domingo, 26 de octubre de 2014

Capítulo 9: El ángel caído.

Al ver a Laura subida a la paredilla del balcón, salí de la cama a la velocidad del rayo. Parecía que aquella escena estaba discurriendo a cámara lenta. Podía ver perfectamente como el espesor de la pared era ligeramente menor que la porción de sus pies sobre la que se estaba apoyando. Ella iba a adelantar su pie derecho, dispuesta a precipitarse al vacío. Por fortuna, pude llegar antes, agarrándola fuertemente de la cintura y tirando de su cuerpo hacia el interior de la habitación. Caí de espaldas al suelo y ella sobre mí. No dejé de agarrarla ni por un segundo. Ella lloraba y no paraba de chillar.
- ¡Déjame! ¡Ya no quiero vivir!
- Laura, tranquila...
- ¡Suéltame!
- No pienso hacerlo. Tranquilízate.
La agarré con más fuerza, forcejeó durante un tiempo, hasta que desistió. En ese momento, ella se agarró a mí fuertemente y siguió llorando, ésta vez con más fuerza. La abracé e intenté consolarla con todas mis fuerzas. Guardó silencio unos segundos. Cuando me habló, su voz era casi un susurro.
- Perdóname. Por favor.
Acaricié su pelo y miré a sus ojos, vidriosos y empañados por las lágrimas.
- Tranquila. No pasa nada.
- Esto es muy duro para mí, ¡deseaba tanto ser madre!
- Sé que es muy duro, te entiendo. Pero el doctor Yoshida me ha dicho que tú estás bien. Laura, podrás tener hijos cuando quieras. A mí también me encantaría ser padre, pero lo importante es que tú estés bien. Serás una madre estupenda.
En ese momento pude ver un pequeño brillo de esperanza en su mirada.
- Necesito ayuda, me estoy volviendo loca.
- Claro que necesitas ayuda, tendrás que ir a un psiquiatra, pero no estás locas. Hoy te has obnubilado, se te han cruzado los cables, pero no estás loca.
- Yo... yo quería sacarme de delante. No veía ninguna salida. Quería morir. Sentía que no tenía cabida en el mundo...
- Laura, ¿recuerdas cuando empezamos a salir? Te prometí que jamás volverías a estar sola. Por favor, no me dejes solo a mí.
Ella me miró y me agarró los brazos con fuerza. Comenzó a sollozar otra vez.
- Cuida de mí, por favor, tengo miedo, esto me supera, me siento muy mal.
- Claro que sí, mañana pediré a la empresa que sigan enviándome el trabajo a casa hasta nueva orden. Miraremos de algún doctor para que te atienda. Lo importante es tu salud. Si quieres, vuelve a España, mis padres te atenderán encantados. Sabes que te quieren mucho.
- Tus padres siempre me adoraron. Son muy buenos conmigo, pero yo necesito estar contigo y que me apoyes en todo esto.
En ese momento, le señalé nuestras alianzas, la cogí de la mano y miré a sus ojos.
- Sabes que estaré aquí, siempre y cuando lo necesites.
- Gracias.
Dibujó una tímida sonrisa y me besó. Recuerdo que aquella noche no volví a dormir, Laura sí lo hizo, abrazada a mí. Mientras ella dormía no dejé de mirarla ni por un instante.
Aquel fin de semana pasó de manera rápida, aunque he de reconocer que tenía unas ganas terribles de ir al garaje y ponerme a trabajar sobre mi GT-R. Ya había encargado la electrónica y unos nuevos inyectores de alta capacidad, para ser exactos los mismos que montaba el R32 del campeonato japonés de GT, que por cierto, no estaba dejando títere con cabeza en el campeonato. La próxima mejora sería el recubicado del motor a tres litros y la instalación de una caja de cambios de seis velocidades. También pensaba en cómo mejorar los sistemas de refrigeración y lubricación, para mantener durante el mayor tiempo posible la velocidad punta, tal y como me había recomendado Kenji. Con la nueva caja de cambios y el recubicado del motor ya aspiraba a superar la barrera de los 300 kilómetros por hora. Con la nueva electrónica e inyección aspiraba a rozarla. La potencia, con el mapeado más radical ascendería a unos briosos quinientos caballos.
El lunes llamé a mi trabajo para explicar a mis superiores mi situación. Aunque fueron muy comprensivos, me pidieron que fuese por allí para explicarme un asunto importante. Tan pronto como colgué el teléfono volví a marcar otro número diferente. Tras dos tonos de llamada, por fin me contestaron.
- Hospital Universitario de Tokyo, ¿en qué puedo ayudarle?
- Buenos días, me gustaría pedir cita para un psiquiatra, por favor.
- Espere un momento, por favor, mire, la doctora Temashita podría atenderle esta misma tarde.
- Bueno, el paciente no soy yo, sería mi esposa...
- Entiendo, ¿ella será consciente de que va a una consulta psiquiátrica?
- Sí, va de propia voluntad.
- Muy bien, su consulta queda programada para las cuatro y media de la tarde.
- Gracias.
Le comuniqué la noticia a Laura, que respondió afirmativamente pero nerviosa. Le dije que tras su consulta debería acercarme a mi trabajo.
Aquella tarde subimos a mi R32 y fuimos al hospital, le dí unos protectores de oídos para subirse al coche. Volví a mentirle y le dije que hacía tanto ruido por haber instalado piezas que eran prototipos.
