domingo, 1 de marzo de 2015

Capítulo 21: Lady Snowblood.

Durante aquellos diez días libres que me otorgaron en Nismo, Laura y yo pasamos mucho tiempo juntos. Vimos sobre todo películas japonesas antiguas. Ninjas, samurais, kárate, artes marciales, honor... los tópicos del cine japonés. Sin embargo, hubo una de ellas que me sorprendió, y también a Laura. La protagonista era una mujer en busca de venganza. Era una mujer con una belleza enigmática y una mirada muy expresiva. El título de la película era "Lady Snowblood".


La actriz, respondía al nombre de Meiko Kaji y también era cantante, de género Enka. A Laura y a mí nos impresionó los papeles que desempeñaba, una mujer fuerte, indoblegable y bella movida por la sed de vengar a las víctimas de un injusto. Rebuscando un poco de información, nos enteramos de que Meiko fue una auténtica heroína de las mujeres y chicas japonesas, que la tenían como una libertadora.
El tiempo avanzó de manera irremisible. Cuando nos quisimos dar cuenta, el otoño había llegado Tokyo. Mis temores sobre que Laura descubriese mi segunda vida nocturna se acrecentaban. Constantes preguntas, discusiones. Recuerdo una discusión muy fuerte, en la que ella se echó a llorar, me gritó que no estaba cumpliendo mi promesa de cuidar de ella, que la dejaba sola. Desgraciadamente, tenía razón. Por más de una vez, ella y yo temimos que su depresión hubiese desembocado hacia un Trastorno de Dependencia. La psiquiatra nos confirmó que la salud mental de Laura era correcta. Desgraciadamente,  pesar de su juventud, la doctora Temashita moría poco tiempo después de aquella consulta en un absurdo accidente de tráfico.
Mi carrera como Hashiriya subía como la espuma. En una ocasión, Masao y yo tuvimos una batalla, en la cual yo salí vencedor. Recuerdo que durante el trascurso de aquella batalla, el famoso Toyota Supra negro hizo su aparición. Lo habíamos apodado Kuroi Kage, "sombra negra", ya ue desde hacía unos meses, aparecía en nuestras batallas, se ponía al par de un coche del Mid Night Club y luego desaparecía. También tuve una batalla con Smokey, cuyo R33 de 1200 caballos no pudo ser más rápido que mi R32. La razón: su peso. De la batalla con Masao guardo un grato recuerdo. Masao era un caballero fuera y dentro del coche, un rival temible pero legal. Sus comentarios tras una batalla eran breves y serios.
Por otra banda, lo que no mejoraba nada era mi salud. Mi estómago parecía rechazar cualquier tipo de comida. Fueron varias las veces en las que tuve que abandonar la mesa e ir al cuarto de baño más próximo. Yo apenas le daba importancia, Laura, por el contrario, se preocupaba muchísimo, insistiendo en que visitase un médico. La ignoré, diciéndole que estaba mejor, aguantando de pie en más de una ocasión con demasiado esfuerzo. Lo pasé realmente mal un día en el trabajo, dónde mis compañeros se asustaron al ver que no era capaz de levantar una caja de unos cinco kilos que se me había caído de las manos.
Sin salir del tema del trabajo, en aquella época unas empresas especialistas en materia de turbos habían venido de visita a Nismo. Varios ingenieros de Garrett, KKK e incluso de mi viejo empleo, IHI, habían venido a ofrecer sus nuevos productos. Los R33 de calle equipaban turbos Garrett, pero las versiones mejoradas por Nismo siempre montaban componentes IHI. A todas ellas mandé esquemas sobre diseños míos de turbinas, todas contestaban que esos diseños serían o carísimos o imposibles de fabricar, pero en IHI siempre cumplían, con una calidad excelente. Recuerdo que de IHI habían venido ingenieros extranjeros junto con los japoneses. Mi antiguo jefe me vio y vino a saludarme.
- ¡Buenos días!
- Buenos días, señor, ¿cómo está?
- Bien, gracias. Lo noto distinto, ¿ha adelgazado?
- Sí, he bajado algo de peso.
Era cierto, desde que empezaran mis molestias de estómago había bajado peso, con gran preocupación para Laura.
- Verá -prosiguió mi antiguo jefe-, me gustaría hacerle una propuesta, pero no aquí, el próximo sábado a la tarde reunámonos en el centro de desarrollo.
- Muy bien. Que tenga un buen día.
Al despedirme de mi antiguo jefe, saqué el móvil y llamé a Laura. Tras dos o tres tonos, ella contestó sobresaltada.
- ¿Ha pasado algo? ¿Estás bien?
- Sí, tranquila.
- Uff, qué nervios... Dime.
- Verás, los de IHI me han llamado, quieren reunirse el sábado conmigo.
- Ah, vale.
- ¿Me acompañarías?
- Claro, bueno, te dejo, que tengo bastante lío. ¿A qué hora voy por ahí?
- Paso yo a recogerte. Un beso.
- Te quiero. Besitos.
Así llegamos al sábado, día de la reunión con los directivos de IHI. A Laura la mandaron esperar fuera. No recuerdo el tiempo exacto que estuve allí con mi antiguo jefe y con aquel ingeniero inglés. Recuerdo que al salir, Laura estaba sentada y al verme se levantó muy rápido.
