tímido que estudiaba ingeniería, que tenía la habitación llena de revistas de coches y discos de grupos de rock duro... Y a pesar de todo, sigo tan enamorada de él como el primer día.
- Lo mismo digo.
En ese momento le di un abrazo. En un año nos habían pasado tantas cosas. Lo importante es que Laura ya estaba mejor, era un alivio volver a ver su sonrisa.
Pocos días después celebre también otro aniversario, el de mi noviciado con los Mid Night Club. Me presenté a aquella batalla con una mezcla de miedo y emoción. Al llegar al punto de encuentro, alguno de mis compañeros todavía no había llegado. Pude ver algún coche con las pegatinas del club que no había visto nunca antes. Uno de ellos era un Ferrari 348tb, lo estaba mirando cuando un aullido de revoluciones desvió mi mirada, llegaban Kenji, Toshi y Masao al mismo tiempo, seguidos por un llamativo RX-7 fucsia. El conductor de ese Mazda era nada más y nada menos que mi vecino, Kazuma, que estrenaba en esa batalla el coche.
Todos nos acercamos a Toshi y Masao. Toshi empezó a hablarnos.
- Caballeros, tenemos que tomar ciertos cambios en nuestras reuniones. A partir de ahora nuestro punto de encuentro será en los alrededores de Yokohama, acabaremos en las cercanías de Tokyo, en una gasolinera. Nuestro territorio es la Wangan, aunque saldremos de vez en cuando a otras rutas de la autopista, si retamos a alguien o nos retan a nosotros a ir allí...
- Nadie se atreve a retarnos, Toshi.
- Kenji, no interrumpas. Hoy no nos ha retado nadie, pero sé que la semana que viene es posible que nos reten. Sé que los de ABR han preparado un Z32 para un hashiriya misterioso, más potente que el tuyo, Kenji.
- No  puede ser...
-Sí -dijo Smokey- he oído por ahí que ha traído un motor muy misterioso desde Estados Unidos.
- ¡Me da igual! -dijo Kenji-, mi Z será el más rápido de todo Japón.
- Tranquilos -terció Toshi-, hoy el protagonista será Devil.
Al decir esa frase me miró.
- Dime Toshi, estoy listo.
- Hoy es tu último día de novato. Dime, ¿Quieres seguir con esto?
- Sí. Estoy listo.
- Muy bien, te enfrentarás hoy a Ryunosuke.
Miré entre mis compañeros para ver quien era, entonces vi que un hombre me hacía una reverencia, a la que le contesté, y se subía en aquel Ferrari 348tb.
Me subí a mi R32, lo arranqué y puse rumbo hacia la salida, sería distinta, el ganador sería el primero en llegar al peaje del final de la Wangan, allí nos reuniríamos todos.
Cuando dieron la salida, pude ver como el Ferrari me adelantaba. Me pegué a él y seguí acelerando. Tuve que esquivar a un par de camiones, aunque después pude adelantarlo. Empecé a vigilar cada vez más mi velocidad punta, podía ver al Ferrari por mi retrovisor, pero a una distancia lo suficientemente amplia como para no preocuparme porque me adelantase. En ese momento llegó la sorpresa. Tras la instalación de los nuevos inyectores y la nueva electrónica, la velocidad punta ascendió hasta unos 305 km/h.


Llegué el primero, mis compañeros me recibieron con gritos levantando sus brazos. Toshi se acercó a mí y empezó a hablarme.
- Enhorabuena, desde 1985, cuando se fundó nuestro club, no ha habido un novato tan bueno como tú. Bienvenido Devil.
- Gracias.
Le hice una reverencia a Toshi. Él hizo un gesto al que respondieron Kenji, Masao y Smokey. Toshi se colocó al lado de mi R32. Ellos empezaron a colocar las pegatinas oficiales del club en mi coche. Ya era oficial, ya pertenecía al grupo de pilotos ilegales más importante de todo Japón.
Recuerdo perfectamente que aquellos días fueron muy convulsos para mí. Recuerdo ir un día a ver el bonito Rainbow Bridge y allí vi a uno de los Hashiriya más importantes de Japón. Viendo la estampa nocturna de Tokyo con Laura, el sonido de una descarga de turbo me sacó de las vistas, me giré y pude ver la estampa de un Porsche 935 negro, era él, no había duda, acababa de ver al Kuroi Inazuma. Sabía que el relámpago negro frecuentaba la ruta Daiba por la que transcurría el Rainbow Bridge, pero verlo en directo me impresionó.
Otra cosa que también me impresionó fue conocer a Hiro. Era el propietario de ese Z de los talleres ABR que tanto misterio y revuelo había causado.
La batalla contra él fue un desastre, Kenji y yo nos enfrentamos a él, luchando desesperadamente para alcanzarlo, pero fue en vano. Nos venció, la primera derrota del Mid Night Club. Jamás olvidaré aquella lucha, limpia y feroz contra Hiro y su maldito Z32. Hiro fue aceptado como miembro de pleno derecho del Mid Night Club. Eso hizo que pudiese conocer su coche y enterarme de que su misterioso motor provenía de un prototipo hecho en Estados Unidos para batir récords de velocidad en el lago salado de Utah. Según me confirmó el propio Hiro, rendiría unos ochocientos caballos al freno. Debo decir que Hiro era todo un caballero, su honor hacia sus rivales y respeto era digno de admiración. Recuerdo que al finalizar aquella batalla consoló a Kenji por su derrota, animándole a no rendirse y seguir mejorando. A mí también me habló.
- Devil, había oído hablar mucho de tí, eres tan buen hashiriya como dicen. Eres todo un hombre de honor.
- Hiro, esta derrota es la primera del Mid Night Club. ¡No sabes cómo me avergüenzo de deshonrar así al Club!
- Tus palabras te ennoblecen. Has luchado con todo tu honor y valentía, sin rendirte. Amigo, serás el mejor.
En aquel momento levanté la vista del suelo y miré a los ojos de Hiro.
- Tendré mi venganza. Te ganaré.
Hiro sonrió y me miró.
- Si pierdo contra alguien, quiero, que seas tú Devil. 
Volví a mirar su coche, aquel Z32 tendría algún punto débil. Sólo tendría que averiguar cual era.
Sabía que llegaría la hora de mi venganza, sabía que el honor del Mid Night Club se había mancillado. En aquél momento, yo me consideraba el único capaz de recobrar el honor para mi club. Sería capaz de todo, hasta de morir si me permitiese ganar a Hiro.