Al aparcar vi en la zona reservada para los médicos un Porsche 911 de color burdeos, en las puertas llevaba unas pegatinas que ponían "Mid Night Racing Team" y otra que sólo ponía Mid Night en el parabrisas. La pegatina gris del parachoques también erala del club, la que rezaba "Car Speciall". Al fijarme mejor pude comprobar que era el coche de Masao, pero se me hizo raro verlo. Yo, cómo aún era un novato, no podía llevar esas pegatinas, por lo que me sentía más seguro al sacar mi R32 a la calle, era más difícil que me descubriesen.
Al entrar en el hospital, sentí un ligero mareo, noté como Laura agarraba mi brazo con fuerza. Ahora, por suerte, ya no sonaba "Moon River". Pude ver a Masao por uno de los pasillos. Al vernos se acercó a nosotros.
- Me alegro de verla mejor. No sé si me recuerda, soy el doctor Yoshida.
- Sí que me acuerdo -dijo Laura, algo asustada-.
- ¿Viene a mi consulta?
- No, vengo a la de la doctora Temashita.
- Es una gran psiquiatra. Está en muy buenas manos. Hasta pronto.
- Disculpe doctor ¿podré quedarme embarazada otra vez? -dijo Laura con voz temblorosa-.
- Sí, claro. Siga mejorando así.
Masao siguió su camino. Siempre me llamó la atención su amabilidad y seriedad. Era tan serio que nunca sonreía.
Al entrar a la sección de psiquiatría el panorama era dantesco. En aquella sala de espera había personas cuyo aspecto parecía terrorífico. Laura se sentó asustada a mi lado, aferrándose a mi brazo. Nos rodeaban personas cuyas miradas estaban perdidas o anormalmente vivas, moviendo los ojos a una velocidad espectacular. Otra se zarandeaba en una silla, mientras su compañero de asiento hablaba solo.
- ¿A dónde me has traído? Yo... no soy una loca... Quiero irme...
- Tranquila Laura, no estás loca. Sólo estás enferma, al igual que ellos, sólo que lo tuyo es más leve.
En ese momento una mujer de larga melena salió a la sal y preguntó por Laura. Nos levantamos y nos hizo pasar al interior de la consulta.
- Buenas tardes. Soy la doctora Temashita. -dijo en un perfecto castellano-. No se sorprenda, aprendí su idioma hace años y me gustaría practicarlo con usted -dijo con una amplia sonrisa-. ¿Sabe usted japonés?
- Sí.
- Muy bien, yo le hablaré en español, pero si se encuentra más cómoda hable en japonés.
- Entendido.
- Le ruego que disculpe el panorama que ha visto. Puede ser violento para una persona en su estado. Siéntense ahí, les haré unas preguntas.
Empezó a hablar con Laura. Le contó su intento de suicidio y toda su situación. A mí me preguntó otras cosas, entre las cuales le confesé que creía haberme portado mal con Laura por ponerme a arreglar el coche mientras ella dormía. La psiquiatra dijo que Laura tenía un cuadro depresivo y le recetó una medicación suave. Le dijo que tendría miedo a volver a quedarse embarazada otra vez, a pesar de estar sana. Ese miedo tardaría en desaparecer, pero con terapia pasaría a ser cosa del pasado.
Salimos de la consulta más tranquilos, aunque antes de salir, la doctora pidió hablar conmigo en privado.
- Mire, no quiero engañarlo, el estado de su esposa es inestable. La medicación intentará estabilizarla, pero no descarte recaídas. Procure no dejarla sola.
Aquellas palabras retumbaron en mi cabeza. La próxima cita sería en un mes.
Al salir del hospital me pidió que la llevase a su trabajo a ver a sus compañeras. Ellas la recibieron con los brazos abiertos preocupadas por su estado de salud. Tras una breve visita, la llevé a las instalaciones de Nismo. Le presenté a mis superiores, que me invitaron a entrar en una sala, pidiéndole a una secretaria que acompañase a Laura durante mi ausencia. Mi jefe empezó a hablar.
- Nissan quiere competir en las 24 Horas de Le Mans de 1995 con un R33. Ya sé que estamos en 1993, pero hemos presentado el prototipo del R33 y en principio el proyecto partirá del motor RB26DETT. Nos gustaría que usted desarrollase los turbos.
- Acepto. Sólo pido que pueda trabajar desde casa mientras la salud de mi mujer no me permita venir a trabajar aquí, salvo cuando empiecen las pruebas en el banco.
- Me parece justo. Tome este teléfono móvil. Estaremos en contacto.
Al salir de la sala pregunté adónde habían llevado a Laura, un compañero me dijo que la habían llevado a mi despacho.
Cuando llegué al despacho, vi a Laura sentada en mi silla, con el marco de fotos que tengo en la mesa en sus manos. Ella me miró.
- ¡Hola! No sabía que tuvieras esta foto aquí.
- Claro que sí.
- ¡Éramos unos críos!
- Sí íbamos en segundo de carrera. ¿Qué te parece mi despacho?
- Un poco frío, todo lleno de esquemas y piezas de motores...
No pude evitar sonreír, la tomé de la mano y regresamos a casa.
Su evolución era lenta, pero satisfactoria. Los meses pasaron, los campeonatos se acabaron, con sendas victorias de Nissan en GT y en turismos, en esta última disciplina el R32 disputaba su última temporada.
Recuerdo que un día al llegar a casa vi a Laura en el balcón. Siempre esperaba mi llegada a casa mirando por una ventana, con un gesto triste y sentada con las rodillas cerca del pecho. Ahora lucía un precioso vestido negro y tacones. Me bajé corriendo del coche y la miré, ella sonrió. Subí a nuestro dormitorio corriendo, pensando que había tenido una recaída y quería volver a suicidarse.
Cuando entré, ella se giró sonriendo, había recuperado el brillo de su mirada. Sobre un mueble, había dos copas de vino tinto.

