jueves, 26 de febrero de 2015

Capítulo 20: Akira.




Aceleré al oír el claxon del coche de Toshi. Aullido de revoluciones, soplido de válvula de descarga de turbo, una marcha más, engranada accionando con firmeza la palanca. Unas llamas salieron de mi escape, Hiro iba a mi par. Esquivábamos los pocos coches que pasaban a mas de 200 km/h. Podía oír el ruido del motor de su Z mezclado con el mío, en una especie de sincronía mecánica.
Vi como Hiro me adelantaba, aceleré y notaba como mi R32 no respondía al cien por cien, el cuentarrevoluciones parecía caer en picado. Empecé a pensar que se trataba de una rotura de motor, pero me di cuenta que no llevaba el mapa motor adecuado, pulsé el botón del mapa adecuado, reduje una marcha y el R32 recuperó algo vida, al volver a subir una marcha más, el motor parecía volver a ser el de siempre.

A pesar de esa corrección sobre la marcha, no podía adelantarlo, todo lo más colocarme a su lado. La primera de las pasadas de la batalla, acabo en un clarísimo empate, en la segunda, logré ponerme por delante de él, pero el espacio entre Hiro y yo no era suficiente para declararme ganador. Empezamos la tercera batalla, ninguno de los dos tenía intención de levantar el pie ni admitiría rendirse. Aunque era una batalla entre amigos, jugando limpio, tenía que haber un ganador.
Seguí acelerando, pude alcanzar a Hiro, me coloqué a su estela, hundí el pie derecho e hice luces a Hiro, empecé el adelantamiento. Cuando iba a su par, Hiro miró hacia mí, le hice un gesto levantando la cabeza y me coloqué delante de él. Estaba siendo una batalla muy dura, notaba que entre mi camisa y mi piel había un película de sudor. Miré por mi retrovisor y vi a Hiro algo más lejos de los habitual, seguí acelerando y al cabo de varios kilómetros, él había desaparecido. Había ganado al Hashiriya que más me había inquietado, era la victoria que más esperaba. Paré el coche a la entrada del desvío que nos llevaría de vuelta al punto de reunión. Hiro apareció y me hizo ráfagas, arranqué y volvimos con nuestros compañeros. Cuando nos bajamos del coche, la expectación era enorme, el asunto había trascendido y los periodistas de la Option habían venido a cubrir la batalla.
- Hiro, ¿cómo ha ido la batalla? -preguntó Masao-. Toshi dijo que os perdió muy rápido de vista y volvió enseguida.
- Devil me ha ganado-contestó Hiro sonriente-.
- ¿En serio? -dijo uno de los periodistas-.
- Sí, es el mejor Hashiriya de todo Japón. Ha vencido a los más rápidos.
- Hiro -dije-, ¿te ha pasado algo? Te descolgaste al final...
- Sí, el motor tenía mucha temperatura. En el momento que me adelantaste me era imposible ponerme a tu estela. Creo que tiene más punta que el mío. ¿Tu coche tuvo algún problema?
- Sí, llevaba el motor mla configurado, lo corregí sobre la marcha. Fue como un botón mágico.
- ¿Te encuentras bien Devil? Pareces pálido -dijo Masao-.
- Estoy bien, sólo algo cansado.
- Yo estoy exhausto -dijo Hiro-. Me voy a casa.
- Es mejor que nos vayamos -dijo Masao-.
Hiro se despidió amablemente, no parecía abatido por la derrota, antes de salir de aquel área de servicio, paró el coche a mi lado.
- Enhorabuena, la mejor batalla de mi vida. Ha ganado el mejor.
- Gracias Hiro.
Se fue. Tras él, Kenji se despidió haciendo su tradicional saludo militar.
Cuando volvía a casa, un Toyota Supra negro bastante juguetón se puso detrás de mí y comenzó a hacer ráfagas. Pasé de batallas, el Supra me adelantó sin miramientos y desapareció de mi vista atronando la autopista.
Sólo Masao se dio cuenta de que estaba pálido, desde hacía unos días, las comidas no me sentaban muy bien y sentía cansancio, afortunadamente, parecía ir remitiendo, aunque a veces notaba que volvía a suceder. No le daba mucha importancia y culpaba de ese malestar a algo que había comido y que me había sentado mal.
Aquellas molestias no eran suficiente para apartarme de mi trabajo. Laura venía todos los días a esperarme a la salida. Tuve que devolver mi R33, Nismo me ofreció cambiarlo por el nuevo 400R, una máquina algo más eficiente que el R33 "a secas". También tuve la suerte de poder probar el R390, en su versión de calle. Nismo realizó algunos test en el Nordschleife, a las que tuve que ir. Desgraciadamente, durante aquel viaje a Alemania, Laura no pudo acompañarme, la llamé todos los días, ella estaba más preocupada por si yo comía bien y por mi estómago que por ella misma. Al llegar de vuelta, ella me recibió como si hiciese años que no me veía.
