jueves, 26 de febrero de 2015

Capítulo 20: Akira.




Aceleré al oír el claxon del coche de Toshi. Aullido de revoluciones, soplido de válvula de descarga de turbo, una marcha más, engranada accionando con firmeza la palanca. Unas llamas salieron de mi escape, Hiro iba a mi par. Esquivábamos los pocos coches que pasaban a mas de 200 km/h. Podía oír el ruido del motor de su Z mezclado con el mío, en una especie de sincronía mecánica.
Vi como Hiro me adelantaba, aceleré y notaba como mi R32 no respondía al cien por cien, el cuentarrevoluciones parecía caer en picado. Empecé a pensar que se trataba de una rotura de motor, pero me di cuenta que no llevaba el mapa motor adecuado, pulsé el botón del mapa adecuado, reduje una marcha y el R32 recuperó algo vida, al volver a subir una marcha más, el motor parecía volver a ser el de siempre.

A pesar de esa corrección sobre la marcha, no podía adelantarlo, todo lo más colocarme a su lado. La primera de las pasadas de la batalla, acabo en un clarísimo empate, en la segunda, logré ponerme por delante de él, pero el espacio entre Hiro y yo no era suficiente para declararme ganador. Empezamos la tercera batalla, ninguno de los dos tenía intención de levantar el pie ni admitiría rendirse. Aunque era una batalla entre amigos, jugando limpio, tenía que haber un ganador.
Seguí acelerando, pude alcanzar a Hiro, me coloqué a su estela, hundí el pie derecho e hice luces a Hiro, empecé el adelantamiento. Cuando iba a su par, Hiro miró hacia mí, le hice un gesto levantando la cabeza y me coloqué delante de él. Estaba siendo una batalla muy dura, notaba que entre mi camisa y mi piel había un película de sudor. Miré por mi retrovisor y vi a Hiro algo más lejos de los habitual, seguí acelerando y al cabo de varios kilómetros, él había desaparecido. Había ganado al Hashiriya que más me había inquietado, era la victoria que más esperaba. Paré el coche a la entrada del desvío que nos llevaría de vuelta al punto de reunión. Hiro apareció y me hizo ráfagas, arranqué y volvimos con nuestros compañeros. Cuando nos bajamos del coche, la expectación era enorme, el asunto había trascendido y los periodistas de la Option habían venido a cubrir la batalla.
- Hiro, ¿cómo ha ido la batalla? -preguntó Masao-. Toshi dijo que os perdió muy rápido de vista y volvió enseguida.
- Devil me ha ganado-contestó Hiro sonriente-.
- ¿En serio? -dijo uno de los periodistas-.
- Sí, es el mejor Hashiriya de todo Japón. Ha vencido a los más rápidos.
- Hiro -dije-, ¿te ha pasado algo? Te descolgaste al final...
- Sí, el motor tenía mucha temperatura. En el momento que me adelantaste me era imposible ponerme a tu estela. Creo que tiene más punta que el mío. ¿Tu coche tuvo algún problema?
- Sí, llevaba el motor mla configurado, lo corregí sobre la marcha. Fue como un botón mágico.
- ¿Te encuentras bien Devil? Pareces pálido -dijo Masao-.
- Estoy bien, sólo algo cansado.
- Yo estoy exhausto -dijo Hiro-. Me voy a casa.
- Es mejor que nos vayamos -dijo Masao-.
Hiro se despidió amablemente, no parecía abatido por la derrota, antes de salir de aquel área de servicio, paró el coche a mi lado.
- Enhorabuena, la mejor batalla de mi vida. Ha ganado el mejor.
- Gracias Hiro.
Se fue. Tras él, Kenji se despidió haciendo su tradicional saludo militar.
Cuando volvía a casa, un Toyota Supra negro bastante juguetón se puso detrás de mí y comenzó a hacer ráfagas. Pasé de batallas, el Supra me adelantó sin miramientos y desapareció de mi vista atronando la autopista.
Sólo Masao se dio cuenta de que estaba pálido, desde hacía unos días, las comidas no me sentaban muy bien y sentía cansancio, afortunadamente, parecía ir remitiendo, aunque a veces notaba que volvía a suceder. No le daba mucha importancia y culpaba de ese malestar a algo que había comido y que me había sentado mal.
Aquellas molestias no eran suficiente para apartarme de mi trabajo. Laura venía todos los días a esperarme a la salida. Tuve que devolver mi R33, Nismo me ofreció cambiarlo por el nuevo 400R, una máquina algo más eficiente que el R33 "a secas". También tuve la suerte de poder probar el R390, en su versión de calle. Nismo realizó algunos test en el Nordschleife, a las que tuve que ir. Desgraciadamente, durante aquel viaje a Alemania, Laura no pudo acompañarme, la llamé todos los días, ella estaba más preocupada por si yo comía bien y por mi estómago que por ella misma. Al llegar de vuelta, ella me recibió como si hiciese años que no me veía.