- Feliz aniversario, mi amor -dijo ella acercándome una copa-.
Miré mi reloj y enseguida me di cuenta, era nuestro aniversario de bodas.
- Lo siento muchísimo, se me había olvidado. Mañana te compraré un regalo y...
Ella sonrió y me dio un beso.
- Me has hecho el mejor de los regalos, cuidarme cuando más lo necesité.

domingo, 19 de octubre de 2014

Capítulo 8: Bienvenida a casa, Laura.

Laura estuvo hospitalizada durante una semana. Recuerdo que al día siguiente de ingresarla mi madre voló hasta Tokyo para cuidar de nosotros. Cuando llamé para contar a mi familia lo sucedido ni me había preocupado por saber que hora era en España. Mi madre había venido para quedarse un mes con nosotros, así yo podría ir a trabajar y Laura no quedaría desatendida.
Llegar a casa fue algo extraño,muy extraño. Laura normalmente siempre sonreía y tenía una mirada viva y brillante, ahora su cara era totalmente inexpresiva y su mirada era fría y perdida. Tenía un cuadro depresivo severo y le habían recetado unos potentes antidepresivos. Apenas hablaba. A pesar de que mi madre y ella siempre se habían llevado estupendamente, ahora no se atrevía ni a mirarla. "Soy una extraña en mi propia casa" decía.
Pasados unos días empezó a encontrarse mejor y empezó a cocinar, una actividad que le encantaba, pero que había aparcado en sus peores momentos. Por mi parte, viendo la situación, pedí en mi trabajo que enviasen mis labores a casa. Mi jefe se portó de manera muy comprensiva, mandándome un pliego de requisitos sobre unas turbinas que se montarían en el futuro R33 de GT y Le Mans.
Una noche, aprovechando que Laura y mi madre estaban dormidas aproveché para bajar al garaje e instalar un nuevo filtro de aire de competición a mi R32. El escape lo había instalado pocos días después de haber recibido el coche ya aligerado. Ahora la potencia ascendería a unos cuatrocientos caballos. Sin embargo, todo aquello no me parecía suficiente. Recordaba las palabras de Kenji, al hablar de la futura evolución de su Z32. Mis compañeros siempre se presentaban a cada batalla con sus coches ligeramente modificados, en una evolución constante (o stages, como decían ellos) que hacían a los coches cada vez más potentes. Me había desvelado por completo, así que decidí sentarme en el coche para ver su nuevo interior. El salpicadero y el guarnecido interior habían desaparecido casi por completo, el cuadro de mando era ahora digital, el volante era un Nismo con la parte baja plana y sobre el pilar del parabrisas del lado del conductor habían colocado dos relojes, uno de nivel del combustible y otro de presión del turbo. El mueble central era una placa de fibra de carbono con un cortacorrientes y los interruptores de la bomba de gasolina y el extintor, que estaba colocado detrás del freno de mano. Los nuevos bacquets y los arneses Takata ponían la guinda a un pastel de los más racing. Hasta el cristal de las ventanillas había sido sustituído por otro de menor grosor y peso. El siguiente paso sería la electrónica, ya estaba encargada, un ordenador HKS multiprogramable que controlaría todos los parámetros del motor. También tenía pensado en cambiar los turbos y el intercooler por unos de diseño propio que todavía no había no habían empezado a fabricar en IHI ni siquiera como prototipo. Un paso intermedio entre estas modificaciones sería la sustitución de los inyectores por otros de mayor caudal y una nueva caja de cambios de seis velocidades que había visto anunciada en un catálogo.
Cuando volvía a entrar en casa pude oír unos pasos que se dirigían a la cocina, me acerqué a ver y era Laura.
- ¿Te encuentras bien?
Ella se giró con la mirada perdida y ni siquiera gesticuló.
- Sí. Quería un vaso de leche, me he despertado y eso me ayuda a dormir.
- Yo vengo del garaje...
- Eres un egoísta, sólo te importa tu coche.
El tono tan desganado de su voz me hizo sentir muchísima vergüenza. Laura tenía razón, cuando más me necesitaba, yo más me encerraba en el garaje.
- Lo siento, preciosa, no volverá a suceder.
No me contestó, se quedó observándome mientras daba un largo sorbo de leche. Después se sentó en una silla y comenzó a llorar. Corrí hacia ella y la abracé, al poco rato apareció allí mi madre, nadie dijo ni una palabra, no eran necesarias.
Todo fue así durante esa semana. Lo peor fue al llegar el viernes, al ver en el periódico un anuncio que decía lo siguiente:

Vendo equipos de música profesionales. Estaré en el área de servicio de Namiki desde las 00 a las 2 am. Muchas gracias.