Cuando entramos en casa, ella se abrazó a mí, de sus ojos empezaron a brotar las lágrimas.
- ¡No te puedes imaginar lo mal que lo he pasado! ¡Odio estar sola!
- Lo siento...
- Estuve contando los días que faltaban para que llegases. Ha sido horrible. ¿Qué tal en Alemania?
- Bastante trabajo, no fue todo lo ideal que hubiese deseado, estaba nevado, conducir allí era una pesadilla.
- ¿No puedes hacer nada para que no te envíen a esos sitios?
- No puedes pedirme eso...
- Díselo a tu jefe, por favor.
- Se lo diré, no te prometo nada.
- ¡Por favor! Dime que no te mandarán más veces al extranjero... No puedes ni imaginarte lo mal que lo he pasado.
- Lo siento.
- Espero que al menos esta semana no tengas otras reunión con tu escudería.
- Creo que sí.
- ¡Lo que me faltaba! Si quieres huir de mí, hazlo, no te escondas.
Recuerdo que subió al dormitorio y dio un fuerte y sonoro portazo. Miré sobre la mesa y había un paquete a mí nombre. Era la nueva electrónica que había encargado tras el fallo de mi batalla con Hiro. En Nismo me habían concedido diez días libres tras mi viaje a Alemania. No le dije nada a Laura porque quería darle una sorpresa.
Al día siguiente, ella seguía dolida, apenas me dirigió la palabra, lo único que me dijo fue un "hasta luego" al despedirse. Tenía miedo hasta de mirarla, ella también esquivaba todo intento de contacto visual.
El día de la batalla estrenaba mi nueva electrónica. De camino a ella observé que el comportamiento del motor se volvía más agresivo, el coche parecía más rápido.
Al llegar al sitio pactado vi un gran revuelo. Mis colegas se acercaban a mí, el primero fue Smokey.
- ¡Hey Devil!
- Muy buenas.
- Acabo de preparar un R33, 1200 caballos. Estoy también con un Supra que va a ser muy potente también.
- ¿Supra? ¿No será negro?
- No, será dorado, es mi color favorito. ¿Tu también has visto un Supra negro por aquí?
- Sí, lo llevaba una chica, pensé que estaría relacionada contigo. Lo vi hace días.
- No, no tiene ninguna relación conmigo.
- Nuestro rival de hoy es un conocido del club - dijo Masao, al que no había visto hasta aquel momento-. Es un tío muy legal. Perdón por la interrupción.
- Buenas noches Masao, no te había visto.
- Está ahi, quiere conocerte.
Me acerqué a nuestro rival y vi a varios periodistas de la Option a su alrededor. Masao abrió un hueco entre ellos e hizo que me acercara. Vi un Porsche de color oscuro, muy preparado, con un enorme alerón.
- Akira, competirás contra Devil.
Aquel Hashiriya estaba fumando, apagó su cigarrillo y se acercó a saludar.
- Soy Akira Nakai, encantado.
- A mí me llaman Devil. Un placer.
En aquel momento observé que en su coche había una pegatina enorme que ponía "RWB". Años después supe de la importancia internacional de este hombre, del que tuve el placer de conocer su trabajo y aún mantengo amistad con él. Akira era "Rauh Welt Begriff", los Porsche más exclusivos del mundo.


De la batalla que mantuvimos no tengo ningún recuerdo especial, su coche era rápido, no tanto como mi R32 ni como el 911 de Masao. De lo que si tengo muy buenos recuerdos es de que Akira era un tipo asequible. Al acabar la batalla me invitó a visitar su taller, en Chiba.
Recuerdo que al volver a casa, Laura estaba en la ventana, sentada con sus rodillas cerca del pecho y sus brazos rodeándolas. Al entrar, la saludé y subí al dormitorio, ella vino detrás. Me senté en la cama, ella ya tenía el pijama puesto. Se sentó en la cama en posición de yoga y sonreía.
- Buenas noches -dije-.
- Espera, ¿podemos hablar un momento?
- Claro.
- Perdóname, por favor, he sido un poco egoísta...
- Todo olvidado.
- Lo pasé muy mal. No sé si puedes entenderlo...
- Laura, no te preocupes. Iba a darte la sorpresa el lunes, pero me han dado diez días libres. Así que, por lo menos me tendrás en casa molestando. Te prometo que en esos días no le dedicaré tiempo al coche.
Ella sonrió antes de darme un largo beso. Cuando me acosté, una intensa sensación de vergüenza me invadía. Cada día llevaba peor ser el Hahiriya más rápido y temido de Japón.