Cuando entramos en casa, ella se abrazó a mí, de sus ojos empezaron a brotar las lágrimas.
- ¡No te puedes imaginar lo mal que lo he pasado! ¡Odio estar sola!
- Lo siento...
- Estuve contando los días que faltaban para que llegases. Ha sido horrible. ¿Qué tal en Alemania?
- Bastante trabajo, no fue todo lo ideal que hubiese deseado, estaba nevado, conducir allí era una pesadilla.
- ¿No puedes hacer nada para que no te envíen a esos sitios?
- No puedes pedirme eso...
- Díselo a tu jefe, por favor.
- Se lo diré, no te prometo nada.
- ¡Por favor! Dime que no te mandarán más veces al extranjero... No puedes ni imaginarte lo mal que lo he pasado.
- Lo siento.
- Espero que al menos esta semana no tengas otras reunión con tu escudería.
- Creo que sí.
- ¡Lo que me faltaba! Si quieres huir de mí, hazlo, no te escondas.
Recuerdo que subió al dormitorio y dio un fuerte y sonoro portazo. Miré sobre la mesa y había un paquete a mí nombre. Era la nueva electrónica que había encargado tras el fallo de mi batalla con Hiro. En Nismo me habían concedido diez días libres tras mi viaje a Alemania. No le dije nada a Laura porque quería darle una sorpresa.
Al día siguiente, ella seguía dolida, apenas me dirigió la palabra, lo único que me dijo fue un "hasta luego" al despedirse. Tenía miedo hasta de mirarla, ella también esquivaba todo intento de contacto visual.
El día de la batalla estrenaba mi nueva electrónica. De camino a ella observé que el comportamiento del motor se volvía más agresivo, el coche parecía más rápido.
Al llegar al sitio pactado vi un gran revuelo. Mis colegas se acercaban a mí, el primero fue Smokey.
- ¡Hey Devil!
- Muy buenas.
- Acabo de preparar un R33, 1200 caballos. Estoy también con un Supra que va a ser muy potente también.
- ¿Supra? ¿No será negro?
- No, será dorado, es mi color favorito. ¿Tu también has visto un Supra negro por aquí?
- Sí, lo llevaba una chica, pensé que estaría relacionada contigo. Lo vi hace días.
- No, no tiene ninguna relación conmigo.
- Nuestro rival de hoy es un conocido del club - dijo Masao, al que no había visto hasta aquel momento-. Es un tío muy legal. Perdón por la interrupción.
- Buenas noches Masao, no te había visto.
- Está ahi, quiere conocerte.
Me acerqué a nuestro rival y vi a varios periodistas de la Option a su alrededor. Masao abrió un hueco entre ellos e hizo que me acercara. Vi un Porsche de color oscuro, muy preparado, con un enorme alerón.
- Akira, competirás contra Devil.
Aquel Hashiriya estaba fumando, apagó su cigarrillo y se acercó a saludar.
- Soy Akira Nakai, encantado.
- A mí me llaman Devil. Un placer.
En aquel momento observé que en su coche había una pegatina enorme que ponía "RWB". Años después supe de la importancia internacional de este hombre, del que tuve el placer de conocer su trabajo y aún mantengo amistad con él. Akira era "Rauh Welt Begriff", los Porsche más exclusivos del mundo.


De la batalla que mantuvimos no tengo ningún recuerdo especial, su coche era rápido, no tanto como mi R32 ni como el 911 de Masao. De lo que si tengo muy buenos recuerdos es de que Akira era un tipo asequible. Al acabar la batalla me invitó a visitar su taller, en Chiba.
Recuerdo que al volver a casa, Laura estaba en la ventana, sentada con sus rodillas cerca del pecho y sus brazos rodeándolas. Al entrar, la saludé y subí al dormitorio, ella vino detrás. Me senté en la cama, ella ya tenía el pijama puesto. Se sentó en la cama en posición de yoga y sonreía.
- Buenas noches -dije-.
- Espera, ¿podemos hablar un momento?
- Claro.
- Perdóname, por favor, he sido un poco egoísta...
- Todo olvidado.
- Lo pasé muy mal. No sé si puedes entenderlo...
- Laura, no te preocupes. Iba a darte la sorpresa el lunes, pero me han dado diez días libres. Así que, por lo menos me tendrás en casa molestando. Te prometo que en esos días no le dedicaré tiempo al coche.
Ella sonrió antes de darme un largo beso. Cuando me acosté, una intensa sensación de vergüenza me invadía. Cada día llevaba peor ser el Hahiriya más rápido y temido de Japón.





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