En aquel momento hice uno de los actos más deleznables de mi vida, le comenté a Laura y a mi madre que mi jefe me pidió que fuese al trabajo, que tardaría mucho en volver debido a que acabaríamos trabajando en un túnel de viento hasta la madrugada, por que antes no estaría disponible.
Cuando llegué a la batalla, Kenji estaba apoyado en su coche.
- Vaya, ¿eres tu el de los equipos Hi-Fi?
- No.
- ¿Te pasa algo? Te encuentro diferente...
- No te preocupes Kenji, es algo privado. Cambiemos de tema, ¿puedes darme algún consejo para ser mejor hashiriya?
- Poco puedo decirte, Devil, ahora voy a llamarte así, la gente ya no te llama Gaikoku no Akuma. A lo que iba, tu coche es muy veloz, pero necesitas mayor velocidad punta. De grip y aerodinámica está bien. He oído que unos talleres llamados R-Blue están desarrollando un BNR GtR32 para vencerte a tí. Ya tienes la fama de ser el R32 más rápido de todo Japón. Mi consejo es el siguiente, una vez consiga la top speed, has de mantenerla el mayor tiempo posible. Así que trabaja mucho la refrigeración y la alimentación. ¿Qué tanque llevas?
- Un ATL de seguridad, de competición, como el del R32 JGTC, de 150 litros.
- Entonces está bien. Mira, ahí vienen Toshi y el resto.
Tras Toshi pude ver el 911 de Masao. Todos los presentes éramos Mid Night.


Masao, al bajarse del coche me echó una mirada de sorpresa, yo saludé a Smokey como quien no quiere la cosa. Nadie pudo ver el gesto de Masao. Toshi nos reunió en un círculo y empezó a hablar.
- Bueno, esta noche competiremos entre nosotros, Devil, ¿nos enseñas tu coche?
- Sí, claro.
Todos se acercaron a verlo y hacían comentarios positivos.
- Bonita modificación, que sepas que tu fama ya es tal que quieren batirte.
- Algo he oído...
- ¿Te apetece correr hoy?
- Toshi, no, no ves que no tiene buena cara -terció Masao-.
- Masao, ya no eres el presidente.
- Devil, vete, aunque seas un novato no pasa nada, has venido como era tu obligación, pero hoy no correrás.
- Masao, ¿de qué vas?
- Márchate ya, Devil.
- Me quedaré Masao.
- No -dijo Toshi-. Parece ser que ahora manda él, vete, no pasa nada. Masao, tu y yo, ahora.
- Vale, acepto.
Ellos se subieron en sus coches y salieron disparados ante nuestra cara de sorpresa. Smokey fue el único que rompió el silencio.
- La lucha de poder entre Masao y Toshi, otra vez, los dos Hashiriya más veloces de Japón... En fin, Devil, vuelve a casa.
- Sería una falta de respeto hacia Masao. Adiós chicos.
Kenji me acompañó hasta mi R32, me dio un pequeño toque en el hombro.
- Que todo mejore en tu casa.
- Gracias Kenji. eres muy considerado.
Se despidió de mí con su saludo militar.
Al llegar a casa, Laura y mi madre charlaban tranquilamente. La conversación siguió hasta que vimos que era demasiado tarde. Laura parecía estar mejor.
El mes pasó muy rápido. Mi madre se fue y volvimos a quedar Laura y yo solos. Ella había mejorado mucho.
Un día me dijo que quería ir al centro comercial, una mala idea. Compró un bonito camisón blanco y algunas cosas más que nos hacían falta. Pero fue ver a una pareja de nuestra edad y echarse a llorar. Durante mucho tiempo se abrazó a mí y lloró sobre mi hombro. Cuando nos fuimos de allí, respiré aliviado.
Aquella noche ella estrenó su camisón. Estaba realmente preciosa. Al acostarse me deseó las buenas noches con un beso y diciéndome cuánto me quería. Nuestro dormitorio estaba en la segunda planta de la casa, tenía una puerta deslizante que daba paso a un pequeño balcón cuya pared tendría el grosor del canto de un ladrillo.
Empecé a soñar, una voz femenina muy conocida empezaba a susurrarme al oído que me quería muchísimo, que ojalá pudiese perdonarla por lo que iba a hacer, pero no lo quedaba otra alternativa. Pude sentir un beso en mi frente y, al cabo de un rato, una corriente fría. Me desperté y noté que Laura no estaba a mi lado. Miré hacia la puerta del balcón y la vi a ella, con el camisón blanco puesto, ondeando al viento. Estaba de puntillas sobre la paredilla del balcón y de espaldas hacia la habitación. 
Mientras me incorporaba, ella colocó sus brazos en cruz.

jueves, 16 de octubre de 2014

Capítulo 7: El inicio del fin.