martes, 17 de febrero de 2015

Capítulo 19: Shogun -II parte-.

Ya tenía a aquel maldito Ferrari en la mira, adelantarlo parecía imposible. La decisión estaba tomada, la salida hacia Yokohama estaba perfectamente iluminada. Sería una locura, pero peligroso no me parecía, si apagaba las luces de mi R32, me vería con menos claridad, pero el alumbrado público le permitiría verme. Apagué las luces justo al entrar en la salida hacia Yokohama, me cerré al trazar la curva, adelantando por el interior, pude ver como el conductor del Ferrari, al verme a través de su ventanilla, se sorprendía, aprovechando yo esos segundos de sorpresa para pisar el acelerador a tope y ponerme en cabeza.
Poco después de aquella salida vi aparcados los coche de Hiro y Kenji, al verme empezaron a hacer gestos, como los que harían los espectadores de un rallye. Por el retrovisor vi como subían a sus coches, las luces de mi rival no podía verlas,supongo que se asustó al ver mi adelantamiento. Ahora, pasado el tiempo, la experiencia me dice que fue una maniobra suicida.
Al llegar al punto declarado como meta, algunos de mis compañeros me recibieron como a un héroe. Kenji se bajó de su coche corriendo y se acercó a mí gritando.
- ¡Lo has conseguido Devil!
- Sí, ha sido difícil.
- Ese tío era uno de los más rápidos, es de una banda muy importante de un barrio de ricos de Tokyo.
- Te creo, ese Ferrari es único.
Fueron llegando los que faltaban, mi rival se bajó del coche, se despidió y se marchó. Mis compañeros me rodearon, el primero en romper el silencio fue Masao.
- Increíble, ¡menudo adelantamiento! Devil, pagó las luces de su coche y lo adelanto al entrar en el desvío que viene hacia aquí. Menos mal que había farolas, de lo contrario, habría que expulsarte del club.
- Lo sé, perdón.
- Fue un adelantamiento limpio.
- Por cierto -dijo Masao-, hablando de comportamientos suicidas, Junichi, acércate.
Aquel chico se acercó, era un novato.
- Junichi, en el recorrido hasta aquí te has comportado como un demente, la batalla no iba contigo, casi te estrellas contra mí y contra aquel camión.
- Lo siento.
- Has violado las normas. Estás expulsado.
- Perdón. Hasta siempre.
Así acabó la trayectoria de un novato más. Puedo asegurar que los novatos que aprobaban su año de noviciado rondaría el 10%.
Tras esa despedida, me dieron la bienvenida como Shogun delclub, lo que me permitía organizar batallas y ser miembro de la élite del club.
Así, con batallas como éstas fue pasando el año. Laura y yo celebramos el fin de año a la manera japonesa, oyendo las 108 campanadas y recibiendo el año nuevo viendo el amanecer desde un bonito acantilado. Recuerdo estar abrazado a Laura, ella se giró, pude ver sus ojos brillantes a la luz de la luna. Ella no dejaba de sonreír.
- ¿Tienes frío?
- No, estoy perfecta. ¿Sabes? Estaba recordando la noche en la que te declaraste. Era tan bonita como ésta, con el cielo despejado...
Era cierto, recuerdo aquella noche como si fuese ayer. Habíamos ido a cenar a Coruña, una ciudad que, como gallegos, echábamos de menos en aquella tierra tan lejana que era Japón. Aquella ciudad nos acogió como estudiantes, aquella noche sería nuestra despedida. Acabamos dando un largo paseo hasta el Castillo de Santa Cruz. Laura se detuvo en la pasarela de acceso y dirigió su mirada hacia el mar.