- ¿Qué tal?
- Bien.
- ¿Pero qué te han dicho?
- Tienen un proyecto, abrir un centro de desarrollo y diseño avanzado en Europa.
- ¿Y?
- Les gustaría que yo fuese el director.
- ¿En qué país?
- Aún está todo en fase proyecto, en principio sería en España.
- ¿Qué has dicho?
- Nada, quería hablarlo contigo. Me han dado un plazo para contestar. Deben tener mi respuesta antes de abril del año que viene. ¿Qué opinas?
Laura suspiró largamente, me miró a los ojos antes de hablar.
- Lo que tu veas... Pero me gustaría volver a España.
- Vale. Me parece bien. Tengo que hablarlo con mi jefe.
Ella me abrazó. Durante aquellos instantes, estuve a punto de confesarle a Laura en que consistía mi vida nocturna. Pero me acobardé y callé. En parte, sabía que si volvíamos a España, podría "desengancharme" del Mid Night Club.
Días antes de mi cumpleaños, me hicieron entregar el 400R que había utilizado. También me informaron que, en honor a mis cinco años de servicio en Nismo, me harían una pequeña fiesta en la oficina. Aquel día con mis compañeros de trabajo, me llevaron al sótano, allí había un coche cubierto por una funda, me dijeron que lo destapase. Laura me ayudó a realizar tal menester, ante mis ojos, un bonito Z32 plateado biplaza. Tenía configuración europea, y eso que en Europa ya no se vendía. El jefe dijo que estaba ligeramente modificado (admisión, suspensiones, escape y un diferencial más deportivo) y que era un regalo por mis años de servicio. También comentó algo sobre mi futuro regreso a España, diciendo que uno de los principales interesados en ese futuro centro de desarrollo era Nissan, para su gama europea.
Llegué a casa en mi nuevo Z32, afortunadamente, la comida de la fiesta no me había sentado mal. Al llegar al dormitorio, Abracé a Laura con fuerza, la miré a los ojos y la tumbé con cuidado en la cama. La besé, ella empezó a aflojar mi corbata y se giró susurrándome que le bajase la cremallera del vestido. Ambos nos dejamos llevar por los instintos más primarios. Recuerdo que aquella noche apenas dormí. Notaba en mi espalda el movimiento de su pecho al respirar en mi espalda. El posible nuevo trabajo en España, el Mid Night Club, y que era aquello que desestabilizaba mi estómago, eran los culpables de mi insomnio.
A la semana siguiente hubo una batalla. Recuerdo que al llegar, me encontré con varios coches pintados de rosa fucsia. Masao estaba allí.
- Buenas noches. ¿Quienes son ellas?
- Nuestro rival.
- Pero, ¿quiénes son?
- Se llaman Pink Ladies, normalmente se dedican al Touge, pero una de ellas no.
Miré al grupo de aquellas chicas, vestidas con faldas y jerseys que les daban aspecto de estudiantes de un internado.
- ¡Ya ha llegado, chicas! ¡Asuka ya está aquí! -gritó una de ellas-.
Mi sorpresa fue mayúscula, nuestro rival era aquel famoso Supra negro. De él se bajó una chica de larga melena morena, muy joven, vestida de negro. Miré a Masao, parecía tranquilo. La chica miraba al suelo, mientras nos acercábamos.
- Creo que será mejor dejar la batalla, hoy hay mucho tráfico.
- Es verdad -dijo una de las Pink Ladies-.
- Vaya, Masao, ¿ahora te importa la seguridad de los demás?
Masao se sorprendió mucho, la chica levantó la mirada y pude ver unos ojos cargados de furia y odio.
- ¿Me conoces? -dijo la chica del Supra-.
- ¿Asuka?
- Grandísimo hijo de puta, aún me recuerdas...
- Eras una niña la última vez que te ví.
- ¡Tú mataste a mi hermano!
Ella se abalanzó hacia Masao, me interpuse entre ellos, la chica Pink que había hablado intentaba agarrar a Asuka. Cuando logramos separarlos, me fijé en que Masao parecía triste. Asuka lloraba. Masao dio un paso hacia ella.
- Asuka, el día que murió tu hermano, fue un accidente.
- ¡Mentiroso! ¡Asesino!
- Por favor, déjame que te cuente lo que pasó.
Asuka miró a sus amigas, ellas le hicieron un gesto por el cual le pedían que dejase hablar a Masao.
- Tu hermano y yo íbamos en una batalla, llegamos a una zona con mucho tráfico, un camión cambió de carril sin poner el intermitente, él intentó esquivarlo, perdió el control, y chocó contra los quitamiedos. Frené, pero choqué contra él, lo suficiente para desplazar su coche unos metros más, rozando por el lado del pasajero contra aquella valla. Me bajé del coche y corrí hacia él. Sangraba mucho, pero me dio algo para que te lo diese a tí. Murió al llegar al hospital.
- No, no puede ser. Mi hermano... pensé que lo echaras de la carretera.
Las Pink Ladies habían decidido irse. Masao caminó hacia su coche, Asuka se sentó en el suelo. Me acerqué a ella.
- ¿Te encuentras bien?
Ella me miró llorando, notaba cómo sus labios temblaban intentado decir algo, me agaché y ella comenzó a hablar entre balbuceos.