Colgué el teléfono temblando y envuelto en sudores fríos. Mi jefe estaba cerca, le pedí permiso para salir y me dirigí por el pasillo hacia la calle. El hospital no quedaba muy lejos de mi trabajo, de hecho, el laboratorio en el que trabajaba Laura dependía del Hospital Universitario de Tokyo. Sería una caminata de unos 15 minutos que se me hizo interminable. Recuerdo que lloviznaba aquel día.
Al llegar al hospital, me acerqué al mostrador de recepción. Una enfermera estaba hablando por teléfono en lo que se me antojó una conversación interminable. Mientras ella hablaba yo empecé a tamborilear con mis dedos sobre el mostrador, movido por el nerviosismo.No me faltaron ganas de hacerle comer el teléfono. Cuando ella colgó se dirigió a mí con una amplia sonrisa.
- Buenas tardes, ¿habla mi idioma?
- Sí.
- ¿En que puedo ayudarle?
- Me han llamado para avisarme de que mi esposa ha ingresado aquí en estado grave.
- Ah sí. Su esposa es la mujer extranjera, ¿me equivoco? ¿Española?
-Sí, la misma -dije irritado ante la calma de aquella mujer-. ¿Sería tan amable de decirme dónde  demonios está?
- Está en la sexta planta señor -dijo sin dejar de sonreír-
- Gracias.
Me giré y salí corriendo hacia el ascensor. Jamás olvidaré la música que sonaba en aquelmaldito ascensor, era "Moon River" de Andy Williams. Irónicamente, era la banda sonora de la película favorita de Laura, "Desayuno con diamantes". Una canción y una película a las que a día de hoy les tengo la mayor de las manías desde aquel día.


Al llegar a la planta sexta tuve que volver a dirigirme a otra enfermera que regentaba otro mostrador de información, esta, en cambio, parecía más diligente que la anterior, al verme bajó la mirada a la carpeta que llevaba y al levantarla debió de suponer quien era yo.
- ¿Es usted el marido de... Laura? 
- Sí, ¿está bien?
- Su habitación es la 625. El doctor Yoshida está atendiéndola. Acompáñeme por favor.
La enfermera salió rápidamente de aquella mesa y entró en el pasillo, al llegar a la habitación de Laura me hizo un gesto con la mano.
- Es aquí. Ella es una compañera de trabajo de su esposa. Discúlpeme, pero tengo que dejarle.
Allí estaba una mujer japonesa que me miraba de manera nerviosa.
- ¿Es el marido de Laura?
- Sí.
- Me llamo Yui Hiruno, soy la superior de Laura.
- ¿Qué le ha sucedido? ¿No se puede entrar?
- No, el doctor me ha ordenado esperar fuera. Estábamos trabajando cuando Laura empezó a quejarse de un fuerte dolor en el vientre, a los pocos minutos vimos que cayó al suelo y que gritaba de dolor. La hemos traído aquí, de eso hará una hora. En urgencias dijeron que había que llevarla al quirófano inmediatamente. La ingresaron en el momento en que te llamaron.
- ¿Esta planta a que está dedicada?
- Es la de ginecología.
En ese momento empecé a ponerme en lo peor, me apoyé en una pared y noté como las fuerzas de mis piernas cedían, deslizándome por la pared hasta acabar sentado en el suelo. Yui se agachó para preguntarme si me encontraba bien. Tenía la cabeza entre las rodillas y no podía dejar de llorar.
Pude oír como se abría la puerta de la habitación y me levanté al ver al médico. En aquel momento no me sorprendió ver quien era aquel doctor, que resultó ser mi compañero de los Mid Night Club, Masao. Él no pudo reprimir un pequeño gesto de sorpresa, pero arregló la situación de manera rápida.
- ¿Puede acompañarme un momento al despacho que está ahí enfrente?
- Sí, ¿Ella está bien?
Él guardó silencio y nos hizo entrar en aquel despacho. Nos hizo ademán de que nos sentásemos.
- Su esposa está bien, pero debo comunicarle una lamentable noticia, ha perdido el hijo que estaba esperando. Lo siento.
En ese momento se hizo un silencio que sólo se rompió con un grito mío. Masao trató de tranquilizarme.
- Ha sido un aborto del que desconozco su naturaleza, su esposa trabajaba en el laboratorio de este hospital, ¿ha estado expuesta a algún tipo de tóxico, como amoníaco o similares?
- No -dijo Yui-. Desde que me comunicó su embarazo creí que era mejor que estuviese el menor tiempo posible expuesta a cualquier tóxico, últimamente se dedicaba a hacer trabajos mas livianos, sobre todo temas administrativos como albaranes.
- Muy bien -dijo Masao- entonces descartamos agentes externos.  
- Desde hacía días decía que notaba dolores en el vientre. ¿Ella ya sabe que ha abortado?
- Sí, estuvo consciente en todo momento, Ahora la hemos sedado un poco, para que estuviese más tranquila. Si quiere puede ir a verla. 
Me levanté y caminé hacia la habitación. El panorama que vi al entrar era dantesco. Laura estaba tumbada boca arriba, pero amarrada con correas. Estaba monitorizada por una máquina que introducía la dosis necesaria de sedante en su cuerpo.
- Sé que lo que ves es desolador, amigo, pero está atada por si sufre algún ataque de nervios. De veras que lo siento -dijo Masao-.
- Dime que se pondrá bien.
- Físicamente está bien, no tiene ninguna lesión y podrá tener hijos, pero su mente ahora mismo es muy frágil, necesitarás mucha paciencia. Tengo que irme, si necesitas cualquier cosa, estaré de guardia.
- Gracias.
Masao desapareció de la habitación. No sé cuantos minutos u horas pudieron pasar hasta que Laura abrió los ojos. Me acerqué a ella y le acaricié la frente. 
- Ya has llegado, bien -dijo con un hilo de voz-.
- Tranquila.
Vi como dirigía su mirada hacia sus manos.
- ¿Dónde estoy? ¿Por qué estoy atada?
Noté que empezaba a alterarse y llamé a las enfermeras usando el pulsador.
- ¡Dios mío! ¡Mi bebé! Lo he perdido... ¡Soltadme! ¡Yo no estoy loca! -dijo chillando- ¡Quiero ver a mi bebé! Haz algo, ¡te lo suplico! ¡No me dejes aquí! 
Masao entró en la habitación y manipuló la máquina para aumentar la dosis de calmantes, que fueron haciendo efecto adormilando a Laura poco a poco. Pude oír como susurraba un "vuelve, por favor".
Masao me ordenó salir de la habitación con él, allí quedaban dos enfermeras vigilando a Laura. Me pidió que lo acompañase a la azotea del hospital. Ya había anochecido.
- Creo que tendremos que llevarla a la planta de psiquiatría, es muy probable que tenga un cuadro depresivo.
- Sólo quiero que se recupere.
- Lo hará, pero será la batalla más dura a la que tendrás que enfrentarte jamás.
Noté que al decirme aquellas palabras, Masao había puesto su mano en mi hombro. Me quedé unos minutos contemplando la noche de Tokyo. Bajé inmediatamente a la habitación de Laura, nunca antes me había necesitado tanto.