- Me encanta el mar. Es inmenso.
- Hay otra cosa inmensa que me encanta, tus ojos.
Ella se giró y sonrió.
- ¡Oooh! ¡Qué bonito! Muy romántico...
- Laura, quiero decirte una cosa.
- Dime.
- Te parecerá una locura, pero... ¿quieres casarte conmigo?
Ella me miró sonriendo, yo estaba arrodillado y ella me miraba con una mezcla de emoción y ternura.
- Sí, sí y mil veces sí.
Me levanté y nos fundimos en un beso. Desde aquella noche, Laura era mi vida, lo era todo para mí. Y puedo asegurar que cada mentira que le conté para ir a las batallas del Mid Night Club fue para mí como un puñal que me atrasaba el pecho.
Tras recordar aquel momento, ella me preguntó por mi futuro.
- Ahora, ¿cómo irá tu trabajo?
- Igual, antes trabajaba de enlace entre IHI y Nismo, pero ahora soy empleado de Nismo. Han llegado un acuerdo con IHI y me han "traspasado". Además, ahora trabajaré más liberado y ganando un poco más.
1996 lo pasé desarrollando el R33 LM de aquella temporada y el nuevo prototipo GT1, el futuro R390, cuyo chasis se desarrollaría en Reino Unido y su motor lo diseñaríamos partiendo del V8 del R91. En lo que a batallas se refiere, acabé instalando los turbos del R390 en mi R32, junto con otroas mejoras, como los intercoolers, alcanzando los mil caballos de potencia al freno, siendo mi R32 una de las bestias más rápidas de todo Japón.
En 1996 también se creó un R33 LM de calle, un vehículo único que tuve la suerte de poder probarlo durante un in de semana a principios de verano. El viernes que me lo prestaban, Laura vino a recogerme al trabajo. Llamó a mi despacho y abrió la puerta sonriendo.
- ¡Hola amor! ¿Te queda mucho?
- No, voy ahora. Hoy no vamos en tren a casa, me dejan un coche.
- ¿Un prototipo?
- Casi, un coche de carreras con matrícula, sólo harán este.
- Suena chulo.
Ambos salimos de mi despacho, cogidos de las manos. Entramos en el ascensor y bajamos hacia el sótano. Allí estaba esperando el coche, gris, ancho, imponente, aparcado al lado del modelo de carreras de Le Mans.

- ¡Es igualito que el de carreras! -dijo Laura-.
- Sí, ¿te gusta?
- Bueno... es un poco cantón, ¿no?
- Sí, tienes razón -dije riendo-.
Nos subimos al coche, lo encendí y salí del edificio de Nismo con cuidado, era un coche único, si lo dañaba, en Nismo pondrían precio a mi cabeza.
- ¡Vaya! Hasta tiene radio -dijo Laura-.
- Sí, lo han equipado como si fuera el R33 de calle.
En aquel momento estábamos entrando en la autopista, conecté la radio y me propuse saber de qué era capaz aquel coche.

Sus reacciones eran increíbles, era muy rápido, Laura se aferraba al asiento, de vez en cuando chillaba, sobre todo si rebasaba algún camión. Decidí levantar el pie y tomar la salida a un área de servicio. Cuando aparqué, la miré, ella estaba tomando todo el aire que podía.
- No... no sé que le ves de divertido a esto.
- Yo tampoco, pero me gusta.
- Tu y los coches... ¡Ah! No me acordé de decírtelo, Paula va a venir a vernos.
- ¿Cuándo?
- En Agosto, vendrá por quince días.
El tiempo pasó rápido, demasiado para mi gusto. Paula estuvo con nosotros, fui a muchas batallas, las gané todas. Nismo me hizo trabajar en una nueva versión de calle del R33, la 400R y en 1997, el R390 debutó, sin mucho éxito. 1997 no supuso mucho cambio, Mi R32 seguía siendo imbatible, la policía detuvo a varios novatos y en el Mid Night Club empezamos a sentir que la policía nos seguía muy de cerca. También destrozamos el coche de algún "fantasma" que aseguraba ser del Club y no lo era. Recuerdo que hasta llegamos a quemar un NSX.
Así entramos en 1998, yo seguía enamorado de Laura, mi R32 seguía siendo imbatible y en más de una ocasión coincidí con una chica que había visto en una discoteca, la vi conduciendo su coche, un Supra negro.
Pero empecé a sentir algo en mi interior, un viejo rencor bushi -guerrero en japonés, lo que los extranjeros llamamos samurai-. Un viernes organicé una batalla. Mis compañeros llegaron, el primero de todo fue Hiro.
- ¡Hola Devil!
- Muy buenas Hiro.
- ¿Contra quien es la batalla de hoy?
- Llevo mucho tiempo pensando en esto, estoy ya preparado, ¿tú y yo?
- Vale -dijo sonriendo-.
- El ganador será aquel que sea capaz de desaparecer de la vista de su perseguidor. Si no nos logramos separar lo suficiente, vamos al mejor de tres.
Decidimos que la batalla empezaría en una recta que había antes de una larga curva, a partir de ella la batalla comenzaría. Al llegar a ella, íbamos a unos 120 por hora, cuando Toshi, accionó el claxon de su Z. En ese momento, mi pulso se aceleró, casi al mismo ritmo que subía de vueltas mi motor. Debo confesar que la ansiedad de la máxima velocidad, se manifestó antes de tiempo.