- Llevo tanto tiempo con ganas de vengarme de él... ¡Me siento tan estúpida!
- Siempre me habló de tu hermano con respeto. No lo conozco mucho, pero lleva cargando esa cruz con mucha amargura.
- ¿De dónde eres? Hablas muy bien nuestro idioma.
- Soy de España.
- ¿Tú eres Devil?
- Sí.
- ¿Puedo pedirte un favor?
- Si puedo, sí.
- Si algún día le ganas a Masao, dedícame la victoria, y a mí hermano también.
- Lo prometo.
En ese momento, Asuka sonrió. Se limpió las lágrimas con las manos y se levantó.
Masao caminaba hacia nosotros.
Devil, ¿me das un poco de agua?
Ya me había olvidado de que tenía un botellín de agua en la mano. Se lo alcancé y le dije que se quedara con él. Masao extendió sus manos. Haciendo una reverencia le ofrecía algo a Asuka.
- Acéptalo, por favor.
Ella lo tomó y lo miró con emoción. Sus lágrimas volvieron a brotar. Era un pequeño llavero, parecía un conejo de peluche.
- Era una niña cuando se lo hice a Hitoshi. Mi hermano era mi héroe. Perdóname Masao.
- No pasa nada, hoy, gracias a tí, cierro una página.
Asuka se marchó y se despidió de nosotros. Antes de irme, hablé con Masao. Su habitual tranquilidad parecía haber vuelto.
- Masao, me marcho.
- Vale, buenas noches.
- Antes de irme, ¿estás bien?
- Ahora sí, es como si me liberase de una carga. Y tú, ve a un médico, me preocupa que hayas adelgazado tanto.
Tras decirme eso, nos montamos en nuestros coches y arrancamos.
Mientras conducía de vuelta a casa, no podía sacarme a Asuka de la cabeza. Era una Lady Snowblood actual. Sólo que su sed de venganza se tornó en obsesión, una obsesión nacida en su infancia. Afortunadamente,en su mente, aún había algo de comprensión y raciocinio suficiente como para poder escuchar a Masao. Si esa noche se hubiese disputado la batalla, aquello hubiese acabado en tragedia.


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