domingo, 12 de octubre de 2014

Capítulo 6: Todo cambió en Agosto.

Aquel viernes tenía una batalla y como era un novato no podría faltar. Una de las cosas que me empujaba a ir a esa batalla era el hecho de ver en acción el nuevo Z32 de Kenji. Cuando acabé de cenar me subí en mi R32 y me puse en ruta hacia el punto de encuentro, como siempre en un área de servicio. Me fijé muy bien en mi coche, sería la última vez que lo vería con especificaciones de calle. A la semana siguiente ya lo dejaría en Nismo para que procediesen al aligerado y refuerzo del chasis. El resto, salvo algún pequeño detalle del motor, seguiría de serie por un tiempo. Quizás la siguiente evolución fuesen los frenos y la amortiguación. Mientras conducía pude ver como un Lotus Europa me hacía luces y me adelantaba, era Kazuma, mi vecino.
Llegamos prácticamente juntos al punto de encuentro. Allí ya estaba Toshi y Kenji, junto con un par de periodistas de la Option a sus coches. Las fotos que se hicieron famosas fueron las tomadas de día, pero aquellos periodistas querían ver las máquinas en acción.


Al verme, Kenji se acercó a mí.
- Por fin has llegado. ¡Este es el Gaikoku no Akuma! -dijo a los periodistas, que se acercaron corriendo-.
- Hola -dije tímidamente-. MI coche es ése.
- ¡Si no es más que un BNR32 de serie!
- Las apariencias engañan -dijo Toshi-. Parecede serie, pero fue capaz de vencer al viejo Z de Kenji sin despeinarse.
- Se trata de la variante Nismo, algo más ligera que la V-Spec. Alcanza unos 270 kilómetros por hora... Pero voy a evolucionarlo un poco más, nueva admisión, escape electrónica y chasis retocado.
- Interesante, cuando lo tengas listo nos gustaría sacarlo en la revista. Tenemos que irnos.
- Toshi, ¿a quién nos enfrentaremos hoy?
- Esta bien que lo preguntes Akuma. Es un Hashiriya -piloto ilegal en japonés- independiente. No es gran cosa, sólo lleva un Ferrari 348 de serie. Suficiente para que tu le ganes.
- No creo que pueda vencer a un Ferrari, su velocidad punta es superior a la mía.
- Puede ser, pero tú cuando sufres la ansiedad de la máxima velocidad te creces como nadie, él no. A parte, ese tío no supone ningún peligro, no es el Kuroi Inazuma  -relámpago negro-.
- ¿Quién es ese?
- Es un corredor que se juró derrotar a los Mid Night. Sólo sé que ha invertido más de dos millones de dólares en preparar su Porsche 930.
El sonido del V8 del Ferrari nos interrumpió. De él se bajó un hombre de mi edad acompañado de una preciosa chica. Por lo que pude deducir después, aquella chica era una famosa cantante japonesa. Ella se acercó a mí
- ¿Tú serás mi rival hoy?
- Sí.
- Está bien.
Contaba con que el piloto fuese el hombre, pero me daba igual. Kenji sería el encargado de dar la salida. La chica confiaba demasiado en su Ferrari, ya que dijo que no le importaba batirse con los dos, por lo que a última hora se decidió que Kazuma fuese el encargado de dar la salida.
Al entrar en la autopista Kazuma nos dio la salida tocando el claxon. Aceleré mi R32, que se vió superado por Kenji y el Ferrari. Kenji se alejaba con sonoras llamaradas que salían por el escape con cada cambio de marchas, mientras que el Ferrari parecía un objetivo alcanzable. Lo adelanté sin piedad y, aprovechando el rebufo de Kenji, aceleré lo máximo pero no pude alcanzarlo. Cada vez se distanciaba más y más. Recuerdo que mi velocímetro alcanzó hasta 265 kilómetros por hora, que Kenji había desaparecido y que al Ferrari lo veía como una macha roja lejana a través del retrovisor.
Al llegar al final del recorrido pude ver a Kenji tomando la ruta de regreso pero perseguido por un NSX de la policía. Cuando me di cuenta, otro estaba detrás de mí. Aceleré y tomé el desvío que me llevaría de vuelta al lugar de inicio, pude ver que el coche patrulla se quedaba cada vez más rezagado,así que pude huir con facilidad. Al llegar al punto de inicio todos estaban tranquilos, la policía ya hacía rato que no nos seguía.