domingo, 8 de febrero de 2015

Capítulo 18: Shogun.

Un par de semanas después de la última batalla, se celebrarían las 24 horas de Le Mans. Tuve que desplazarme con el resto del equipo hasta La Sarthe. Por una vez, el Mid Night Club no era el centro de mis pensamientos, mi contrato con IHI parecía tener fecha de caducidad. Nismo estaba muy contenta con mis servicios y en IHI también, pero preferían que pasase más tiempo en sus instalaciones, algo que no me convencía demasiado. Nismo me había puesto a prueba al aceptar una proposición mía: propuse que de los dos R33 LM que competirían, uno llevase una puesta a punto rebajada. Mientras el más potente pretendía disputar la victoria a los todopoderosos McLaren F1 GTR, el otro buscaría acabar lo más arriba posible. En Nismo se respiraba un ambiente de optimismo que a mí, me ponía los pelos de punta.
Al llegar a París, tomamos un tren hacia Le Mans. Eché de menos la puntualidad japonesa, donde los trenes tienen un retraso medio de dieciséis segundos. Mis compañeros se impacientaban al ver que el tren llegó con tres minutos de retraso. Al comentarles que en España eso se consideraba "llegar en hora" se echaron las manos a la cabeza y me miraban incrédulos.
El centro de operaciones de Nismo se montó en el "Hotel La France", un viejo edificio de típico hotel francés. Aquel rancio edificio había sido sede del equipo Ford en los años sesenta, época de gloriosas gestas para los americanos y sus casi invencibles GT40. Creo que en Nismo también querían desbancar a la élite dominante en la época, McLaren, pero eso no sólo se conseguiría haciendo dormir a los miembros del equipo en las mismas habitaciones donde lo hicieron unas leyendas del motor, si no creando una máquina de competición perfecta.
Una vez me instalé en mi cuarto, miré el reloj, haciendo cálculos sobre la hora local en Japón. A pesar de que Laura me había dicho que la llamase fuese la hora que fuese, me dolía despertarla. Antes de marcar los números abrí de par en par aquella vieja ventana de madera. Entraba una brisa suave muy agradable, me acerqué al balconcillo y observé aquellas enredaderas que cubrían la fachada del edificio. Me senté en la cama y volví a comprobar la hora, eran las nueve de la noche y la diferencia horaria era de ocho horas, así que en Tokyo serían las cinco de la madrugada. Marqué los números con pulso tembloroso.
- ¿Si? -contestó Laura con voz lenta y adormilada-.
- Cielo, soy yo, perdona si te he despertado.
- ¡Ah! ¿Qué tal en Francia? ¿Hace buen tiempo?
- Sí, no tengo queja. ¿Cómo estás?
- Bien, algo aburrida. Me siento un poco sola.
En ese momento empecé a sentir algo en mi interior, no me encontraba bien, la echaba mucho de menos.
- ¿Sigues ahí? ¿Hola?
- Sí, perdona.
- Te echo mucho de menos, bueno, cuelga ya que te estás dejando un pastón.
- Yo también te echo de menos, cielo. Buenas noches, que descanses.
- Te quiero.
Al colgar el teléfono, aquel "te quiero" se repetía cómo un eco en el interior de mi cabeza y siguió haciéndolo toda la noche.
EL desarrollo de la carrera presagiaba un desastre, durante los entrenos, ambos coches dieron muchos problemas, fugas de aceite incluidas. Mis peores temores parecían confirmarse. La carrera parecía ir aún peor, con el coche más potente fuera de combate. El menos potente, el número 22 parecía cumplir su cometido con creces.