- ¿Hace cuánto que los has despistado?
- Unos tres minutos. Ha sido muy fácil.
- Los coches de servicio público no pueden sobrepasar los 160 por hora. Es la ley -dijo Toshi-.
- Eh tío -dijo Kenji-, he llegado a los 300.
- Bueno dejad de hablar, ¡hay que irse! -dijo Toshi-. Volveremos a vernos en unos meses.
Todos obedecimos. De regreso a casa tuve la suerte de no toparme con ningún policía.
Al lunes siguiente entregué mi coche a los de Nismo. Con el presupuesto planeado me alcanzaba no sólo para aligerar el chasis, si no también para instalar una amortiguación y unos frenos como los del R32 del campeonato GT. Instalarían también unas nuevas llantas, otras Volk TE-37, pero de color dorado y para montar neumáticos más anchos. Ya de paso, les pedí que me lo pintasen de negro, que el rojo no me convencía del todo. Me prometieron tenerlo listo en el plazo de dos meses, y lo cumplieron. Sin embargo, no pude probarlo en la Wangan por que aún nos parecía pronto después de la última vez.
Fue pasando el tiempo, mi nuevo cometido fue el de diseñar unas turbinas de mayor flujo para el nuevo modelo de competición basado en el R33 y estaba planeando montarlas en mi R32. Recuerdo que en agosto fue cuando se presentó al público el primer prototipo de calle del R33 presentación a la que acudimos Laura y yo. A ella ya se le notaba el embarazo de manera evidente.
Pero recuerdo que la pesadilla comenzó unos días después, cuando recibí una llamada por la tarde, en mi oficina. Una voz de mujer llamaba en nombre de Laura, el mensaje hizo que mi vista se nublase:
- Buenas tardes, le llamo del Hospital Universitario de Tokyo. Lamento informarle de que su esposa está ingresada aquí con pronóstico reservado. Le agradeceríamos que acudiese lo antes posible.


lunes, 6 de octubre de 2014

Capítulo 5: Furia en Mine Central.

La temporada 1993 del campeonato japonés de turismos pintaba muy bien para Nismo. Sería el último año en el campeonato japonés de turismos, ya que debido a un cambio en la reglamentación, el R32 no participaría en la categoría de turismos, pero sí en la de GT, donde también arrasaba. Aparte, el desarrollo del futuro R33 ya estaba en marcha y Nismo pretendía sustituir al antiguo pero eficaz R32 con el nuevo. Cuando se iba a disputar la carrera inaugural del campeonato, yo ya había terminado de diseñar unas nuevas turbinas para los turbos del RB26 que montaría el R33. Como sólo trabajaba con el motor, apenas sabía nada del resto del coche, pero los comentarios que oía no eran nada favorables al futuro Gt-R, decían que sería más pesado y peor coche.
Nismo se encargaba de dos equipos, Hasemi Motorsport y el Team Impul. El Team Impul ganaría el campeonato al final del año, con su famoso coche pintado de azul y patrocinado por Calsonic.
Recuerdo llegar al circuito de Mine, un completo desconocido para mí, repleto de público que aguantaba colas kilométricas para conseguir un autógrafo o una foto de uno de sus ídolos, incluidas las azafatas, a las que el público japonés conoce por su nombre de pila. Recuerdo que durante los entrenamientos, nuestros Skyline dominaron con mano de hierro la sesión, saliendo ambos desde la primera fila de parrilla. Al acabar la sesión se me encargó revisar los turbos, que estaban perfectos, pero decidí saber por mi propia cuenta las experiencias de los pilotos. Me comentaron que el motor iba de maravilla, potente y aprovechable. La carrera se disputó sin ningún contratiempo para nosotros, comenzando nuestro equipo de manera triunfal otra temporada.

La misma tarde de la carrera volví a casa, ya que en Nismo se seguía la regla "a competir el domingo, a trabajar el lunes". Llegué bien entrada la noche, aunque Laura me había esperado despierta, pero su gesto me preocupó.
- ¿Estás bien?
- Ahora estoy mejor, pero me dolió mucho el vientre. ¿Qué tal en el circuito?
- Bien, ya hablaremos más adelante de eso. ¿En el laboratorio has estado expuesta a algo?
- No, desde que les dije que estaba embarazada me han cambiado de sección, ahora me pusieron en cosas de papeleo y no tóxicas.
- Vamos a urgencias.
- No es necesario, ahora estoy mucho mejor, de verdad. Vayámonos a dormir y mañana estaré mejor.
Le hice caso y obedecí. El cansancio se alió a su favor y ayudó a que doblegase mi voluntad.
En Nismo me habían concedido la mañana de aquel lunes libre. Tan pronto como me levanté observé que Laura ya se había levantado. Bajé a la cocina y me encontré con Laura haciendo café y tostadas para desayunar. Desde que habíamos llegado a Japón aún no habíamos tenido tiempo ni de desayunar juntos un día de semana.
- Buenos días -dijo ella-, ¿quieres mermelada?
- No, gracias. Si me alcanzas la mantequilla te lo agradecería.
Cuando ella se acercó a mí, la cogí por la cintura y la senté sobré mis rodillas con cuidado, la rodeé con mis brazos y le dí un beso. Ella sonreía.
- Te encuentras mejor hoy ¿no?
- Sí, estoy como nueva. Nunca hablamos de esto, pero... ¿qué prefieres que sea nuestro hijo, niño o niña?
- Me da igual, la verdad.
- ¡Eso no vale! Tienes que mojarte.
- Entonces prefiero que sea niño.
- A mí gustaría que fuese una niña, pero la verdad es que me da igual, quiero que sea sano y fuerte.
- Claro, eso es lo único que importa. Laura, ¿a qué hora entras hoy?
- A las once de la mañana, me quedo a comer allí. ¿Y tu?
- A las tres de la tarde, pero comeré algo allí.
- No, te dejo cualquier cosa preparada y comes en casa con tiempo.
Tan pronto como dijo esa frase, las tostadas saltaron del tostador como si fuesen dos misiles tierra-aire. Laura hizo alarde de reflejos y las cogió de un salto, desembarazándose de mis brazos con una facilidad pasmosa.
Cuando ella salió para trabajar me metí un rato en el garaje. Miré a mi Skyline y se me empezaban a ocurrir miles de ideas sobre como mejorarlo. Lo primero sería diseñar un capó con unas aberturas nuevas para mejorar la refrigeración y que el capó fuese de fibra de carbono. Decidí que de camino al trabajo pararía en un kiosco a comprar un catálogo de piezas para R32.
Aunque llevaba meses en aquella casa, casi no conocía a mis vecinos, sabía que el vecino de al lado se llamaba Kazuma y estaba casado. Eran un matrimonio de nuestra edad. La Prefectura de Saitama era enorme. Decidí salir a dar un breve paseo por el barrio, cuando al pasar por delante de la casa de Kazuma, él salió por la ventana invitándome a pasar. No decliné su invitación, pero al entrar allí me sorprendió lo que vi.
En su garaje había un impresionante Lotus Europa rojo con un paquete aerodinámico increíble. Kazuma me dijo que su motor era el de un Mazda Rx7 turbo, preparado por Re-Amemiya un especialista en motores rotativos. Pero lo que más me sorprendió fue ver las pegatinas del Mid Night Club. En aquel momento temía que algún día tuviese que destrozar el coche de mi vecino, pero enseguida me dijo algo que me sorprendió.
- Kenji y tu estuvisteis soberbios en la última batalla. No te preocupes por nuestra relación, sabes cuales son las normas del club y yo también. Es una especie de Bushido al que somos fieles hasta la muerte. Los Mid Night somos la banda más poderosa de todo Japón, la Wangan es nuestra, nadie nos ha batido. Deberías potenciar un poco tu coche, te aconsejo que compres una revista que se llama Option y un catálogo de piezas, te serán muy útiles. Así serás el más rápido, Gaikoku no Akuma.
Salí de su casa y fui a comer. Recogí lo más rápido que pude y limpié un poco la casa antes de salir al trabajo. Ya hacía días que no iba con mi Skyline, las líneas de metro tenían una buena combinación y a esa hora de la tarde no había que sufrir las aglomeraciones de la mañana o última hora de la tarde. Al llegar a la estación compré un catálogo de piezas de R32 (que parecía una Biblia de gordo que era) y una revista Option.
Al final de aquella semana ya tenía hecha una lista con todas las piezas necesarias para modificar mi R32, aunque lo haría en fases,la primera sería construir un chasis más rígido y ligero. Había hablado con los de Nismo y los había convencido para hacer aquel trabajo con la finalidad de probar en mi propio coche algunas mejoras futuras que se hicieran en los motores.
El viernes, al leer el periódico, supe que aquella madrugada se disputaría una nueva batalla.