Cuando acabó la carrera, el coche acabó 10, derrotado por un rival, el Honda NSX, que era de una categoría inferior, la GT2. En ese coche iba un famoso cantante que también era piloto, Masahiko Kondo, bastante famoso como cantante y solvente como piloto.
Tan pronto como acabó la carrera volví a París con un permiso especial de Nismo. Tenía un día prácticamente entero en París a mi disposición antes del vuelo. Decidí hacer un poco de turismo, lo típico, ver la Torre Eiffel y poco más. Entré en la pastelería "Ladurée", donde tuve que aguantar una cola de proporciones bíblicas para comprar unos "macarons" para Laura, un pequeño y dulce detalle para ella. 
El vuelo hacia Tokyo lo pasé dormitando. Al llegar al aeropuerto, Laura estaba esperándome. Sonriente, corriendo con los brazos abiertos para abrazarme.
- Vi parte de la carrera por la tele. Al final no estuvo tan mal, tu no contabas con que acabasen ninguno de los dos coches.
- Cierto. Mejor así.
- En una imagen enfocaron los boxes y salías tu hablando con Kondo.
En ese momento me puse muy tenso, alguno de mis compañeros del Mid Night Club pudo haber visto ese fragmento de la carrera. Intenté no pensar más en ello y me centré en Laura.
- ¿Has venido en taxi?
- No, he venido en coche.
- ¿En cuál?
- En el tuyo, en el gris, hacía mucho tiempo que no conducía y supuse que te gustaría conducirlo de vuelta a casa.
- Pues no, ahora quiero que tú lo lleves. Me hace ilusión.
Ella sonrió y me llevó hasta dónde estaba el R33. Nos subimos y ella arrancó. Me sorprendió lo bien que se adaptaba a cambiar de marcha con la mano izquierda. Iba respetando las normas, sin correr, mientras yo en lo único que pensaba era en que si hubiese llevado mi R32, iría adelantando a cuanto coche se me pusiese por delante.
- Tiene pinta de ser muy rápido. No sé, por poquito que toque el acelerador, se dispara.
- Es un buen coche. ¿Te adaptas bien a él?
- Sí, aunque es un poco grande para mí. Al principio me liaba con las marchas...
La miré, mientras conducía sonreía. En cada semáforo, me miraba y no dejaba de sonreír.
Aquella noche, Laura durmió abrazada a mí, me confesó que el tiempo que había pasado yo en Francia se le había hecho eterno, que me había echado en falta y que se sintió muy sola.
Días después tenía una batalla, algo que deseaba desde que me habían comentado la idea del shogunado. 
Al llegar el día y hora de la batalla no podía evitar mi inquietud. Al mismo tiempo que yo, llegaban Toshi, Masao y Hiro.
- ¡Buenas Devil!
- Buenas tíos, que es eso del shogunado. -mientras decía esa frase, vi que llegaba Kenji-.
- Es el rango máximo de nuestro club. Sólo los elegidos pueden pertenecer a él. Masao y yo -dijo Toshi- pertenecemos a él por antigüedad. Hiro por mérito, como entró como miembro de pleno derecho, al pasar un año ingresó en el shogunado. Tu batalla será contra el jefe de otro club.7
- ¿Qué coche lleva?
- Ése -dijo Hiro, señalando a la entrada del área de servicio-.
Ante mis ojos apareció un coche que había visto en fotos, mi rival sería un Koenig Testarossa Turbo azul.


La batalla sería hasta Yokohama. Todos los miembros del Mid Night Club habían salido a tomar posiciones para ver la batalla a lo largo de la Wangan. Masao nos seguiría y sería el encargado de darnos la salida.
Cuando empezó la batalla, pude ver que aquel Ferrari no era más rápido que mi R32, pero se había puesto en cabeza. Su conductor parecía leer mi mente. Cadavez que cambiaba de carril, él también lo hacía, bloqueando los huecos. Ir a mas de 250 km/h por una autopista plagada de camiones, deslizándonos entre ellos era como jugar al escondite con la muerte. Los camiones no hacían más que tocar los claxon en señal de protesta. A pesar de todo lo descabellado que suena, aún había un pequeño margen de seguridad.
Aquello estaba acabando conmigo, era desesperante, la salida hacia Yokohama estaba muy próxima, y no había mucho tiempo para reaccionar. En ese momento, la mentalidad japonesa se apoderó de mí. La muerte antes que la derrota, el honor del club antes que el bienestar personal. Para ganar a aquel tipo hacía falta una estrategia radical. La tenía en mente, apreté con más fuerza el volante, sonreí y pensé para mis adentros: "Ahora o nunca Devil".